Prólogo

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Océano de lagrimas

El ritmo de su respiración, a medida que pasaban los segundos, se hacia mas rápido, la arremetida que hacía que su corazón palpitara de aquella forma descontrolada no la dejo ni un segundo para poder inhalar algo de aire para sus pulmones. Sus ojos, rojos y húmedos, le escocían de manera tortuosa haciendo que su vista sea obstruida por las lágrimas que había derramado de manera inconsciente. Haciendo hincapié para levantarse de la camilla, le originó un revoltijo de emociones, como la fatiga, angustia, y tristeza, por parecer tan débil en ese momento de exasperación. Sus tímpanos parecían que en cualquier momento iban a explotar, aquel sonido no hacia mas que resonar de manera tormentosa en su cabeza. Entonces en aquel mar de sentimientos los recuerdos de lo sucedido le llegaron a su mente como alma lleva al diablo. Sus piernas temblaban, de miedo,- sin saber a qué, exactamente - haciendo memoria en el momento de los acontecimientos ocurridos horas atrás.

Su cara palideció, era como si la sangre de su cuerpo dejará de drenarse. Dejó de insistir en levantarse para empezar a observar su entorno. Estaba en un hospital. Con una bolsa de suero en un brazo, y otra bolsa de sangre en el otro, sujetados y colgados en los porta-sueros de acero inoxidable, típico de los hospitales. Junto la máquina que se encargaba de mostrar su ritmo cardíaco con su característico sonido.

Con algo de temor, levantar sus brazos para proceder a inspeccionar a través del tacto empezando principalmente por el contorno de su cara, para así, seguidamente con lo restante de su cara. Sus finos dedos recorrían su cara de manera torpe pero delicada. Percibió algún vendaje y un par de parches, uno situado en su mejilla derecha y otro en su frente, que se veía oculto entre su flequillo azabache. Después de un minuto de comprobar que todos los miembros de su cara seguían en su sitio, suspiro con alivio. Solo tenía una sutura en la parte superior derecha de su frente, y un par de parches.

Y en ese justo momento, sonó estrepitosamente la puerta de la habitación haciendo paso a una enfermera con una mesa auxiliar metálica junto una bandeja de comida, bebida, y al parecer unos medicamentos. 

- Me alegro que estés despierta, pensamos que no despertarías hasta al anochecer. - Le dirigió una mirada dulzona acompañada de una sonrisa tierna y amorosa. 

- Perdone, ¿Qué pasó exactamente? - pregunto desconcertada, ya que no todos los recuerdos le llegaron de inmediato, y cuando intentaba forzarse para recordar algo le tambaleaba la cabeza unido a un horrible dolor en la sien. Lo único de lo que pudo acordarse fue un momento donde ella se encontraba semiinconsciente en el suelo observando con la mirada aturdida y nublada su alrededor, la cabeza no le paraba de dar vueltas, mientras percibía su entorno, aunque no lograba divisar algo, solo luces, sonidos de personas gritando e intentando hablar con ella. Y luego, sus oídos dejaron de atender a los gritos desesperados, entonces empezó a sentir sus párpados más pesados, hasta cerrarse del todo. Y finalmente, todo fue oscuridad y silencio. 

- ¿No recuerdas nada? - la joven azabache negó con la cabeza, confirmado la pérdida de sus recuerdos.- Tuvisteis un accidente automovilístico, tu y tu madre. Te quedaste inconsciente justo cuando te sacaron del coche. - Ahora sabía el porqué de su miedo que presintió momentos atrás manera despavorida era por eso. Por su madre.

- ¿Ella está bien? ¿No le paso nada? ¿Sigue inconsciente? ¿Dónde está? - la chica de orbes esmeralda observaban de manera directa sin ningún pudor, a la enfermera, lanzandole todas aquellas incógnitas. Incógnitas de las cuales de ninguna obtuvo una respuesta. 

-Estas pastilla te la tienes que tomar ahora, estas antes de comer, y estas después de comer. La doctora te atenderá en unos minutos - la mirada y la sonrisa de aquella enfermera desaparecieron siendo reemplazadas por vacío, angustia, y empatía por la joven chica. Añadiendo con la simpleza forma de ignorar sus preguntas de una manera sutil, sin llegar a tener contacto visual.

Entonces la enfermera algo decaída se acercó a pasos lentos a la salida no sin antes de despedirse. 

- Descansa y come, necesitas recuperar las energías perdidas, regresare en media hora para comprobar tu tensión.

Dejando a aquella chica, sin aliento y ganas de vivir. Con decenas de preguntas e incógnitas en su cabeza, que nadie pensaba en responderlas.

Afligida por el barrunto, no quería creer en aquella posibilidad, experimentando un vacío en el pecho, un vacío que en un futuro nadie podrá volver a llenarlo.

Porque, en toda la faz de la tierra, ningún ser humano es capaz de llenar el horrible sentimiento de vacío, por la pérdida de alguien importante.

Y aquellos que experimentaron el sentimiento de pérdida, son aquellos que se llenan de cosas solo para hacer bulto, intentando recuperar lo que perdieron en su interior, pensando que algún día podrían recuperar lo, volver a tener lo  que tanto ansían entre sus brazos, pero que equivocados están.

Lo único que puedo hacer es sentir pena y lastima por ellos.

Por los agraciado y desgraciados, por aquellos que padecieron la pérdida, y por aquellos que dejaron de sentir, para así, reemplazarlo mediante un enorme hueco en su pecho, un enorme hueco denominado " vacío".


✦Océαɴo de lαɢrιмαѕ ✦Where stories live. Discover now