—¿Pensar qué? —Dijo ella.

—¡Él te está controlando! Una simple mirada basta, ambos lo sabemos —Dijo Liam.

—Lamento decepcionarte pero mi control sobre otras personas es nulo por no decir inexistente —Dijo Damon y Liam le echó una mirada asesina.

—Estás mintiendo —Dijo Jess y retrocedió con cuidado y atemorizada un paso—. Siempre mentiste. Eres uno de ellos.

Lizz vio enseguida la intención de Jess en sus ojos y reaccionó al instante. Otra vez le apuntó y ella se congeló en su lugar, Lizz no podía simplemente permitir que huyera y luego develara el secreto de Damon a todos. Ella sabía que si Jess intentaba algo un simple disparo al tobillo bastaría.

—Jess, dame tu celular —Dijo Liam.

Lizz suspiró con incredulidad y cansancio antes de bajar otra vez el arco y la flecha. Le echó una mirada de advertencia a Jess para que no intentara nada, ella podía llegar a ser muy rápida en volver a apuntar y disparar y realmente prefería no tener que herir a la muchacha.

—¿Liam, realmente? —Preguntó Lizz—. ¿Qué harás?

—Sacarte de aquí y advertirle a la Sociedad —Dijo él.

—No puedes estar hablando en serio —Dijo Damon y Liam lo miró seriamente—. Sabes, preferiría que no fueras un estorbo para mí. Puedo dejarte inconsciente antes de que marques un número.

—Puedo herirte con mi sable antes de que lo intentes —Dijo él y Lizz puso los ojos en blanco.

—Hombres, siempre compitiendo por quien mata al otro primero —Dijo ella y suspiró con exasperación—. Caballeros, a diferencia de ustedes, yo puedo apuntar dos flechas a la vez y darles a ambos objetivos así que si ambos se atacan entre ustedes ambos terminarán con una flecha en algún lado. Realmente, desearía no desperdiciar dos flechas en esto.

—¡Te está controlando! ¡Es como un monarquista pero vivo! —Dijo Liam—. Lizz, piensa coherentemente por tan solo un segundo.

—Tú piensa coherentemente un segundo y date cuenta de que hasta el momento no te he callado por más de la amenaza que representas para mí —Dijo Damon y él lo fulminó con la mirada.

—No tengo idea de lo que habrás hecho para que mi hermana confíe en ti pero no funcionará conmigo —Dijo él y puso una mano sobre la empuñadura de su sable—. Apenas salga de aquí no descansaré hasta que la Sociedad sepa y se ocupe de ti.

—Entonces te demando —Dijo Lizz tranquilamente y se apoyó contra la pared del pasillo, Liam la miró incrédulo.

—¿Qué? —Dijo él y ella sonrió ante su victoria.

—Artículo cincuenta y nueve, párrafo tres, línea siete de la ley universal de la Sociedad —Dijo ella y su sonrisa se ensanchó—. Cada miembro de la Sociedad que se encuentre en una condición fuera de la considerada normal tiene derecho a ocultarse si lo desea y mantener su secreto a salvo de la Sociedad. Es parte de la reforma que hubo hace unos años.

—¡Eso es ridículo! —Dijo Jess.

—¿Quieres confirmarlo? —Dijo Lizz mirándola con curiosidad y luego se fijó en Liam—. ¿Romperás la ley hermano? Es curioso que la única ley que sé recitar completamente de memoria sea de gran utilidad ahora. Te puedo decir el año en el que fue creada y quien inició el proyecto si quieres. De hecho, hasta puedo conseguirte el teléfono del miembro del parlamento en Londres que se ocupa de aquella parte de la ley.

—Es imposible —Dijo Liam.

—¿Recuerdas cuando teníamos cinco años y bromeabas diciendo que un día me demandarían por presentarme con otro nombre? Adivina qué, yo soy un caso especial como esa ley indica y puedo dar otro nombre sin problema si lo deseo —Dijo ella e hizo un ademán con la cabeza—. Él es un caso especial y si recurres a la Sociedad estarás rompiendo la ley. Estoy en todo derecho de demandarte por ello.

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