en la actualidad...
El sonido de choque de espadas ya era costumbre, para todos. Al igual que los leves quejidos, gruñidos y gritos de adrenalina que soltaban en cada entrenamiento de combate.
Este entrenamiento, en sí, era distinto. Este entrenamiento consistía en que, si el contrincante lograba derribarla, sus crímenes serían perdonados. Y si no, una muerte digna era lo único que obtendría.
Al ver que su oponente logró mandar su espada lejos, sacó una daga de su bolsillo trasero. Se acercaba con las puñaladas que resultaban ser más hacia el aire, hasta que logró apuñalarlo a un costado, giró y luego a otro, para empujarlo, cayendo al suelo.
Dejó caer su daga, y los guardias presentes, quienes no se movían ni un solo centímetro a menos que se los ordenaran, le entregaron un trozo de tela sucio para que pudiera limpiar sus manos, cubiertas de sangre del extraño.
—Por órdenes de la Comandante de la Sangre, nuestra Reina Allondra y nuestro Rey Harum, por el Comandante de los Lobos y yo, Comandante de los Felidae, te sentencio a ti, Johann kom Podakru, a la muerte más digna que puedes tener —sentenció—. Veinte cortes de las veinte personas a quienes les hiciste daño, y para finalizar, lo último que verán tus ojos será cómo nuestra manada de lobos te despedirá para siempre. Tu día de muerte será mañana, cuando el atardecer esté comenzando, y que tus últimas vistas sean de lo que alguna vez fue tu hogar, pero por culpa de tus acciones lo perderás —no detuvo el contacto visual con aquel hombre en todo momento, a excepción para dirigirse a sus guardias—. Llévenselo.
Hicieron lo ordenado, llevándose a rastras al hombre, quien no paraba de exclamar: "soy inocente". Recogió su espada del suelo, la limpió y volvió a guardarla, haciendo lo mismo
con la daga.Salió del calabozo a la superficie. En el camino, se encontró con unos cuantos conocidos, más que nada guerreros y algunos vendedores del mercado. Los saludó cordialmente, y ellos hacían una leve reverencia, evitando contacto visual a toda costa.
Había terminado su trabajo por hoy. Siendo parte de una de las Comandantes, mano derecha de Heda, la más importante de todos, ha tenido que asumir sus dones y poderes.
No fue un secreto que, desde que llegó, todos los tipos de felinos se sintieron atraídos por ella. La cuidaban en exceso, al mismo tiempo que la defendían. Los Felidae eran su segunda familia, y sabía que ninguno de esos animales le harían daño.
Su hermano Zak, por otro lado, siempre tuvo relación con los Lobos. Cuando su madre, Allondra, tenía en su vientre a Zak, una masiva cantidad de lobos se hicieron presentes en la capital. En vez de cazarlos, como su instinto les decía, los Guardallamas y los más grandes creyentes aseguraron que estaban ahí sólo para acompañar a su promogénito por el resto de sus días. Y es que Harum, al nacer, tuvo ese mismo contacto con ellos.
Subió por el elevador hasta el piso más alto de la torre. Una vez que se detuvo, salió de este y la escoltaron hasta la sala de la Coalición.
Abrieron las puertas de par en par. Todos los presentes se giraron para verla. Caminó quedando frente a frente a la Comandante de la Sangre, su hermana: Lexa.
Se arrodilló pero no lo suficiente para tocar el suelo. Estaba claro que quien mantenía el poder era Lexa, al ser ella escogida como Heda, pero Skyler también era Comandante, por lo tanto, no debía arrodillarse ante nadie. Dio un asentimiento de cabeza, y procedió a sentarse en una silla cubierta de pieles de animales, sólo para ella.
El resto de su familia, a excepción de Zak, permanecían sentados detrás del trono de Lexa, pero alrededor de ella, de esta manera protegiéndola.
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𝑭𝑬𝑳𝑰𝑫𝑨𝑬: 𝑇𝐻𝐸 𝐻𝑈𝑁𝐷𝑅𝐸𝐷 | 𝐁.𝐁
Fanfiction𝐅𝐄𝐋𝐈𝐃𝐀𝐄 | 𝚃𝙷𝙴 𝙷𝚄𝙽𝙳𝚁𝙴𝙳 𝙵𝙰𝙽𝙵𝙸𝙲𝚃𝙸𝙾𝙽 Tener más de un hijo en el Arca estaba totalmente prohibido, pero no era culpa de uno/a que fuesen gemelos... o gemelas, en este caso. Lo que no te mata te hace fuerte, en este caso, si la...