Soojin abrazó mi cuerpo. Ya no había espacio entre nosotros, así que apoyé mi frente sobre la suya. Quedaba poco para llegar a nuestro límite, lo sabía y por mucho que quisiéramos aguantar, no iba a poder ser.

Zafó su agarre con delicadeza y acarició mi piel en el proceso mientras llegaba al segundo orgasmo de la noche. Solo con sus contraídas paredes fui capaz de sumergirme en el mismo placer que ella. Rocé el mismísimo cielo en ese preciso instante debido a la intensidad del momento.

Al amor que sentía por Soojin.

Aguanté mi peso con miedo de aplastarla, incapaz de controlar mi respiración entrecortada. Soojin me rodeó con sus brazos y acarició mi espalda. Cuando abrí los ojos, solo pude encontrarme con su preciosa y tierna sonrisa que me obligó a besar castamente sus labios una vez más.

¿Cómo podía ser tan sexy y tan tierna a la vez? Nunca lograría entenderlo.

—Te quiero —murmuró antes de volver a besar mis labios. Salí de ella y me recosté a su lado.

Sonreí como un idiota ante sus palabras.

No tardó en reunirse conmigo casi sin darme una oportunidad a responder. Rodeó mi cuerpo con sus brazos y apoyó su cabeza sobre mi pecho. Acaricié con cuidado la piel de su brazo cuando decidí rodearla a ella también con los míos. Planté un pequeño beso sobre su cabeza. Soojin me dedicó de nuevo una tierna sonrisa que brilló en aquella oscura habitación en la que estábamos compartiendo un momento tan íntimo como ese.

—Yo a ti también, Soojin —respondí. No sabría describir con palabras la inmensidad de su sonrisa.

Levantó su cuerpo para volver a besar mis labios solo que esa vez prolongó el beso un poco más. Volví a intentar girar mi cuerpo sobre el de ella para otra ronda, pero mis planes fueron frustrados por culpa de su risa que llenó la estancia. Me apartó para levantarse de la cama y esbocé un puchero. Soojin mantuvo su sonrisa brillante hasta el punto de hacerme pensar que quizás llegaría a deslumbrarme como la luz del sol en plena mañana.

Estaba feliz, podía notarlo por eso.

Tomó algo de ropa cómoda y se la puso bajo mi atenta mirada.

—Pareces un maldito desesperado, Hoseok. —Rió mientras pasaba la camiseta por su cabeza. Una de esas miles que habían desaparecido de mi armario porque ella las usaba de pijama.

—Es que te he echado de menos —me quejé mientras me cruzaba de brazos, aún sobre la cama. Negó con la cabeza mientras se mordía el labio inferior.

—Y yo a ti, tonto, pero no vamos a pegarnos toda la noche así, ¿no? Soojin está cansada y tiene hambre —indicó en tercera persona como una niña pequeña. Negué con la cabeza mientras sonreía de lado.

—Bueno —alargué las letras—, lo que quiera la niña.

Ella cantó victoria mientras yo me levantaba de la cama.

Tenía razón, el plan tampoco era pasar la noche igual por muchas ganas que tuviera de hacerlo.

Tomé algo de ropa y planté un casto beso sobre sus labios en el proceso. Una vez me la hube puesto, bajamos las escaleras de aquella inmensa mansión a la que no me daría tiempo de acostumbrarme. Así que me dediqué a seguir a Soojin por los pasillos.

—¿Cómo es que no te pierdes aquí? —Pregunté sin poder esconder la sorpresa una vez llegamos a la cocina. Ella se encogió de hombros.

—Cada vez que teníamos la oportunidad, Yeonji y yo veníamos aquí a pasar el rato. Deben de ser los años —indicó, mientras buscaba algo que pudiéramos comer en la cocina. Tomé asiento en la enorme isleta central.

HOPE ━ j. hoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora