-Ven, ven muñequita, me traes suerte- me posicioné en sus piernas. -Mira nada más quien dobló su apuesta- alzó la mirada hacía mi padre y sonrió de una manera asquerosa.
Sonreí internamente al saber que por lo menos la cuarta parte de ese dinero doblado iría a mi cuenta personal. Aproveché el momento y tambien miré a mi padre, el cual se encontraba muy relajado y con el rostro mirando hacia su izquierda, donde estaba Briar acercandose a pasos sigilosos.
Como un gato cuando va a cazar.
Ví como mi tia le susurraba cosas a mi padre al oído, que obviamente por la música que sonaba fuerte no pude oir.
-Genial- exclamé y pase mi mano por su cuello, armandome de un valor inmesurable. -Ahora debes ganar- me acerqué a su oido y besé su lóbulo. No tenía que esperar mucho para sentir su erección, lo que evidentemente me producia asco.
-Sigue así y te llevaras todo este dinero que ganaré hoy- dijo el asqueroso hombre el cual, cuyas piernas eran mi asiento.
Asentí.
-¿Ah si? Quiero verte ganar, dame la bienvenida- respondí yo, con una voz sexual, que ni yo misma sabía que tenía.
Con cuidado me levante y me coloqué detrás de el, acomodé la peluca rojiza que Briar me había comprado para la ocasión y empezé a masajear sus hombros, mi tarea número uno estaba lista, ahora debía cumplir la dos, consistia en entretener al tipo todo lo necesario para que mi padre armara su jugada, la maldita jugada que le daría la victoria.-Sigamos- oí decir a mi padre.
-Claro que si, mi chica de la suerte está aqui- me estremecí y quise vómitar al oir decir eso a mi acompañante.
Papá bebió una copa, arrojó una de sus cartas, todos los miembros de la mesa miraban espectantes, nadie sabe lo que va ocurrir en los juegos de azar, y menos cuando hay trampa de por medio. Por su parte, su oponente hizo lo mismo, solo que sin beber, rapidamente hizo su jugada, y al parecer era la que mi padre esperaba porque vi sus ojos oscureserce y al mismo tiempo adquiria un brillo genial, ese que solo aparecia cuando su maldad iba a ser consumada. Luego mi padré realizó la siguiente jugada, su adversario lo imitó y así hasta que mi padre ganó ventaja y solo quedaban dos cartas disponibles.
-Permiteme, iré al baño
-No irás a ni un lado- me jaló el brazo y me obligó a sentarme en sus piernas. El tipo empezaba a molestarse.
Vi a mi padre morder sus labios, y se que fue porque quiso levantarse y partirle la cara al infeliz. Pero se contuvo, algo que agradecí, estabamos tan cerca.-De acuerdo- exclamé yo y sonreí.
Tomé su cuello y lo hice girar para que me mirase. Acaricié su rostro, tenia que preparar muy bien mi drama para que se quedara tranquilo. Y me dejase ir. Besé su lóbulo, me di cuenta rapidamente lo que esos pequeños roses causaban en el y aproveché mi ventaja.Tal y como papá me enseñó.
-Anda muñeca pero no demores
Al irme hice un ademán acomodando mi peluca, y al agitar mi mano le figuré un tres con mis dedos, lo que correspondía a la última carta que su oponente tenía en mano, sabía que el entendería muy bien mi señal, asi que no lo dudé y salí. Al estar dentro de la camioneta me quité la peluca y me puse más comoda, en cuanto Briar y mi padre entrasen, yo debía arrancar y desaparecer del lugar.
Cosa que no demoró mucho en pasar, pues enseguida vi a ambos entrar en la camioneta y sonreir victoriosos.-Lo hiciste Joyce, lo hiciste bien- gritó feliz Briar abriendo la puerta de la camioneta
-¡Maldita sea Joyce! Lo hiciste genial, buena manera de despedirte de este mundo. Ahora vamonos de aquí- sugirió papá
Asentí y me puse en marcha.
Al entrar a mi habitación noté que estaba algo desordenada, más de lo que la dejamos cuando me fuí, cosa que se me hizo rarisima, ya que Kenia no usaba mi ropa, ni nada mio. Seguí observando con cuidado, algo en mi me advertía que siga investigando. Saqué la ropa de mi cama y la guardé en sus respectivos cajones, hice lo mismo con mis zapatos, incluso arreglé mi mesa peinadora. Perfumes, lociones, cremas, esmaltes, brochas, maquillajes y todo lo que una chica utiliza para poner belleza artificial en su rostro. Cuando ya todo estuvo arreglado, pude notar que me faltaba un par de zapatos deportivos, y no es que sea loca, estoy segura donde los dejé.
Me puse en marcha hacía la habitación de Diana, talvés ella los lavó o los sacó para limpiarlos. Toqué su puerta con algo de temor, talvés a las 2 de la mañana se encuentre dormida, o... talvés no. Por si si o por si no, ya había cruzado todo el jardín para llegar hasta ella y no iba a regresarme.-¿Diana? ¿Puedo pasar?- Dije en voz baja, casi inaudible.
Pero no tuve respuesta asi que insistí, o me abría o entraba, porque al regresar mi vista, el jardín se veía bastante oscuro y no estaba segura de querer volver a cruzarlo hasta el amanecer.-Diana ¿estás?.
Claro que estaba, eran casi las tres de la mañana.
-Bien, voy a entrar- dicho esto me decidí a empujar la puerta dispuesta hacer un escandalo para que me abra.
¡Joder! El jardín me daba miedo ya.
-No lo haga
¡Ay Dios! ¿Quién me habla a las tres de la mañana?
-No lo haga señorita Viats, Diana está.. bueno ella está..- titubeó.
-Ella esta dormidaEra Billy, salió de no se donde para darme un susto magistral. Sentí su piel en la mia y quise desmayarme, su olor, me volvía loca, y obviamente el lo sabía.
-¡Carajo! ¿estás loco niño? Me vas a matar de un susto
-La acompaño a la casa señorita, no es hora para que ande deambulando por la casa
-Lo siento si te desperté, solo queria saber si Diana sabía don...- no terminé de hablar y me interrumpió
-¿A estas horas quiere que trabaje Diana?- alzó una ceja y me regaló una sonrisa ladeada
-Eh si, perdón, me voy- dije avergonzada, estoy segura que mis cachetes estaban como un tomate.
-La acompañaré señorita
-¿No estabas durmiendo?
-No, a las tres acaba mi turno y viene Joel- respondió tiernamente
¿Había otro guardia en casa? Que tonta fuí, ahora que lo observaba bien, si, estaba con uniforme y seguramente se dirigia a su casa a dormir. Y obviamente esto explicaba por que algunas veces no lo veía por la mañana y otras veces si, seguramente tenian horarios rotativos.
-Ah, vamos entonces que no quiero pasar más frio- le sonreí y empecé a caminar
-Permitame dejar mi celular en mi cuarto, y salgo señorita Joyce- dijo el
-Claro, y yo me quedo aquí muriendo de frio- acoté yo. -Ve rápido, me dará una hipotermia
-Si gusta pase, la invito un café- expuso el, muy felizmente
Evalué todas las posibilidades de quedarme un rato más y no me costó mucho decidir pues estar cerca de Billy era exitantemente relajador y ahora, gracias a Diana, tenia la oportunidad de tomar café con mi crush.
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Papá, ¿ya nos vamos?
Short StoryJoyce daría la vida por Kenia y su padre, su padre a pesar de ser una desgracia para la humanidad, las amaba con cada latido de su podrido corazón.. pero ¿Kenia? ¿Que haría Kenia por ellos?
Cápitulo 6
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