–No sabía que vendrías hijo –dice sorprendido.
–Lord Hugh tampoco –sonríe cínicamente mi hermano– ¿Dónde está mi madre?
Su voz suena tensa como la mía, al igual que el ambiente. Mi respiración se agita un poco. Han transcurrido dos días donde he sentido mucho más de lo que no lo hacía hace años. Miro a la multitud de mujeres que están charlando y sonriendo a los jinetes que participaron y observo que hay una pequeña figura femenina apartada, mirándome fijamente de forma tímida «madre»
Mi corazón se encoje de lástima, ira y muchas más emociones cruzando por él. Galopo hacia ella y me bajo para correr al encuentro con sus brazos.
¡Dios mío, que delgada está, si le puedo sentir hasta los huesos! Lágrimas amenazan con salir de mi rostro.
–Oh, madre –digo apenas audible.
–Mi pequeña –dice.
Le doy un abrazo fuerte, pero con miedo a que pueda quebrarse en mis brazos, está demasiado delgada. Me separo para mirarla y me tenso cuando veo las magulladuras que tiene sobre su rostro, sus ojos impregnados de tristeza me inundan el corazón.
Soy incapaz de seguir reteniendo las lágrimas, me deposito en su hombro mientras éstas caen salvajemente.
–Lo que te ha hecho ese animal –lloro– mira lo que te ha hecho.
Grito en su hombro amortiguando el sonido. Ella se contrae también y puedo imaginar que también está envuelta en llanto.
–Por cristo madre –digo– ¡no podemos seguir así!
–Shhh –dice– tranquila hija mía...
–No –mi voz vuelve a tensarse– No me digas de nuevo que me calme madre.
–Ejem... –interrumpen.
Volteo a mirar con los ojos llenos de lágrimas, trato de parpadear para aclarar la visión. Lord Filey se encuentra detrás de nosotras, impidiendo así que los demás vean nuestro espectáculo de lágrimas.
–Les recomiendo que vayan hacia el jardín, aprovechen que el señor Banks está hablando con lord Bridge, en unos momentos me reuniré con ustedes –dice lord Filey, de forma autoritaria.
Asiento, mientras con las pocas fuerzas que tengo, guío a mi madre hacia el jardín y nos adentramos en él.
Encontramos unas sillas y apresuro a sentarme con ella, no ha parado de llorar como yo tampoco, la única diferencia es que ella sí está mucho más afectada.
–Lo siento tanto, hija mía –dice volviendo sus ojos hacia mí– debí hacértelo saber... debí mandarte una señal sobre el joven Devine, yo sabía querida, sabía que él estaba vivo y aun así no te lo conté –rompe en llanto una vez más– me dijo que me castigaría muy fuerte si lo hacía. ¡Oh hija, lo siento tanto! –baja la mirada.
–Mamá...–digo llorando de nuevo, acaricio su cabello– Ya lo sé y sin embargo no estoy enojada contigo...
Ella me mira de nuevo, su rostro solo refleja tristeza, mi corazón se parte con cada vistazo que le hecho a su hermoso rostro.
–Ese canalla –dice apretando los dientes– no le ha bastado con todo lo que ha hecho, ahora tiene una amante Ágata.
Me congelo, las lágrimas cesan de mi rostro, después de la tristeza siento como es la rabia que se apodera de mi cuerpo. Son incapaz de decir nada ahora mismo.
–Y adivina quién es... –dice, saca un pañuelo la falda de su vestido, ahora doblada, dirige su mirada a lo lejos mientras se muerde un labio– es la maldita lady Farell.
Mis ojos se ensanchan ante su confesión, mientras pequeñas piezas de rompecabezas comienzan a encajar en mi cabeza «Esto no puede ser cierto...»
–¿Qué has dicho?
Mi madre y yo nos levantamos de golpe al escuchar la voz de lord Filey. Él con los ojos entrecerrados se acerca hacia nosotras. El calor se extiende por su rostro, al igual que yo siento el mío subir.
–Lord Filey... –susurra mi madre
–Y un cuerno Athenea... –dice él.
Me sonrojo aún más por su tono de voz y por su atrevimiento por llamar a mi madre de esa forma. Antes de que las condiciones fueran las que son, ambos tenían una relación muy estrecha, una razón más por la cual mi padre los odio, mi madre ya no compartía momentos como lo hacía con lord Filey antes de que éste volviera a casarse.
–¿Cómo te enteraste de eso? –pregunta centrando su atención en ella– mírame –coge delicadamente su barbilla para que lo mire.
Ella suspira.
–Fue hace dos noches, se atrevió a meterla en nuestra habitación –lo mira fijamente– ¡ese canalla la metió en nuestra cama! –grita.
Lord Filey aprieta los puños, acto seguido agarra a mi madre de los brazos. Me pongo a la defensiva, pero para mi sorpresa él la acobija con su pecho, sosteniéndola en un tierno abrazo, ella se rompe ante él, llorando más fuerte ahora mientras que él con la mirada aún dura, le acaricia el cabello de forma tranquilizante, tal como lo hizo conmigo horas atrás.
Me siento bruscamente, toda la información recibida haciendo eco en mi cabeza, trato de encontrarle algún sentido a todo lo que está sucediendo. El silencio se apodera del ambiente, acompañado con los sollozos y suspiros de mi madre, a pesar de que me gustaría reconfortarla siento que lord Filey lo hace mejor.
–Esto debe ser una maldita pesadilla... –dice él finalmente.
Trompetas y tiros suenan alrededor, exaltándome a mí y a mi madre. Supongo dentro de mí que los juegos de la tarde han terminado, por lo que es hora de cenar y volver a arreglarse para un pronto baile. Miro a lord Filey indicándole que es hora de regresar y él asiente.
Se separa de mi madre para mirarla fijamente a los ojos.
–Todo se va a solucionar pronto querida –dice dulcemente– ¿recuerdas cuando me ayudaste a superar la muerte de mi mujer? ¿Que estabas sobre mí más que una mosca?
Mi madre sonríe débilmente, una sonrisa que hace mucho había borrado de su rostro.
Él con ayuda de su pulgar seca las pocas lágrimas que seguía derramando.
–Me dijiste... "Marian se salió con la suya dejándome a cargo de un gran bulto como tú, Donato. Ahora es mi deber sacarte de donde ella te dejó y que, por cierto, no querría que estuvieras" –sonríe dulcemente.
Mi madre sonríe en agradecimiento.
–Te acuerdas exactamente de lo que te dije –se seca una lágrima con su pañuelo.
–Claro que sí, querida –responde él– cómo no, si en verdad me ayudaste. Me sacaste de esa depresión que me regodeaba, ahora es mi deber sacarte a ti y Ágata –me mira con ternura– de este espantoso infierno.
–¿Cómo se supone que lo harás? –pregunta ella ahora más calmada– era distinto Donato, estamos hablando de matrimonios, familias con problemas, no es tan fácil salir de ahí.
–Si lo es... sí son juzgados los que deben ser –dice con seguridad– debemos atar cabos y para ello manipularemos la situación.
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LO QUE NOS HICIERON CREER © [COMPLETA]
Historical FictionElla creía que él estaba muerto. Él creía que ella lo abandonó para casarse con otro. Dos vidas destinadas a estar juntas pero obligadas a estar separadas. Tres personas implicadas en su separación. ¿Podrá el amor vencer las circunstancias aun cuand...
Capítulo 8. (Ágata Banks)
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