Un viajero errante | Majid Harms

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MajidHarms escribe Un viajero errante, la historia de Markus, un chico que, a costa de haber crecido en un ambiente familiar diferente al resto de personas acomodadas en una Extremadura rural, rodeado de personas que le han enseñado a valerse por sí mismo, decide viajar en busca de un evento "hippie" —y lo escribo entre comillas porque odio categorizar de esta forma algo así pero no me queda otra para hacerme entender—a dedo y sin mucho dinero.

Por supuesto, eso es solo la excusa, como más adelante se verá, para conocer la vida desde su punto de vista, mientras por el medio, añade capítulos extraídos de su diario o cuaderno de viaje, donde se explica el origen de la decisión que le ha llevado a tomar carretera, remontándose a su infancia.

Esta obra lo tiene todo literal. Todo lo que uno se imagina que podría tener una novela. Por supuesto, el estilo es de mis favoritas: una historia preciosa sobre la vida sin objetivo alguno, sin final, porque lo único que pasa es esa misma vida. Qué más se puede pedir. Esperad, ¿qué? ¿Contenido adulto en Wattpad? No me digáis que no es un valiente el chaval.

Tiene tantas cosas buenas que no sabría enumerarlas una a una porque se han juntado para hacer un todo que termina enamorando. Al menos a mí, que paso mucho de cosas sencillas. Una de ellas, porque si no la digo reviento y porque aquí, quien me lee ya sabe de qué pie cojeo, es que incluya crítica social de una forma tan elegante, objetiva y sutil que a mí me da una envidia tremenda sana porque a su lado soy una amargada que solo sabe quejarse.

Además, tiene una habilidad tremenda para encontrar el equilibrio perfecto entre la objetividad y la subjetividad que no puedo describir. Es capaz de fijarse en los detalles más pequeños, sin que los adjetivos queden mal, exagerados o demasiado poéticos. De hecho, no necesita recursos estilísticos para embellecer el texto. No recuerdo ninguno así de buenas a primeras pero me arriesgo a pensar que como mucho, tiene alguna metáfora o personificación sencilla en el momento justo y poco más. A expensas de una de la que no os voy a hablar porque es un punto importante en el arco de transformación del personaje.

A medida que leía, me sentía hasta mala persona por no fijarme en todas las cosas positivas que hay en el mundo. Y ojo que como he dicho, no ha dulcificado nada, es solo la actitud del personaje lo que templa los ánimos, porque si tiene que escribir que duerme en una fábrica abandonada con 40 africanos más, mientras trabaja de jornalero en Cataluña con un contrato más ilegal que legal o que las ONGS de niños tienen más de farsa que de verdad, lo hace. No es que esconda que el mundo tiene cosas malas, es que te lo enseña bajo su perspectiva y después se va, prestándole la atención necesaria, con las dramatizaciones justas.

Tiene detalles que van sumándole calidad a la obra página a página. Pequeño diálogos, encuentros, comentarios, escenas que separadas podrían pasar desapercibidas pero que apareciendo en el momento adecuado, le van dando encanto y sobre todo, personalidad. Que de eso tiene de sobra.

Porque si una cosa tiene Un viajero errante es personalidad. No os vais a encontrar ni un solo cliché. Es más, ni siquiera os vais a encontrar clichés dados la vuelta o variaciones. Es, a mi parecer, que igual he visto yo poco mundo, quién sabe, un tema de lo más original, más teniendo en cuenta del sitio de donde lo he sacado. ¿Para qué buscar historias sobre adolescentes a los que acosan por su homosexualidad o el enésimo intento de conseguir un nuevo El nombre del viento —lo siento mucho, pero me repugna su olor a refrito—, pudiendo conocer la vida de un chico que tuvo que dejar de estudiar presencialmente para vigilar que su madre no tuviera problemas después de que renegara de la secta en la que estaba metido su padrastro, que llegó a Portugal en bici acompañado de un argentino cuyo objetivo es el de okupar un sitio para crear un circo donde poder acoger a niños huérfanos?

Los personajes son tan reales que me lleva a sospechar que la obra es autobiográfica o biográfica al menos. No hay relleno, solo honestidad. Tampoco lagunas, todo es verosímil, porque recordemos que por muy verdadero que pueda ser algo, lo que importa es la verosimilitud y con esto cumple también.

El protagonista, de hecho, es una persona tan franca y sencilla que es imposible no cogerle cariño y acompañarle en su viaje. Es muy tierno, pero sin pasarse. Por supuesto, lo que es el estilo general de la obra es la esencia del personaje. Él es el viajero errante, así que todo gira en torno a su viaje y lo que aprende consciente e inconscientemente.

Esto se refleja a la perfección con las tramas, que sí existe, pero como bien su nombre indica son ERRANTES y por eso es no ficción, porque no siguen una estructura de ficción al uso, porque predomina el comportamiento de los humanos en la vida real sin estar atados a la norma de la diégesis. Si alguien desaparece sin más, de forma abrupta, ye lo que hay. Es la vida y son licencias que se puede tomar por ser no ficción y no ficción general.

Todas giran en torno a la trama principal que es el viaje del protagonista, lo influyen y le hacen avanzar o quizás se encuentran por el camino, pero nada más. No es nada fácil conseguir ese resultado, que quede bien y sobre todo que sea entretenido. Por cosas como estas reconozco su valía objetiva más allá de que a mí me haya gustado tanto de forma personal.

Pero si algo destaca por encima de todo son los tiempos narrativos, el uso del tiempo en general en esta obra. Es algo sobresaliente. La forma que tiene de coger una historia y contarla a pedazos, escogiendo los momentos idóneos y uniéndolos poco a poco para que sea ameno pero a la vez, lleguen a una meta que haga que todo cobre sentido. No puedo explicaros mucho más para no haceros spoiler. Si llegáis hasta el final os daréis cuenta de a lo que me refiero y si lo entendéis, os quedaréis tan satisfechos como yo.

Toda esta estructura tan pensada y bien ejecutada está rellenada, como consecuencia de saber qué momentos de la vida elegir. Crea una cantidad de tensión dramática increíble. Subidas y bajadas, un montón de picos solo con la vida de una persona ordinaria, sin dragones, sin súper poderes, nada. Alguien que busca su lugar en el mundo que todos tan bien conocemos. Esto, señores, es calidad sin ayuda de ningún recurso externo. Alcanzar la mayor máxima del arte de contar historias: hacer de lo ordinario algo extraordinario.

Además, aunque con esto ya valdría, tengo que decir que se entiende todo con palabras sencillas sin que la narrativa sea simple. La regla de que menos es más llevada al extremo. No hay mundos lejanos, no hay asesinatos, no hay misterios, solo un cuaderno de viaje. La prueba del algodón, señores.

Lo mejor: la personalidad y forma de comunicarse del protagonista

Lo peor: No lo sé. Que lo digan otros.

No sé a qué huelen las nubes | Reseñas y recomendacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora