Vega gruñó una maldición, rompiendo la camiseta del omega debido a la frustración del momento.

-¡Yeray, vete al puto infierno, gilipollas!- gritó, histérica- ¡Juro por lo que más quiero que si no te largas de aquí ahora mismo saldré a patear tu puto culo hasta que mi padre me detenga!

Esa fue su señal para dejar en paz a la alfa y seguir con la búsqueda del omega desaparecido.

-Alfa...- volvió a implorar Alexis, impaciente para que la alfa iniciara nuevamente con sus caricias.

-Sí, sí omega- respondió ella, conteniendo un gruñido- ¿Qué deseas?- inquirió, ansiosa- ¿Qué quieres que haga?

Instintivamente, Alexis se separó de la alfa lentamente para acabar tumbado sobre la cómoda cama, dejándole ver su espalda a través de la oscuridad.

Además, por si la alfa no había terminado de captar lo que realmente deseaba, se movió ligeramente de posición.

Acabó con su cuello expuesto de una forma un tanto extraña, su espalda encorvada ligeramente hacia arriba.

En definitiva, sólo era un omega mostrándole a su alfa de forma sumisa lo que deseaba.

-Ni siquiera en el infierno me admitirán después de esto, pero no me importa- gruñó la alfa, arrancando los pantalones del omega de forma un tanto desesperada.

Lo mismo sucedió con su ropa interior, provocando que el olor a incienso se hiciera mucho más intenso, al no tener ninguna prenda que frenara su lubricante.

Sus impacientes manos no pudieron resistir ni un momento más, yendo directamente a estrechar los para nada apetecibles glúteos del omega.

Su lubricante estaba ocupando toda la atención de Vega, quien decidida a saciar su curiosidad rozó lentamente su entrada, empapándose de aquel líquido transparente.

Alexis gimió de forma un tanto ruidosa, sintiendo cómo un escalofrío de placer lo recorría.

-Oh, alfa...- gimoteó, alzándose un poco más.

Vega le regaló un orgasmo a Alexis gracias a su lengua y sus dedos.

Justo cuando tenía la intención de regalarle un segundo orgasmo, fue interrumpida por varios golpes en su puerta.

-Vega, hazme el favor de abrir la puerta ahora mismo- demandó Emma, no muy entusiasta.

-Oh, mierda...- gruñó la alfa, encendiendo la luz rápidamente.

Alexis tomó las sábanas para taparse, haciendo un pequeño puchero mientras sentía sus ojos llenarse de lágrimas.

Oficialmente había entrado en pánico, pues había recordado las palabras de Yeray.

Técnicamente, todavía no habían llegado a la parte de hacer bebés pero, definitivamente, tampoco estaban haciendo juegos inocentes.

-Tu padre se va a enfadar mucho- susurró Alexis, histérico.

Vega negó, tomando la ropa interior del omega. Le ayudó a colocársela bajo la presión provocada por los insistentes golpes y advertencias por parte de Emma.

Le ayudó también a colocarse la camiseta de la alfa.

-Te ayudaré a saltar por la ventana hacia la habitación de Yeray, patito- comentó con suavidad- No te preocupes, todo saldrá bien.

Alexis negó, adoptando una expresión de puro pánico.

Él le tenía demasiado miedo a las alturas como para pensar siquiera en saltar hacia otro balcón situado a pocos metros de distancia.

-No, no, no alfa- imploró, comenzando a sollozar- No me obligues a hacer eso, por favor.

-¡Vega, he dicho que abras la puerta!- insistió Emma, golpeando la puerta con más brusquedad- ¿Quieres que la eche abajo?

-¡Qué ya voy!- gritó ella, histérica- Está bien, patito...- comentó con suavidad- Ve al baño y no salgas por nada del mundo, ¿si?

Cuando abrió la puerta, salió rápidamente de su habitación para encarar a su padre, dejándola nuevamente cerrada a su paso.

-¿Qué quieres?- inquirió con tranquilidad- Ni se te ocurra decirme que cuide de mis primos porque sabes que no lo haré- declaró con una mueca de disgusto en su rostro.

Emma bajó la mirada por el cuerpo de su hija. Sus ojos entrecerrados se posaron en los pechos de Vega cubiertos únicamente por un sujetador.

-¿Qué haces sin camiseta?- inquirió, devolviendo su atención a sus ojos- ¿Estabas liada con lo tuyo?

A Vega no le impresionó aquella pregunta tan directa, pues estaba más que acostumbrada a tratar ciertos temas con su padre sobre su propia naturaleza.

-Sí- respondió sin ningún tipo de reparo.

-Ya- comentó Emma, sin creerla ni un poquito- ¿Por eso estás usando incienso?- insistió- ¿Para tapar el olor de tu excitación?

Los adolescentes que todavía debían convivir con sus familiares solían utilizar en su mayoría aceites para tapar cualquier rastro de actividades adultas.

Al final, esa acción solía ser más cantosa que no andarse por las ramas, pero aún así seguían llevándolas a cabo.

Vega asintió.

-Tú odias el incienso, Vega- declaró Emma, haciéndole un gesto para que se apartase de la puerta- Déjame entrar ahora mismo.

-¡No!- rugió Vega, adoptando una posición de ataque hacia su padre- ¡No te voy a dejar entrar en mi habitación!

Emma retrocedió unos cuantos pasos, maldiciendo al haber confirmado sus peores sospechas.

-Vega...- insistió con suavidad- Comprendo perfectamente la situación por la situación que estás pasando, créeme- ésta volvió a rugir- Tienes que dejarme entrar a por Alexis para llevarlo a su casa.

-Exacto, cariño- comentó Samuel con suavidad, colocándose tras su alfa- Déjame que yo entre a por él, ¿si?- suplicó- Soy un omega también, no podré hacerle nada.

-¿Qué está pasando aquí?- inquirió Yeray con curiosidad, uniéndose a la charla familiar.

-Yeray, métete en tu habitación- demandó Emma con rapidez- Llévate a los niños también.

-Pero estamos buscando a Alexis y...-

-Alexis está a punto de entrar en celo, amor- le cortó su madre con suavidad- Hazle caso a tu padre, por favor.

Vega aprovechó la distracción con su hermano para encerrarse en su habitación.

Se giró, dispuesta a buscar al omega que se encontraba oculto en su baño.

No obstante, lo encontró tumbado en su cama, presentando los primeros síntomas del que sería su primer celo.

Alfa, quiero cachorros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora