—Eres difícil, Nico. Demasiado difícil. Ya ni siquiera puedo ser yo cuando estoy contigo. Porque si digo algo mal... solo mírate cómo estás ahora. Sé que te estás esforzando y pensé que cuando eso sucediera se arreglarían las cosas pero ambos seguimos sufriendo. Yo quería algo y pensé que podría conseguirlo pero...

—Will —insistí, desesperado—, hemos avanzado. He llorado en tus brazos y tú en los míos. Nos hemos apoyado el uno en el otro. Intento... ser mejor. Sé que lo ves y lo sientes. Lamento no haber sido antes algo mejor, pero no puedo cambiar el pasado y ahora llegamos aquí, después de haber superado mucho. No entiendo qué pasa. No entiendo por qué quieres echarte atrás.

Will hizo una mueca, frotándose la cara con las manos. Estaba tenso y esta vez yo no sabía cómo consolarlo, ni tampoco podía, porque yo también necesitaba un consuelo.

—¿Me temes? —pregunté con un hilo de voz.

Ahora sus ojos estaban posados en la zona de mi pecho donde se alojaba mi corazón, como si tratara de hablar directamente con el alma allí alojada.

—Nico, todo lo que quería era amarte —pronunció con lentitud—. Se supone que yo quería enseñarte algo, pero estás más lejos de aprenderlo que al principio. Y ya no sé por qué sigo insistiendo, ni por qué te he arrastrado a ti también a insistir.

Esas palabras no tenían sentido para mí. Nunca me dijo que quisiera enseñarme algo en particular y lo único que había cambiado de nuestra relación era que yo me estaba esforzando en ser más comprensivo.

Me limpié una lágrima con un movimiento brusco.

—No... no te gusta que te apoye. Preferías que te siguiera rechazando. —Will no me contradijo, lo cual avivó mi indignación—. Me querías solo por cómo te trataba. ¿Acaso sólo pretendías curarme como si fuera una enfermedad? ¿Enderezarme como una planta mal encaminada?

Will no respondió, ya no sólo no podía mirarme, sino que el frente de su cuerpo estaba desviado en otra dirección.

Después supe que pensaba que lo trataba como merecía. Que ni él entendía qué le estaba sucediendo y que trataba de terminar conmigo para protegerme de una ruptura más dolorosa en el futuro, donde se extenderían mis ilusiones. Pero también había algo más oscuro en su móvil. Viéndome cambiar, había entendido que eso no era lo que quería, que me había estado moldeando a su voluntad y que eso no estaba bien, porque me había convertido en alguien que necesitaba complacerlo por culpa. Algo con lo que él mismo se identificaba. Al mismo tiempo, era demasiado cobarde para decírmelo en la cara. Había recordado lo que le había hecho a Ben y empeoró su miedo a dejarme ver tras la cortina de sus vergüenzas.

—Resulta que no quería que me amaras —murmuró—. No en serio.

—Nunca dije que te amara —musité, a la defensiva.

Will cambió su peso de una pierna a otra, agarrándose el antebrazo con la mano opuesta. Supe que ya lo sabía. Supe que me amaba también. ¿Entonces por qué todo debía ser tan difícil?

—Me lo dijiste en el lago. Esa vez que intentaste terminar conmigo. Las palabras te amo son conocidas en varios idiomas.

Me sentí como un estúpido.

—Intenté alegrarme, de verdad. Pero en vez de eso iba sintiéndome peor con el pasar de los días.

Negué con la cabeza, mis lágrimas se derramaban una tras otra y ya no bastaba limpiármelas con los dedos para mantener mi mirada despejada.

—¿C-cómo puedes ser así?

—Lo lamento, Nico. De verdad. Nunca quise hacerte daño. Pero creo que llegó la hora de separarnos. Ahora sí.

7 daysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora