Capítulo 2: ¡Tenemos una presentación! (Parte 3)

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Recibió una lamida en el cuello y una invitación: —¿Quieres terminar esto en otro lado?

Mitch se detuvo, como si eso lo trajera de vuelta a la sensatez. Ya tenía la camisa desabrochada y una mano acariciando una erección que no era la suya; además, quedaban cuatro minutos en el armario, según escuchó.

Quería... suponía, terminar eso, pero... si salían y se iban a otra parte, todo el mundo sabría. Quizás ya asumían cosas por no escucharlos hablar o contestar a sus gritos.

—No sé... —murmuró, mirando hacia la puerta. —¿No podemos quedarnos aquí...?

—¿Para lo que quiero hacer yo...? No, no podemos —respondió Dexter, sonriendo en la oscuridad. Había algo en Mitch que le atraía, más allá del evidente parecido con su hermano mayor. —Quiero... — comenzó a decir, mas terminó haciéndole entender su idea al tomarle la mano y succionar uno de sus dedos. —No alcanzamos en tres minutos.

El rostro de Mitch se prendió. ¿Acaso quería...? ¿Así como... con su boca...? ¿Por qué querría hacerle eso? Es decir, ¿qué podía tener de agradable para él? Sonaba muy bueno para ser verdad.

—¿Por qué? —preguntó en voz baja, respirando aún algo agitado. Tenía que calmarse antes de salir, pero no lograba quitarse la imagen de la cabeza de Dexter... haciendo eso. ¿Estaba mal querer que lo hiciera de todas formas?

El baterista notó que sus palabras causaron un efecto en Mitch, al que contestó con un escueto y simple: —¿Por qué no?

La conversación no pudo continuar. Ambos tuvieron que acomodar sus ropas de manera que no se adivinara lo que pasó ahí dentro, principalmente porque Mitch se moría de vergüenza y sólo la idea de que les abrieran la puerta fue suficiente para matar sus pasiones.

Cuando los sacaron de allí, Mitch rió en voz alta y se fue en dirección opuesta del círculo de juego. —No, no, yo no vuelvo allí —alegó.

Se escucharon muchos "¡Wooooo!" por parte de varias personas que se concentraron en lo orgulloso que se veía Dexter más que en lo apenado de Mitch. De hecho, los pocos que lo vieron salir en dirección contraria le palmearon la espalda diciéndole que era un suertudo.

—¡Ahh, fue muy bueno, muy bueno! —se jactó el chico. —Pero tengo la garganta seca, luego entro a jugar otra vez.

Tomó su vaso descartable lleno de varios tipos de alcohol que no se molestó en confirmar y comenzó a seguir a Mitch, lo cual resultó una tarea más complicada de lo que anticipó. La gente lo detenía a medida que pasaba para felicitarlo por el concierto del baile y eso incluía un intercambio de nombres, números y selfies, porque Dexter no se hizo así de popular ignorando a sus fans. También se distrajo viendo que Alex ya estaba en ropa interior y que el círculo se propuso dejar en iguales condiciones a Matt; tomó un par de fotos para molestarlos luego.

Mitch consiguió desaparecer, entrando a un cuarto cualquiera, sin fijarse que había una pareja en la cama, pues todo lo que quería era encontrar una ventana y trepar al techo, pues necesitaba aire. Allí, en silencio, se recostó de espaldas y miró el cielo. La única razón por la que se encontraba en esa fiesta era porque sus amigos lo obligaron a ir, diciendo que no podía quedarse en su casa sufriendo por Allison, la chica que rompió con él ese día. Ni siquiera solía beber alcohol, muy metido en su mundo de deportista, sólo lo hizo por presión grupal y ese dolor en el pecho que no se iba.

Aunque... debía admitir que esos siete minutos con Dexter en el armario sí lo llevaron al cielo. Creía que le dolía menos lo de su ex.

En el pasillo, Dexter vio una pareja salir apresurada y tuvo una corazonada, por lo que entró y cerró con pestillo. Buscó con la mirada hasta que se le ocurrió asomarse por la ventana.

La banda: El inicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora