Día Cuatro: Juego de fragmentos

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—Esto es inaceptable. —La voz de Dark Ho resonó lejana—. Inaceptable.

—Lo lamento. —Volví a disculparme—. Ha sido un error.

—¿Un error, dices? —Me preparé mentalmente para el chaparrón—. ¿Cómo demonios se te va a olvidar mantener un orden y un respeto a los códigos de tu lugar de trabajo? —exclamó—. ¡Tienes que espabilar! ¡Esto no es una consulta de resfriados! ¡Esto es Psiquiatría! —Sí, esa frase me la sabía—. Si tu no estás en lo que hay que estar, ¿qué le vas a pedir a un paciente? ¿Eh? ¿Qué?

Suspiré, sin atreverme a rechistar. No me quedaba más remedio que aguantar y esperar a que se aplacara o a que me echara de allí.

—Dime por qué le has bajado el tratamiento porque si no lo haces te aseguro un cero en la calificación de esta semana.

Lo había hecho para evaluarle mejor de cara al posible perfil criminológico que Kim Wo Kum estaba buscando pero, claro, mi recién adquirido compromiso con él me impedía decírselo.

—No sé. —Me hice la tonta—. Le vi demasiado dormido y confuso, con todos los botones del pijama mal abrochados, y pensé que...

—Le viste somnoliento y con la camisa mal puesta. —Dark Ho me cortó y masticó mis palabras acariciándose el mentón con la mano—. Todo de lo más lógico para un cambio, sí.

Rayos. Tendría que haberme preparado alguna excusa pero la sesión con Jimin me había dejado tan exhausta y afectada que ni lo había valorado.

"Yoon Gi no se suicidó, noona. Creo que lo mataron".

No. No. No.

¡No!

"La venganza se trasforma en formas indignas y lo que creemos dulce nos envenena, nos mata".

Fueron por él.

La visión se me emborronó y la habitación entera se oscureció como si fuera de noche, al tiempo que el hilo de mi mente se soltaba sin que pudiera evitarlo. Cientos de imágenes de días pasados se agolparon a toda velocidad, y me ahorraron en una sucesión incesante que parecía injertada por alguien del exterior, a cámara rápida.

"No le dejes. No lo abandones. No lo hagas."

El recuerdo de aquellas palabras, en medio de las escenas de las sesiones de exposición, de los cuerpos descuatizados y de esa colcha azul en donde me había sentido más viva que nunca, me obligó a llevarme ambas manos a la tripa tratando de respirar, con el corazón disparado y los tímpanos a punto de explotar debido al conocido pitido, rodeada de polvo y de trozos de cemento. De nada sirvió. Esta vez la crisis se había presentado de golpe y, en cuanto el cuerpo se me anestesió, me di cuenta de que no podría frenarla sin un anclaje.

—¡Mei Te! —Una voz me llamó pero ni siquiera pude determinar de quién se trataba—. ¡Mei Te! ¡Presta atención a mis palabras!

¿Prestarle atención? No. Ese no era el tono que yo quería, el que necesitaba, el que extrañaba. No era él.

—¡Voy al Botiquín! —continuó, con agobio—. ¡Vuelvo en un segundo!

En un segundo...

En un segundo había sido la explosión que había desmembrado a mi amiga. En un segundo Nam Joon había sufrido una anoxia cerebral por estrangulamiento y ahora se encontraba en un centro para enfermos crónicos. En un segundo Jung Kook había desaparecido de Seúl, dejando unos padres desconsolados y ni un solo rastro que seguir. En un segundo había perdido a Yoon Gi.

Qué caprichoso era el tiempo. Me había quitado algo tan importante con el miserable movimiento de la aguja de un reloj.

Un segundo. Solo uno.

DISOCIATIVO ² : Sociopático 《MYG》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora