CIUDAD SUBTERRANEA ( Libro III de La Pequeña Ary)

Parte 25

Nadie más intento acercarse a Ary o cortarle el paso a Luka.

__Ordénale detenerse __ exigió Nimrod a William, y este apretó los dientes para no golpear al desgraciado vampiro.

__ Porque haría tal cosa, si Luka solo estaba protegiendo a su futura esposa__ respondió William apunto de mandar a la mierda los modales y sacar a Nimrod a patadas de su casa y su propiedad. El infeliz parecía rogar por una paliza antes de salir de allí.

__ Exijo que Luka sea castigado por haber atacado a Razbán y hacer que se arrodillara ante una cazadora... peor aún, ante una Leppala __ vocifero Nimrod.

William le ordeno inmediatamente a Luka detenerse, y le hizo un gesto a su hermano André para que se hiciera cargo de Ary mientras él intentaba una vez más salvarle el pellejo al estúpido mocoso que aún no aprendía a cómo comportarse frente a vampiros poderosos. Podía ser el vampiro más fuerte del mundo, pero no podía ir por la vida aporreando a cuanto vampiro lo sacara de sus casillas. No era la primera vez que se metía en líos por confiado y cada vez estaba siendo más difícil sacarlo de los problemas. Esta vez William no estaba seguro de poder hacer algo por él. Lo que había hecho era bastante grave.

André recibió a Ary de los brazos de su hermano y una mirada entre ambos fue suficiente para saber que las cosas no terminarían bien para Luka. William era el único que podía sacarlo del lio en el que estaba. Aunque ninguno de los dos tenía idea de cómo.

André acostó a Ary en su cama y se quedó sentado a su lado observándola dormir tranquilamente, sin tener idea de todo lo que estaba pasando a causa de ella. Instantes después llego Carmina y Tristán y por su nerviosismo era claro que Luka no iba a salir ileso de esta.

__ William los llevo a la ciudad subterránea para discutir allí el castigo de Luka, no confiaba con todos ellos cerca de Ary__ dijo Carmina.

André miró a Ary nuevamente y se preguntó qué sería de ella en el futuro. No podía imaginar que ella siguiera viviendo allí mucho tiempo más, y las palabras de William aún lo tenían anonadado. Su hermano pensando en pedir la mano de Ary en un unos años más, aquello no podía ser cierto. No sabía cómo es que los demás se lo habían creído, sobretodo porque la reputación de Luka era bien conocida por todos. No había libertino y mujeriego más grande que él, que se atara a una mujer y más encima que le fuera fiel, era tan probable como que Dios padre bajara del cielo y se sentara a tomar el té con ellos. André negó con la cabeza pues su hermano jamás se casaría con nadie.

Ary se removió en la cama y André se acercó a ver si estaba bien. Antes de que llegara a su lado, Ary dio un horrible grito y se sentó en la cama arqueando la espalda.

Estaba teniendo una visión.

Estaba de pie delante de Luka que tenía los brazos en alto y atados con cadenas sujetas a una gruesa viga. William estaba detrás de él con un látigo que en la punta tenía pequeñas cuchillas de plata. William levanto la mano nuevamente y golpeo brutalmente a Luka en la espalda, Ary dio otro horrible grito y fue sujetada por Tristán para no caer al suelo. Después del décimo azote Ary estaba prácticamente inconsciente en los brazos de Tristán, arqueaba la espalda ante cada nuevo golpe que recibía Luka, luego se estremecía y lloraba hasta que llegaba el siguiente azote. Después del quinceavo azote Ary quedo totalmente inconsciente, Tristán la acomodó en la cama y se alejó de ella inmediatamente cuando vio la sangre asomar por su nariz. Carmina se acercó pero se detuvo a un paso de la cama, sus manos temblaban y el color de sus ojos se oscureció ante el olor de la sangre de Ary. Fue incapaz de acercarse a ella, se alejó hasta quedar al lado de su hermano y desde allí ambos la miraban. André se acercó lentamente a ella hasta que llego a su lado, se sentó en la cama y le puso un pañuelo en la nariz. La enderezo con cuidado y presiono su nariz para detener el sangrado. El olor de su sangre era embriagante, André no entendía como no se estaba lanzando contra su cuello, o porque no estaba reaccionando como los Dávalos. Jamás había olido una sangre como la suya, podía saborearla en su boca. Miró a los Dávalos y ambos parecían a punto de atacarla.