Tomamos asiento y pedimos algo de entrante.

-Qué... raro ha sido todo- ríe Hanna

- Ya...- digo mientras observo desconfiada la mirada de unos chicos hacia nosotras.

Siempre elegimos buenos lugares, sin duda...

-¿Te pasa algo? - pregunta alzando una ceja.

-detrás de tí, a unos metros hay unos hombres que nos miran- digo dirigiendo mi vista a ella- no me dan buena espina.

- ¿en serio?- ríe- invitarles a una copa nena- bromea poniendo voz ruda.

- Ya... - río rrestandole importancia a la situación.

- Ya...- me imita Hanna con sorprendente talento.

Ambas reímos ante la situación tan extraña a la vez que graciosa. Paro en seco en cuanto veo que dos de los hombres se acercan a la mesa.

- Hanna, se acercan, Do a de ellos se acercan- digo poniendo los ojos en blanco.

- Bueno, a ver cómo los espantas señorita rompecorazones- ríe, contestó con un enorme suspiro de pesadumbre.

No estoy de humor para tratar con hombres.

- Hola chicas...- dice el más alto de ellos, portaba una chaqueta de cuero y unos vaqueros algo desgastados, no me transmitía confianza.

- Hola- responde Hanna sin dirigirle la mirada, es algo que la caracteriza en cuanto ve a un hombre que no le interesa.

Suspiro hondo y me dirijo a él con una sonrisa de lo más falsa en mis labios.

- Hola ¿qué tal?- digo desinteresada.

-Bien, bonita camisa- responde el más bajo, este llevaba una camiseta de Nirvana, me dio pena el pensar que seguro no tenía idea de que Nirvana era una de las mejores bandas del siglo pasado...

Observa mi camisa de Rammstein ¿quién era yo sin portar una todos los días? Hanna ríe burlona.

- Lo mismo digo.- contesto señalando la suya.

Ambos ríen por razones que no comprendo.

-¿ podemos?- señalan las sillas libres que se encuentras contiguas a nosotras.

-Sí... por qué no- contesta Hanna con desinterés nuevamente, ella está acostumbrada a que los chicos la acosen, es muy guapa. Ella sabe como lidiar con estas situaciones.

- Les gusta... ¿Rammstein?- gira la cabeza en señal de pregunta- ¿se pronuncia así, no?

-Sí- digo con una media sonrisa dirigida hacia Hanna, la cual pedía ayuda con su mirada.

- He oído algo de ellos- dice el bajito- son nazis- pone cara de desagrado.

Una carcajada cruza mis labios casi de repente.

-Sí- dice Hanna dirigiéndome una mirada complice- Son neonazis, igual que nosotras- dice con total convicción.

El alto alza una ceja incrédulo.

-Queremos un cuarto reich- digo seria, y noto cómo Hanna se tapa la boca en señal de esconder su inminente carcajada.

Ambos hombres se miran entre sí extrañados.

-Sí... ¿es una broma no? - dice el bajito.

- ¡Para nada!... somos fangirls de Franco y de Hitler- dice Hanna poniendo los codos sobre la mesa y sonando algo sarcástica. Tengo que apartar la vista unos segundos para no reír.

Ambos vuelven a compartir miradas y noto cómo se incomodan. Ahora es el alto quien interviene.

- Bueno... nosotros nos vamos.- concluye mientras se levantan nerviosos.

Ambos se alejan a paso rápido sin ni siquiera mirar atrás.

Pocos segundos después nuestras carcajadas se hacen presentes en todo el establecimiento, hacía mucho que no hacíamos este tipo de cosas juntas, ya lo echaba de menos...

En cuanto no comienzan a dar calambres en el estómago nuestras risas se van apagando y las sustituye una mirada de melancólica.

En cuanto terminamos de comer (cosa que hicimos con verdaderas ansias) decidimos que ya era hora de hablar seriamente sobre lo que, emocionalmente hablando, nos había ocurrido estos días.

EphemeralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora