Te daré mi corazón, pero no lo rompas.

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Nazaret llevaba un precioso y largo vestido de color celeste, que contenía flores por la parte del pecho y los brazos. Su pelo se encontraba en un semi-recogido, y sus zapatos con un poco de tacón hacían sonar las escaleras. Ella bajaba las escaleras mientras me miraba con una sonrisa. Muchos de los amigos de mi padre comentaban como una Blackesley podría estar aquí, pero aquello no me importaba para nada. Me acerque a las escaleras con paso apresurado y, en cuanto ella estuvo en el último escalón, le ofrecí mi mano. 


Estas tremendamente espectacular. —le dije con una sonrisa mientras continuaba contemplándola—

Tu también estas espectacular, Draco. —dijo Nazaret tomando mi mano—


Mi nombre sonaba tan bien de sus labios en ese momento. Ella caminaba tranquilamente a mi lado, tomada de mi mano, mientras que yo intentaba que mi corazón dejara de latir tan rápidamente, pero era imposible. Era totalmente imposible lucir lo más calmado posible cuando tenía a mi amiga, la chica que amaba, vestida tan increíblemente espectacular y sacando aún más a luz su hermosa y única belleza. Ambos nos colocamos a un lado, mientras hablábamos y bebíamos algo que uno de los elfos nos había ofrecido.  Hablábamos animadamente hasta que uno de los amigos de mi padre al cual no había saludado, se acerco a nosotros. Observó a Nazaret durante unos segundos y luego me tendió la mano en forma de saludo. 


Has crecido mucho desde la última vez que te vi, joven Malfoy. —dijo aquel hombre con una sonrisa—

Es lo que tenemos los niños, señor. Solemos crecer con el paso del tiempo. —dije, intentando sonar lo menos borde posible—

Ya veo que tienes novia y es bastante guapa, muy buen gusto. —comentó el hombre dándome suavemente en el hombro—


Ojala ella fuera mi novia, señor. Pero tengo que conformarme con que sea mi amiga y observarla oculto, teniendo que esconder mi fuerte enamoramiento por ella, pensé.


 Oh, yo no soy su novia, señor. Solamente soy una amiga de Hogwarts. —intervino Nazaret con una sonrisa— Es un placer conocerle. 


Amiga. Escuchar aquella palabra dolía como los mil infiernos. Cada vez que la escuchaba decir aquella palabra, sentía como si me desgarraran lentamente por dentro y yo no pudiese hacer nada. Sabía que ella siempre me miraría como un simple amigo, pero era imposible para mi no enamorarme de ella. Me enamoraba su encantadora y espontanea forma de ser, sus preciosos y profundos ojos, sus rosados y carnosos labios, su hermosa sonrisa y, sobre todo, aquella risa que era una perfecta armonía para mis oídos. A todo ello se le sumaba la encantadora belleza que tenía. Ella tenía muchas cosas que te hacían cautivarte por ella, y yo simplemente había caído cautivado sin poder evitarlo. Harto de ver como continuaban llegando amigos de mi padre para hablar con ella y no me dejaban estar con ella, la tome suavemente de la mano mientras la acercaba a mi. 


¿Un baile? —le pregunte con una leve sonrisa—

Pero si no esta sonando música, Draco. —respondió Nazaret confusa—

¿Acaso solo hace falta música para bailar? Da igual que no haya música, bailemos de todas formas. —la anime tirando suavemente de ella—

Esta bien, esta bien. —dijo Nazaret con una sonrisa—


Camine unos cuantos segundos aún tomado con ella de la mano. Su mano era tan cálida y tan suave que no quería soltarla, además de que nuestras manos encajaban perfectamente. Nos pusimos un poco apartados de toda la multitud de gente, en un espacio donde pudiéramos movernos con más habilidad. Seguí agarrando su mano mientras puse la otra alrededor de su cintura, atrayéndola a mi. Nazaret se sonrojo un poco mientras ponía su mano libre en mis hombros. Y, sin más, comenzamos un suave y lento baile. Yo me manejaba bien en el baile, pero veía que ella se movía como toda una experta. 


¿Acaso has tomado clases de baile también? —le pregunte sorprendido de su habilidad para bailar—

Mi hermana y yo llevamos tomando clases de bailes desde los cinco años. —respondió Nazaret con una sonrisa coqueta—


¡No me sonrías de esa manera!, me grite mentalmente. Si me sonreía de aquella forma durante más tiempo no iba a aguantar más esta calma que nos rodeaba. Muchos de los presentes nos miraban bailar, algunos sorprendidos y otros cuchicheaban al vernos así. Pude ver de reojo como mi padre me miraba con cara de pocos amigos mientras que mi madre esbozaba una enorme sonrisa. A mi todo aquello me daba igual. Me daban igual los cuchicheos y las miradas. Estando con ella, me daba igual todo, sentía como si solo quedásemos nosotros y no hubiese nadie más a nuestro alrededor. En este momento, bailando con ella, sentía como si el mundo se parase ante mis pies y solo fuésemos ella y yo. Era una sensación y un sentimiento perfecto. El tenerla junto a mi, con mi mano en su cadera, bailando suavemente, era lo mejor que podía pasarme. Nos movíamos lentamente y, a veces, le daba una vuelta y la hacía quedar pegada a mi de espaldas. Podría estar así durante mucho más tiempo. Podría quedarme bailando y admirando su belleza siempre. Quería besarla, pero sabría que no sería correspondido y no podría soportar aquel dolor. Así que, con todo el dolor de mi corazón, me límite a bailar con ella y admirar su belleza, mientras que por dentro sufría lenta y dolorosamente por no poder tenerla. Mientras notaba como me desgarraban al saber que ella nunca podría ser mi novia.



Complicated LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora