—Lo dice el que trajo a su novio angelical a una tienda de adultos sólo para un "disfraz" ¿Acaso estás tentándome para usar alguno de esos conmigo? —señalé a otra colección de juguetes sádicos.

—Depende bebé, déjame primero verte en lo que tengo en mente. —Sugirió con aura perversa.

Me negaba rotundamente a usar lo que Austin quería, orejas de conejo como las de Ariana Grande, pero blancas y unos shorts a juego que dejaban mucho que desear con una camiseta rosa que enseñaba la mitad de mi abdomen, honestamente no me venía mal, pero, ¿él sabía lo que hacía? Exhibirme de esa manera atraería a cualquier cantidad de pervertidos hacia mí, no quería ir a una fiesta de Halloween para terminar violado por Jackson el destripador.

—Demonios, estoy duro solo de verte así. —Me ruboricé cuando se agarró su paquete corroborando sus palabras, ambos estábamos en el pequeño espacio con un espejo y cajitas de condones alrededor que decía ser el probador, él se pegó más a mí frotando su entrepierna endurecido contra mi trasero, me giré para besarlo y comenzamos a devorarnos con furor.

—Aquí...no, estamos en un lugar público.

—El imbécil de Jason no sabe lo que se perdió.

Me separé bruscamente cuando el nombre golpeó mis oídos, indescriptiblemente la irritación llegó a mi cuerpo esparciéndose como lava, Austin había perdido su mal hábito de compararse con Jason, al inicio pensé que era en algunas cosas, solo para darme cuenta que de vez en cuando dejaba ir un—Jason no es mejor que yo en eso o aquello. —Debía hablar con él sobre eso.

—¿Qué pasa? —interrogó confuso

—Nos estamos calentando demasiado—hice un gesto hacia su paquete posando mis manos sobre sus hombros—hasta donde recuerdo solo vinimos por un disfraz y creo que causó el efecto deseado. —sonreímos.

—¡Ups! Lo siento me dejé llevar, pero no es para menos bebé, aunque ahora me arrepiento de escogerte este disfraz, tendré que estar pendiente de ese traserito tuyo toda la noche.

Austin me ayudó a cambiarme y me amenazó con besarme delante de todos si no lo dejaba pagarme el atuendo.

—Aún no hemos almorzado—añadió cuando nos subimos a su carro.

—Estoy que me como un toro vivo.

—Pues «olé» ¿Te apetece cocina española hoy?

—¡Dios mío! Muero por una paella.

—Sus órdenes son mi felicidad, sé de un lugar con las mejores paellas de todo Seúl.

Bromeé acerca de lo masoquista que había sido su última frase, llamó al restaurante para confirmar si tenían mesa para dos e hizo una reserva, según él no nos tomaría mucho llegar. De nuevo Lana del Rey invadió mis oídos todo el camino hacia el restaurante, pero me encantaba ver la pasión con la que Austin cantaba y manejaba, se veía feliz y eso de alguna manera tenía efecto en mí.

Habíamos llegado a Seocho-Gu, y la cantidad de gente en el interior confirmaba que era bastante bueno el lugar, Austin se apuró en llegar a la entrada para decirle a la chica que nos recibía que teníamos una reserva, habló unas palabras y nos invitaron a sentarnos en nuestra mesa. El pequeño restaurante con música vívida y hermosa en su lenguaje, instantáneamente me enamoró, miré a mis alrededores la decoración minimalista y recordé cuanto mi madre ama la comida española.

—¿Te gusta? —sonrió

—Me encanta, tienes ese don de conocer tantos lugares ideales que siempre me apetece dejarme llevar, incluso si es una tienda de juguetes sexuales como la de hoy.

Roommates to Lovemies [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora