—¡Hasta pronto, Chloe! Gracias por todo —susurra Maya junto a un gran abrazo.

     La verdad nunca he sido fanática de las despedidas, son momentos nostálgicos en los cuales las palabras se desvanecen en el aire.

     Cuando la hermosa chica acaba de despedirse de todos nosotros, sube al auto y se aleja de la casa de recuperación.


No pasan muchos minutos para que otro auto llegue. Este es el mío. Así que comienzo a despedirme de todos, empiezo con Estela a quien le agradezco desde mi corazón todo lo que quiso por mí. Luego, continúo con Lucy, mi psicóloga, a quien debo gran parte de mi recuperación.

     —Voy a extrañar mucho a la chica loca del grupo —menciono cuando abrazo a Zoe—. Espero que logres hacer realidad tu sueño de cantar —añado y ella me responde con una gran sonrisa.

     Zoe tiene la idea de comenzar a cantar en restaurantes y bares en los cuales hay escenarios. La verdad, tiene futuro en el canto, su voz es hermosa.

     —Ojalá puedas volver a bailar pronto —exclamo al acercarme a Camila. Ella solo me responde con una mirada triste. Ella es la que ha tenido más complicaciones en su recuperación. Camila suele tener muchas recaídas en cuanto a su anorexia, por ende, le tienen prohibido volver al ballet, ya que su ambiente no tiende a ser muy bueno, especialmente en temas de comida y peso corporal.

     —¡Te voy a extrañar! —dice Aiden y me abraza con fuerza—. ¡Adiós, futura pastelera! —comenta él, lográndome sacar una sonrisa.

     Cuando acaba la parte emotiva, tomo mis maletas y me encamino hasta el vehículo. Sin embargo, antes de entrar al auto, me despido con la mano y una pequeña sonrisa alegre.

     —¡Hola, cariño! —dice mi madre en el asiento del conductor, lo cual me tiende a asombrar—. Luego, hablaremos —comenta al ver mi reacción—. ¡Te extrañé!

     Fue así como nuestro viaje de vuelta a casa comienza, sin embargo, mi madre hace una pequeña parada en un restaurante de uno de los pueblos por los cuales debíamos pasar para volver a Winnipeg.

     A pesar del enorme menú que nos presentaron, solo decidimos pedir un par de batidos de crema.

     —James y yo nos separamos —dice ella, luego de llevar algunos minutos en completo silencio.

     —¿Cómo sucedió? —pregunto muy asombrada. Ella con la voz entrecortada comenzó a contarme que ya no quería estar con él, además, vio el maltrato que me daba y el poco interés que tenía en nuestra familia.

     —Matthew seguirá en nuestro departamento, yo continuaré con el diseño de prendas y tu —menciona y se detiene con una pequeña sonrisa—. Tu podrás estudiar pastelería —comenta con alegría—. Realmente, quería que tuviéramos un nuevo inicio.

     —¡Gracias! —digo, ya que son las únicas palabras qué encuentro. Esta noticia me tomó muy de sorpresa cómo para saber qué decir—. ¿Qué sucedió con él?

     —James se mudó a otra ciudad —indica mi madre—. Fue difícil, pero logré ganarle en la corte. Matthew y Holden fueron unos maravillosos testigos.

     —¿Holden? —cuestiono con curiosidad.

     —Cuando se enteró de nuestra situación judicial, ya que James se rehusaba al divorcio, él quiso ayudarme —menciona con una pequeña sonrisa y coloca su mano sobre la mía—. Es un chico grandioso.

     —Lo es —susurro.

     —Chloe, finalmente somos libres —exclama mi madre con los ojos llorosos—. Soportamos mucho daño de él, era momento de acabar con eso —añade ella, confirmando mi idea que de mi madre temía a mi padre y vivía bajo su sombra.


Luego de acabar nuestras bebidas y de tener una cálida conversación, continuamos con el viaje mientras colocamos algo de música de fondo y charlábamos sobre mis últimos meses en la casa de recuperación.

     Algunos minutos pasan y el vehículo se comienza a adentrar en la ciudad. Edificios altos, personas con prisa por las aceras, tiendas con descuentos en ropa otoñal y parques repletos de niños jugando con las hojas caídas de los árboles. Sí, definitivamente ya nos encontrábamos en Winnipeg.

     Mi madre lleva al auto hasta el estacionamiento del edificio en donde se encuentra nuestro hogar, luego de eso, tomamos el ascensor hasta llegar al piso de nuestro departamento.

     Al abrir la puerta, ese aroma a vainilla de nuestro hogar me acarició y a la misma vez, me puso bastante nostálgica.

     —Lo lograste, mi guerrera —expresa Matthew entusiasmado. Me acerco a él y lo abrazo como nunca lo había hecho—. ¡Te extrañé demasiado!

     —¡Yo igual! —menciono y los ojos se me cristalizan de lágrimas.

     —Panky estuvo en buenas manos —exclama él—. Estos meses los pasó en mi habitación —añade con una pequeña sonrisa.

     Meses atrás cuando debía decidir con quien dejar a Panky, pensé en Holden, sin embargo, me dio algo de vergüenza, ya que hacía pocos días lo había cuidado. Así que le conté a Matthew mi situación y él insistió en ser el responsable de mi amigo peludo por los siguientes meses.

     —Aquí está toda mi agenda para lo que queda de este año y para el próximo —exclamo y se la muestro a mi madre.

     —Tendrás que ir al hospital dos veces al mes —menciona mientras lee todos mis apuntes—. Hay que comprar suplementos nutricionales y pastillas para el dolor.

    —Ahora debo salir a comprar algunas cosas, puedo buscar eso también —dice Matthew quien se acerca a mi madre y comienza a leer la agenda.

     —Te lo agradecería —indica mi madre—. Yo me encargaré de agendar las citas médicas en el hospital.

     —Perdón por ponerles tanto trabajo —susurro un tanto frustrada.

     —Lo importante es que estás aquí, por lo demás no te preocupes —expresa mi madre con una mirada dulce, yo solo le brindo una pequeña sonrisa.

     —Iré a mi habitación a dejar todo esto —menciono y tomo todas mis maletas.

     —Es bueno tenerte de vuelta —dice Matthew y tanto él como mi madre, me miran con ilusión.

     —Es bueno tenerte de vuelta —dice Matthew y tanto él como mi madre, me miran con ilusión

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Mi Cuerpo, Mi Maldición | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora