Capítulo # 57 Perfección

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Y de pronto, había algo por lo que luchar.

* * * *

Miro como Andrea me sonríe con timidez, mientras lentamente se va sacando la ropa que tiene puesta.

Me acomodo mejor en la cama, observando el espectáculo más erótico que había presenciado en muchos años.

Es tan jodidamente preciosa, los kilos que según ella le sobran no los veo por ninguna parte, sino que curvas exquisitas que me gustaría tanto poder recorrer con mis manos, con mis labios, con las que sueño despierto y dormido.

—Eres muy hermosa, Andrea —le digo, porque sinceramente no puedo creer que tenga inseguridades sobre su belleza, sé que todo eso proviene del engaño de Justin, pero yo ahora me encargaría de devolverle toda la autoestima que perdió, sería nada a comparación con lo que ella me devolvió a mí.

La esperanza.

—Gracias.

Se me seca la boca cuando ella queda expuesta y vulnerable en frente de mí, con nada más que lencería y unos tacones que la convierten en el sueño húmedo de cualquier hombre heterosexual.

Siento una parte de mí empezar a crecer con expectación, listo para la acción.

Le hago señas con un dedo para que se acerque hasta mí. Ella camina lentamente haciendo que mi deseo aumente a niveles desproporcionados, cuando la tengo a mi alcance la tomo de la cintura y la tiro a la cama colocándome encima de ella.

Ella se ríe feliz y yo sonrío como un idiota hechizado, sus ojos tan grandes y hermosos me miran llenos de afecto y yo me siento derretir.

Esa combinación de dulzura, con su cuerpo hecho para el pecado me tenían en perpetuo estado de excitación desde la primera vez que la vi, y gracias a eso pasé mucho tiempo imaginando como la haría mía, en posiciones una tras otra más morbosas que las anteriores, pero ahora que la tenía aquí conmigo, a mi merced bajo mi cuerpo, no tenía ninguna fantasía más que estar dentro de ella para hacerle el amor.

Hace tanto que no me ocurría, ni se despertaba ese lado más sensible de mí.

Por muchos años me conformé solamente con follar.

Después de la muerte de la mujer que amaba más que a mi propia vida, me conformé sabiendo que ninguna otra mujer me importaría ni la mitad de lo que ella lo hizo, pero estaba equivocado, porque ahora no quería follar a Andrea, quería amarla despacio, entregarle más que placer, hacerle el amor.

Sin darme cuenta, esta linda mujer me empezó a conquistar el corazón, ocupando un espacio que siempre pensé que estaría reservado.

—Eres una niña traviesa y hermosa y muy muy sexy —le digo, totalmente encendido.

—¿Te gustó el conjunto? Me lo acabo de comprar.

—Me encanta, pero no tanto como para dejártelo puesto. Te quiero desnuda, y sentir toda tu piel contra la mía.

Ella traga, afectada por mis palabras.

Acaricio con ternura sus mejillas ruborizadas, la beso lentamente tomándome mi tiempo para saborearla, para conquistarla tanto o más como ella a mí, y para grabarla en mi mente para siempre.

Gimo enardecido por la pasión que me empezaba a consumir las entrañas, me siento ahogado en necesidad.

De pronto, Andrea rompe el beso, tomando una profunda boconada de aire, se lame los labios, y otro gemido se me escapa.

Delicadamente me toma el rostro en sus manos, me mira detenidamente. —Todavía pienso que no es el momento adecuado.

—¿Qué? —pregunto confundido, todavía aturdido por el deseo.

Hoja en blanco ☆ Galena Meyers ☆ Infiel Fiel 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora