Lo que estaba claro para la mujer de cabello platino, es que nadie... Nadie tocaría a su hija.

   En aquella noche los pájaros estaban inquietos, eran como una bandada desesperada por salir del "Valle Omega", algunos chocaban entre sí al punto de caer estrellados al piso muertos siento sepultados en la nieve, la otra mayoría graznaba de una manera irritante y tediosa. Por otro lado, las concubas se lanzaban a los "intrusos" con todo lo que tenían para que ellos no lograrán avanzar.

   No obstante, no eran muy efectivas, sus rivales tenían años de experiencias mientras ellas apenas y las habían creado la noche anterior al ritual. Pero viendo desde otro angulo, ellas hacían todo lo posible en sus manos o más bien... garras.

Morder, volar,rasguños, destrozar, devorar y cualquier cosa que estuviese para cumplir su misión de vida.

    Cada grupo estaba escondido en un lugar y cuando era el momento atacaban, mientras las sirvientas de la casa principal se mantenían más al margen, esperando cuidadosamente su oportunidad de proceder.

   Los dos lobos se echaron nuevamente al bosque, era obvio lo que buscaban.

    Sus sombras se desviaban por los alrededores en busca de la muchacha sin aroma propio, necesitaban encontrar al "capullo rojo" para así aniquilarlas y terminar con todo esto, debían asesinarla lo más rápido posible y salvar a los niños del pueblo.

  Las concubas que siguieron a los lobos se aferraban a ellos como garrapatas, esos seres sin alma rasguñaban pero no lo suficiente como para que los una herida de gravedad, para ser más precisos las pocas que siguieron a los licántropos con el poco psiquis que poseían se agrupaban para hacerles perder el rumbo de su objetivo.

El lobo blanco las mordía, Steven específicamente destrozaba sus costillas y las partía en dos, mientras que Lapis Lazuli la loba azul saltaba y rompía sus alas para luego aplastar su cabeza con su pata, una táctica rápida y violenta para seguir el rumbo sin demora.

   Las demás mujeres de barro se quedaron con las combatientes, la cazadora tenía una daga en cada mano y dos rivales en frente de ella, logró agacharse a tiempo, esquivando las garras de una de las concubas y al momento de levantarse con su daga izquierda logró atravesar el estomago de una dejando ver todo su interior expuesto, después se alejó levemente y la empuja con su bota derecha.

Connie: rayos se mancharon, y eran mis mejores botas* frunce el ceño con un poco de asco.

  La concuba que venía tras de la recién apuñalada la corre a un costado y con sus afiladas uñas que hacían la misma función que las cuchillas trata de clavarlas en el pecho de la cazadora.

   Connie, con su mano derecha dio un golpe, o mejor dicho, puñalada, gira su cuchillo y logra clavarlo en la garganta de la concuba haciendo que esta chillara como un ratón, saca su daga de su cuello y deja caer.

Connie: ¿impresionada Garnet?* se gira para ver a la vampiro.

   Logró ver a los pies de la vampiresa siete cuerpos inertes en el suelo su sangre negra estaba esparcida sobre la nieve mientras la afro se limpia las manos con su pañuelo blanco. Era verdaderamente increíble como la chica tenía la apariencia de no haber movido ni un dedo y aún así matar a un buen número.

Garnet: sí, muy impresionante* se sigue limpiando las manos con su pequeño paño* ellas solo servían para hacer tiempo, fíjate bien * señala.

La Loba y la Chica Vestida de Verde II (Lapidot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora