Ignorar lo sucedido era lo único que la mantenía fuerte, pero ¿Cómo podría hacerlo cuando ese infeliz estaba cada día junto a ella?

—¿No te has preguntado donde esta? — claro que lo había hecho, cada día desde que llego a ese lugar se había preguntado una y otra vez donde estaba su esposa, pero prefería no saberlo.

—No se porque debería preguntarle sobre su vida íntima, con permiso, la señora me necesita

—Ya mismo mando a alistar el carruaje — rendido Virkam no insistió mas, al menos por ahora era una perdida de tiempo.

Ella jamás entendería el porque de su decisión, entendía perfectamente sus sentimientos porque él mismo los compartía, pero, él sabia a lo que se tenía que enfrentar cuando se casó de manera rápida dejando a Clara sin respuestas y aunque le dolía en el alma, era una decisión de la cual no se arrepentía, le debía a esa familia ese sacrificio, su difunta esposa no merecía ser desprestigiada.

—¿Desea cambiar de vestido señora?

—No, entre mas rápido salga de este encierro será mucho mejor.

El carruaje no duro mas de media hora en estar listo, el camino esta vez fue mucho mas gratificante y cómodo que cuando llego, aunque claro estaba que esta vez estaba descansada y con ganas de salir al pueblo.

El aire corria con mas frio de lo usual, incluso llegaba a traspasar el abrigo de lana que la cubria, pero así nevara, nada le impediría salir de esa hacienda, que aunque cálida y amañadora era algo solitaria para ella, ya había vivido muchos años bajo las sombras de su esposo, incluso después de muerto guardó su luto enclaustrada en un convento, ahora no volvería a repetir esa historia, no ahora que era ella quien tenía el poder ahora.

—Buenas tardes madame Giselle, no sé si me recuerde, yo vine hace unos...

—Como olvidar un rostro tan delicado como el suyo, claro que la recuerdo señora Hamsley, pero... aún no están todos sus vestidos - dijo la festiva mujer recordando que esa semana debía entregar su pedido. -Aunque, ya que está aquí, le diré a las muchachas que revisen por si hace falta uno que otro detalle.

Madamme Giselle era una mujer muy folclórica, pero en cuanto a moda y vestidos elegantes nada mejor que una dama Parisina para esta labor, aunque no era reconocida en Londres, una gran parte de los condados la conocían, bueno, al menos las damas.

Dayanne parecía una niña entre tantos vestidos, su tez Nivea y cabello negro la hacían ver cómo una auténtica muñeca de porcelana, cada vestido que se media le gustaba más que el anterior, los colores vibrantes combinaban a la perfección con ella, Christine había logrado que su lado vanidoso saliera a flote un poco, pero las bellezas que había hecho madamme Giselle la habían hecho sentirse más atrevida, por primera vez en su vida iba a vestir realmente a la moda.

¡Sin duda Christine e Isabelle debían conocer esta boutique!

Mientras alfileres iban y venían, Dayanne escuchaba lo que las demás damas hablaban y aunque parecía estar atenta solo a sus vestidos, no podía evitar oír las palabras que viajaban en el aire.

—¿Hay algún evento importante? — pregunto Dayanne tratando de sonar indiferente.

—Si señora, aunque el pueblo se vea aburrido siempre hay algo que hacer, es difícil aburrirse en un lugar tan festivo como este. - respondió la joven mientras daba unas cuantas puntadas más al vestido. —Hoy en la casa cultural hay un evento abierto para los de estrato alto, es una exposición de arte.

—¿Cualquiera puede asistir?

—Cualquiera de su posición social señora — Dayanne bajo el rostro, por primera vez se sentía avergonzada de su estatus social.

—Los de clase baja preferimos festejar de una manera más alegre, por eso este pueblo es folclórico, todos tenemos una manera diferente de pasar el tiempo — dijo sin siquiera notar la incomodidad inicial de Dayanne.

Las palabras de aquella costurera le calmaron su incomodidad. Al parecer ese pueblo era de más ambiente de lo que aparentaba, sin duda quería asistir y más porque era una exhibición de arte, ella amaba las pinturas y cualquier otra obra que considerara artística, pero aunque no tenía nada que perder, le daba algo de miedo asistir sola.

—Señora Hamsley ese vestido sin duda le queda maravilloso y no lo digo porque sea de mi creación — la alegría y espontaneidad de madame Giselle la hacía recordar un poco a Christine, aunque ella tenía más recato que la mujer frente a ella.

—La verdad es que es un gran vestido, digno para una velada, aunque no tengo ninguna a cual asistir — aunque no lo usará en su estadía allí, lo guardaría para cuando empezará la temporada en Londres.

—Como que no hay donde ir, eso es lo que sobra en este lugar, es más, apuesto un ojo de la cara que te verías espectacular asistiendo al baile de máscaras de Lady Cambridge.

—¿Baile de máscaras? Tenía entendido que era una exposición de arte

—Esta confundida señora Hamsley, la exposición es hoy y el baile el sábado.

—De verdad que este no es un lugar para aburrirse.

—En eso tiene toda la razón, cuando llegué de Francia pensé que no encontraría un lugar tan colorido y alegre como mi país, pero al llegar a este lugar me sentí como en casa y aunque no sea de la aristócracia, me he ganado a pulso mi estatus — la mujer caminaba de un lado a otro haciendo mover su vestido al compás.

Dayanne se sorprendía cada día al ver que una mujer como ella, podía llegar a conocer gente nueva y diferente los unos de lo otros.

—Pensamos lo mismo madame Giselle, ya me encontraba demasiado aburrida en la hacienda.

—¡Ya se! ¿Vendrías a la exposición con esta vieja dama?

Y antes de decir si, Dayanne se encontraba hospedada en un hotel, vistiendo con unos de los nuevos trajes, peinada para la ocasión y esperando a Madame Giselle, quien voluntariamente se había ofrecido de compañía, aunque en el fondo sabía que las indirectas habían dado en el punto. Además, quería conocer más gente, divertirse y quizás hasta malgastar un poco de dinero comprando piezas de arte que fueron negadas cuando se unió a su difunto esposo.

Por fortuna el vestido más abrigado era uno de los que ya estaban listos, no tenía escote ninguno, pero transmitía elegancia y poder, seguro hasta la reina lo envidiaria.

Nada más puntual que Madame Giselle, llegó cinco minutos antes de la hora a buscarla.

—¿Cómo me veo? — Dayanne no estaba acostumbrada a asistir a algún evento sin compañía cercana y eso la hacía sentir ansiosa, pero madame Giselle le transmitía cierta tranquilidad.

—Definitivente hermosa, cada día va creciendo su seguridad señora y eso la hace ver más atractiva.

—Me cuesta un poco creerlo pero, me siento bien, es como... Si estuviera saliendo de una cueva y tuviera todo un prado lleno de flores frente a mi.

La mirada de Dayanne estaba puesta en la figura del espejo, estaba fija en esa mujer que estaba allí de pie y a punto de salir a un evento social acordé a lo que ella le gustaba y no a lo que su esposo en su tiempo la obligaba o a lo que su madre le imponía mientras vivió bajo su techo. Por fin era libre de tomar decisiones y aunque aprendió a ser un poco más independiente cuando conoció a Christine e Isabelle, no dejaba de pensar en lo que su madre opinara.

Ahora era solo ella, única y exclusivamente ella sería quien decidiera sobre las decisiones que tomaría sobre su vida, sobre su actuar, sus amistades y que círculo social frecuentar, hoy era el comienzo de una nueva vida, una donde podría ser ella.











Pacto Nupcial. (Serie Noble Desamor IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora