— ¿Qué sucede aquí, Annie? —preguntó el hombre cruzándose de brazos—. Rex, ¿pasa algo, hijo?

—Emilio, se llama Emilio. —corrigió la mujer mostrando hastío al constante llamado con aquel nombre, al cual ella jamás consideró apropiado para su bebé—. No sé cómo puedes gustar de ese horrible nombre.

— ¡Oye! Amo ese nombre, por algo se lo he puesto, ¿no? —protestó abrazando a su esposa a manera de mimarla, ella se mostró fría al calor proporcionado por su esposo—. Rex es un nombre precioso, al igual que Emilio, pero seamos sinceros: Rex es perfecto para nuestro hijo.

Annette se apartó y liberó de los brazos de Dexter, este negó con la cabeza, sin quitar su sonrisa. Ella le miró y con el ceño fruncido y los labios apretados, dijo:

—Como digas, yo jamás le consideraré un nombre siquiera lindo para un hermoso chico como lo es mi pequeño Emilio. —Rex rodó los ojos, recibiendo así otro golpe—. Claro, cuando no es todo un malcriado.

Rex ignoró a ambos mientras hablaban, pero aquella conversación no duró mucho, pues Melanie los interrumpió llamando a su querida tía, Annette.

—Tía Annie, tenemos que irnos. —Melanie cogió a la mujer del brazo, arrastrándola, queriendo ir a las afueras de la casa.

—Melanie, tranquila princesa. Todavía falta un poco para irnos. —aclaró la mujer con una sonrisa para la joven, quien frunció los labios—. Dexter, ¿tú iras a alguna parte?

—Sí, se me necesita en la iglesia hoy. Supongo que me quedaré hasta tarde. —dijo con un tono cansado—. No quiero volver caminando.

—Nosotras pasaremos por ti, ¿vale? —Dexter asintió—. Emilio, ¿quieres ir con papá o conmigo?

—Mamá, me tengo que quedar.

— ¿Por qué quieres quedarte? Aunque te digo que de igual forma, eso no se va a poder. —espetó con seriedad en su voz.

—Un colega del instituto vendrá por los apuntes y la profesora me ha pedido que le ayude en las tareas. —explicó Rex con una sonrisa, enterneciendo a su madre—. Por ello me quedaré, mamá.

—Vale, pero ten en cuenta que regresaremos tarde, ¿qué cenaras, bebé...? —Dexter la abrazó para callarla, y así poder hablarle a Rex.

—Lo que quiere decir tu madre, es que puedes estar tranquilo con tu colega, y sobre la cena... hay dinero en la cocina, pide pizza o algo que se te apetezca. —el ángel asintió con emoción, mientras en su interior cantaba victoria—. Si necesitas algo más, llámanos.

— ¡Claro papá! Les juro que no haré nada que destruya la casa. —aseguró Rex abrazando a su padre y madre.

—Muy bien, nos vamos ya. —dijo el hombre llevando a su esposa a la puerta de salida, seguidos de Melanie y Rex —. Melanie, sube al coche y Rex, no salgas hasta que venga tu colega, ¿vale?

—Vale, papá. —el chico sonrió con ese aire de inocencia, que sus padres amaban de él—. Nos veremos más tarde, tal vez ya esté dormido.

Los padres del chico salieron de la casa, dirigiéndose al garaje, Melanie paró en seco, percatándose que había olvidado su bolso, dio media vuelta y salió corriendo en dirección a las escaleras, Rex cerró la puerta y fue a la sala de estar, quedando en su agradable paz y melancólico silencio. Se sentó en el sofá, echó la cabeza hacia atrás esperando así que Bill tocara la puerta, eso si no le ganaba a Morfeo.

— ¡Adiós, Emi! Ya me voy. —avisó Melanie bajando las escaleras con rapidez, Rex levantó la mano al notar que Melanie se asomó por la puerta que daba a la sala—. ¡Adiós pequeño!

Drugs and love© [Corrigiendo]Where stories live. Discover now