- ¿Puedo darte mas de la mitad?- Le preguntó ella- Sigue siendo mucho para mi. Terminare como una vaca...

- Déjate de tonterías... Como si un décimo de tarta te fuera a engordar tanto...

Ivonne rió con ganas. A nadie le podría causar gracia el humor oscuro, afilado y ácido de Severus. A nadie, excepto a ella.

No intercambiaron muchas palabras durante el desayuno, y luego de que terminaran Ivonne salió de la cabaña. Bajó los escalones lentamente, respirando el aire mañanero y colocándose su gorro francés.

- Te acompaño- Le dijo Severus, que la había seguido.

Ella lo miró extrañada, con sus límpidos ojos azules. No comprendía ese ofrecimiento, pero era obvio que no se negaría. No era estúpida.

- De acuerdo, gracias- Le sonrió ella- Espero que no te canses de caminar.

- ¿Me dices viejo?- Gruñó cuando llegó a su lado y comenzaron a caminar colina arriba, por un pequeño camino de tierra.

- Claro que no. Me estaría diciéndome vieja a mí también. No nos separan tantos años...

Caminaron tranquilamente por un camino que sinuosamente se hundía entre los milenarios árboles de tronco lizo y extenso follaje, siempre subiendo.

Entre ellos, entre ese corto espacio de pocos centímetros que los separaba, circulaba la tranquilidad que ese bosque ancestral, y sus años de amistad contenían. Era como si su relación dejara de ser de amigos, y tocara los límites donde dos personas podrían compartirlo todo. Ambos seguían siendo ellos mismos. Ella no cambiaba junto a Severus. Y él no perdía su difícil forma de ser junto a Ivonne. Y eso era lo que hacia tan especial su relación.

- ¿Qué se supone que harás en el templo?- Le preguntó Severus a mitad de camino.

- Solo ir. Es una tradición. Quizás Luan toque estando nosotros allí.

- ¿Estamos caminando tanto solo por ir?- Se quejó él.

- Sev, tú te ofreciste. Te dije que íbamos a caminar mucho. Puedes regresar si quieres...

- Que paciencia la mía...

Ivonne le tomó el brazo y le dijo:

- Prometo mostrarte la biblioteca de Autorie, se que te gustará.

En total silencio, luego de muchos minutos llegaron a un claro, en la cima de la gran colina. El camino se volvía de piedra y se dirigía hacia el centro, donde una gigantesca columna de cuarzo yacía enterrada verticalmente.

En los árboles de la periferia, cientos de pequeños cencerros, campanas, llamadores de ángeles y varas de vidrio, colgaban de las ramas. La brisa hacia que todo sonara, generando la atmósfera más sublime que Severus jamás había oído.

A excepción del camino de piedra que venia del bosque y rodeaba la columna, el suelo estaba totalmente tapizado de un suave y perfecto césped, decorado con pequeñas flores blancas.

Ivonne se acercó lentamente, con la cabeza gacha y a pocos centímetros de la roca gigantesca, colocó sus manos muy cerca de la superficie, pero sin tocarlo. Ella comenzó a transferir parte de su energía al cuarzo, el cual comenzó a brillar al cabo de un rato.

La dama vestida de negro se separó y miró a Severus.

- Puedes acercarte si quieres- Le dijo ella.

- Es cuarzo- Mencionó el mientras llegaba junto a Ivonne.

- Si. La roca que absorbe las malas energías. Por eso le di un poco de mi magia, para renovar su poder. Es tarea del encargado del templo, pero está bien visto ofrecer la energía por el bien común.

McCain se alejó del pilar, tomando un segundo camino, que iba directo colina abajo.

- Vamos por aquí- Dijo ella- Es un camino directo a Autorie.

- Pensé que irías a pasar más tiempo aquí...

- No hoy- Susurró ella mientras comenzaban a bajar- El cuarzo me hizo revivir mi pasado... Uno que nunca he logrado olvidar. Y quedarme más tiempo, solo aumentará el dolor...

Severus calculó. Ivonne no estaba precisamente eufórica.

Él frotó suavemente su espalda, intentando consolarla. Para eso había ido.

- No debes olvidar el pasado, solo superarlo y aprender de él.

Las palabras del ex mortífago jamás fueron tan acertadas y útiles.

Ivonne sonrió. Se alegraba de que él estuviera allí, a su lado, ayudándola, compartiendo y enseñándole algo que él había aprendido por la fuerza, y de la peor manera.

Caminaron en silencio, hasta que un cartel de madera, tallado en francés, les daba la bienvenida a Autorie.

Le Voyage | SSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora