—Hola tío ¿Qué haces levantado todavía? —pregunté agitada.

El sobresalto era en parte por la  sorpresa de verlo en la cocina a oscuras y en parte por el miedo que provocaba  esconder algo tan importante como la escapada de su hija.

—Llamó la mamá de Clara —respondió con una mueca —quería avisarme que viene a recogerla  temprano, porque consiguió una cita en una peluquería importante de la capital. Algo así.

Noté el dejo de amargura en su voz pero no vi correcto preguntarle si estaba bien. Mi prima me había confiado  que el matrimonio de Carló y Sofía era un desastre y ella intuía que estaba arrepentido de alguna de las decisiones tomadas.

—Clara estará feliz.

—Ya lo creo, voy a subir a contárselo.

—¡No! —exclamé sin el menor tacto.

—¿Sucede algo?

—No tío, que va —traté de sonar convencida —es solo que está dormida y se pone fatal si la despiertan —hice una mueca —pero tú eres valiente ¿no? Ve, ve...ve a contarle, seguro esta encantada.

—Es verdad, heredo el carácter de su madre —dijo sonriendo.

—¿Por qué no le dices mañana antes de irte? —pregunté  tratando de calmar mi  corazón desbocado.

Después de todo parecía que lo estaba convenciendo. Tratar de sonar espontánea era la clave. Sonreí internamente por mi casi victoria.

—Sí, eso haré —dijo luego de pensarlo un rato —que descanses cariño —se acercó para darme un beso.

—Igual tío —respondí, satisfecha por haber salvado a la tonta de mi prima —ahh tío ¿Por qué no hay seguridad está noche?

—Los muchachos tenían un campeonato de fútbol con los chicos de Giorgio, no vuelven hasta mañana temprano —respondió antes de salir de la cocina —pero no te preocupes podemos sobrevivir una noche sin ellos.

Astuta Clara 》 pensé, al menos la había  salvado, si luego la agarraban ya era su problema ¿no? Yo no tenía porque  preocuparme. Pero mi tío salía siempre antes de las seis ¿y si mi prima no había regresado para esa hora?. Deseé estrangularla con mis propias  manos.

Subí en busca de mi celular y le marqué. Apagado, mi prima era capaz de todo, podía amanecer en las malditas carreras, estaba demasiado enojada, pero sabía que tenía que ir a buscarla 《¿y cómo iba a llegar?》Me pregunté aterrada, si atrapaban a Clara, yo iba a pagar las consecuencias por encubridora.

Bueno seguro alguien me decía ¿no? al menos eso quería creer. Me vestí rápido, unos shorts de jeans, una camiseta cualquiera y un  suéter. Caminé  en la oscuridad y volví a entrar en la habitación de mi prima esperaba que al menos hubiese dejado las llaves de su moto 《tonta y suertuda Clara que tenía la moto que yo siempre había querido》.

Recordé que me faltaba algo y volví sobre mis pasos a mi cuarto. Tomé la gorra  negra, le di un beso y me coloqué. 《Dame suerte gorrita》 le rogué.

El corazón me latía  extrañamente fuerte, busqué entre las cosas del escritorio, encontrándolas enseguida. Bajé deprisa pero asegurándome  de no hacer ningún ruido.

Salí a la explanada y me moví junto a la casa por si acaso, abrí el garage y saqué la  moto. Recorrí la alameda con la moto a mi lado. Salí por la calle pasando hileras y hileras de árboles, la tierra oscura y fértil parecía parte de cielo nocturno, los campos demarcados con  alambrados, la carretera llana y prolijamente asfaltada, incluso podía escuchar el canto de los grillos. Todo eso me hubiese parecido precioso sino fuese porque estaba tan nerviosa. Aceleré hasta divisar las primeras calles de la ciudad, el movimiento nocturno me sorprendió.

A los bordes de la gran calle había autos con las puertas abiertas disparando música a todo volumen. Seguí la curva hasta la plaza en busca de mi prima pero algo me decía que ya no estaba allí.

Muchos chicos se pasaban la cerveza divertidos, un poco más lejos dos grupos se encontraban saludándose alegres, otros fuman marihuana amparados por algún rincón oscuro. En la plaza que de día me pareció tan inocente se podía ver de todo, pero de mi prima nada.

Me paré frente a una parejita que se besaban ajenos a todo el ajetreo nocturno. Me parecieron muy monos y era una pena  interrumpirlos pero de todos los que había visto sin dudas me parecían confiables, más o menos.

—Hola ¿Cómo están? —saludé fuerte, tratando de llamar su atención.

La chica se separó  de su novio y me dedicó una mirada llena de desconfianza.

—Hola, bien y tú —me respondió  tratando de pensar si acaso me conocía.

—Siento interrumpir, pero necesito llegar a donde hacen las carreras.

—¿A la costanera? —preguntó el chico.

—¿Tú qué? ¿Eres algo de alguno de ellos? —interrumpió la chica.

—¿Yo? No solo voy a buscar a mi prima.

Ambos intercambiaron una sonrisa cómplice, como quien ha visto su oportunidad.

—Está lejos la verdad, pero yo podría indicarte —me dijo ella —Si me llevas contigo.

—¿Qué? Estas segura ¿y tú novio?

—Yo tengo un amigo que va para allá, podemos encontrarnos allí —intervino él.

—Pero debes traerme de vuelta —sonrío —favor por favor ¿no?

—¿Y por qué quieren ir allá? —pregunté, yo no le encontraba  la gracia.

—¿Qué éstas como una cabra? —se mofó de mí él —es la mejor noche del mes.

—El lado oscuro de Santa Cecilia linda—agregó ella —una fiesta como no has visto nunca.

—Bueno como quieran, es un trato.

Ella no paraba de hablar de la carrera, lo emocionante que era, el odio entre familias y de lo lindo que eran los  chicos, mientras su novio llamaba a su amigo. Y en pocos minutos los cuatro estábamos en marcha hacia la Costanera.

Pensé en lo loca que estaba Clara y Santino por ir a ese lugar y en lo loca que estaba yo por seguirlos y en lo locos que estaban los que ahora me  acompañaban.








Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 20, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Pídelo y Moriré a Tu Lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora