-Hele, ven aquí –llamó una voz conocida, y vio a Alex un poco más atrás, con un hombre más alto que él, lo cual era notable; y unos planos.
-Buen día Alex, buen día Roger –saludó con paciencia de maestra.
-¿Llegas tarde? –la regañó Alex. Roger puso mala cara, pero nada dijo para contradecir al general.
-No llego tarde ni temprano, llego cuando debo hacerlo –ambos rieron.
-¿Pues no has traído tu vara, mago? –ironizó Alex.
-Yo antes era más ágil –suspiró-, y ese piso de adoquines es bastante complicado para mi gusto… y este calor horrible, cielos, oí que es el verano más cálido en cincuenta años –asintieron.
-La Compañía del Águila Dorada se encargará de la entrada –dijo Alex señalando la Gobernación en los planos-. Eso será al mediodía, justo antes del cambio de guardia, los tendremos más cansados.
-Vale, sabía que tus muchachos podrían hacerlo, Roger –el soldado asintió-. Pero una cosa, creo que debe hacerlo Lya. Los primeros minutos al menos, es menos intimidante que tú, los agarrarán más desprevenidos.
-Como ordene mi Reina –sonrió el soldado. Alex puso los ojos en blanco, preguntándose por qué esa fórmula se había hecho tan popular entre los soldados. ¿De dónde la habían sacado? ¿A quién se le ocurrió? ¿Y por qué Helena no los detenía? ¿Le gustaba acaso el tratamiento, la haría sentir importante, o sería otra cosa?
-Roger, intenta no morir, ¿quieres? –sonrió, en verdad era lo que querían todos. El asintió-. Bien, porque te tengo una tarea. Mejor dicho, dos tareas.
-Espera, Hele, sé lo que quieres pero ¿te parece? ¿Crees que las Águilas son los indicados? –ella se encogió de hombros. No le gustaba que el General la desautorizara frente al resto de los soldados, y menos frente a sus Águilas.
-¿Quién sino? ¿Tú lo harás? ¿Yo lo haré? No podemos estar en todos lados, tenemos que delegar, y las Águilas son lo mejor que tenemos.
-No fallaremos, mi Reina –sentenció Roger bajando la cabeza.
-Bien, quiero que me traigan al viejo Adam Dusth y a la Reina, vivos –suspiró-. Los necesitamos para la ejecución –Alex se sorprendió pero no objetó. Para las cámaras, tenían que ejecutar a los actores que tan bien habían interpretado sus papeles de Alto Canciller y Reina. Pero el verdadero Alto Canciller ya estaba muerto hacía rato. Y la verdadera Reina, Elizabeth Tudor… sólo Helena sabía que se tramaba con ella. Alex confiaba en su amiga, pero eso no quitaba que tuviera un miedo atroz.
-Por supuesto, mi Reina –Alex se ofuscó, otra vez con eso.
-No esperaba menos, mis Águilas –sonrió con dulzura. Quizá era sonrisita que los compraba a todos-. Alex, gracias a ti también por confiar en mí. Sé lo difícil que ha sido –eso lo descolocó, y de pronto todos los celos se acallaron. Podía ver por qué todos la querían, y se había hecho querer en tan poco tiempo, sólo después del 20 de junio cuando comenzaron a reclutar; y más aún luego del tiroteo donde había estado tan cerca de morir. Pero sabía que aquello jamás llenaría el hueco de su corazón roto, que había tristeza detrás de cada sonrisa.
-Lo has hecho bien, Hele; has tenido un buen maestro –lanzó, refiriéndose a sí mismo, comprendiendo que mientras las Águilas estuvieran con los actores ellos tendrían que ir a buscar a la verdadera Reina. No parecía tan sencillo.
-Helena –la llamó Lya. Era algo parecido a una amiga, algo bueno para variar, a veces sentía que hablaba todo el tiempo con puros hombres. Demasiados huevos para su gusto cuando se ponían pesados. Dejó a Alex y a Roger y se acercó a la mujer.
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Inmortal
AdventureEn un futuro no muy lejano, luego de la Tercera Guerra Mundial, el mundo es un lugar diferente. Los países que conocíamos ya no existen, sino que nuevos reinos se erigen, enormes y atemorizantes. La libertad parece haber sido un precio pequeño que l...
Capítulo 18
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