POV. REGINA

El calendario marcaba el 30 de julio, las instrucciones hasta el mediodía eran las mismas pero luego cambiarían, al menos eso me informó la sirvienta número uno. Había llegado exactamente a las 7 de la mañana hoy y me puse a la cocina porque creo que era mi especialidad o eso los demás lo habían comentado. Ordené la mesa del comedor donde usualmente el señor y la señora Swan tomaban su desayuno antes de ir a trabajar.

Prolijidad, elegancia, palabras que siempre recordaba cuando colocaba los cubiertos del lado correcto, los paños y servilletas, el té importado de la India y cada una de las cosas que comían a esta hora. Cuando escuché la campanilla del servicio, caminé hasta el comedor llevando un carrito con las bandejas de plata que traían sus pedidos. Con cuidado les dejé todo encima pero cuando me agaché a modo de despedida, el señor Swan me detuvo.

-Regina, hoy tus tareas van a cambiar y supongo que te lo han comunicado ¿Verdad?-. Asentí concentradamente –De las tareas domésticas se encargará otra señora del servicio doméstico pero necesitamos tu ayuda.

-Lo que sucede es que el servicio que contratamos para decorarlo tuvo un contratiempo y no podrá hacerlo, queremos saber si puedes hacerlo tú, prometemos pagarte una buena cantidad por eso-. Continuo Ingrid, me mostró una invitación –Hoy tenemos una cena con accionistas y empresarios en nuestra mansión, incluso viene el alcalde de Los Ángeles, todo debe salir a la perfección ¿Qué dices?

¿Decorar todo un salón yo en solo una tarde? Estaba parada a su lado, ellos habían dejado su desayuno allí en cambio me miraban preocupados tratando de explicar mi "misión". Eran 120 invitados repartidos en 20 mesas de 6 personas cada una. Solo llevaba una semana aquí haciendo un trabajo impecable, decían que confiaban en mí y que la verdad se sentían un poco desesperados porque todo resultara bien. Quizás tenían sus razones para estarlo, los Swan eran una de las familias más ricas del país y eso se podía ver tan solo en lo enorme que era su mansión, el tipo de vida que llenaban también. ¿Podría hacerlo? Pensé en el pago extra que me darían por esto y mis pensamientos se volvieron en un rotundo sí.

Tomé mi libreta, escribí sobre ella y se las mostré

-"¿A qué hora comienzo?"
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Emma había recibido a las 5 de la tarde una llamada de su madre desde la oficina informándole que la nueva empleada Mills no estaría disponible para cumplir cualquier orden ajena al menos el día de hoy, es decir, tenía prohibido que se le ocurriera a Emma que le hiciera el desayuno, que fuera de compras o encargos. Después de cortar la comunicación, la rubia miró ofendida su teléfono celular ¿Quién creía que era? Ella tampoco le había pedido algo a la "empleada muda" esta semana, de todas sus cosas se encargaban otras sirvientas aunque no sabía algo, durante la semana el desayuno que la sirvienta número uno subía hasta su habitación lo había preparado ella, Regina.

Como si fuese a cometer un crimen, salió despacio de su habitación hasta el primer piso, luego deseando no ser vista caminó hasta el precioso y enorme salón que había anexo a la mansión unos cuantos metros dentro de la propiedad. ¿Realmente iba a poder decorarlo todo ella? La llamada de su madre la había dejado curiosa, quizás también estaba siendo influenciada por las escasas ocasiones que la había visto estos días y el hecho que aún no podía creer que fuese muda.

Abrió una puerta pequeña en la parte trasera del salón, caminó por un pasillo y asomó el rostro para ver las 20 mesas. Su boca se abrió enormemente. No teniendo control de su cuerpo comenzó a dar pasos por el precioso suelo de madera hasta para pasearse entre las sillas. Se notaba que aún quedaba por terminar pero se veían muy bien las mesas puestas con los manteles blancos, los centros de mesa de flores y velas que flotaban en un pocillo de vidrio para cada una.

Mi Cenicienta (Swanqueen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora