Un caso de vudú

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Ezequiel, el profeta alucinado, visionario de imágenes tan estrambóticas como la de la ilustración, protagonizó un curioso caso que podríamos calificar de vudú, puesto que fue el "muñeco" en el que Dios descargaba sus pinchazos cuando quería prever males para Jerusalén o el pueblo desobediente de Israel. Veamos los pasos preparatorios:

Ez 4

1 «Tú, hijo de hombre, toma un ladrillo y ponlo delante de ti. Graba en él una ciudad (Jerusalén).

2 y diseña contra ella un asedio: construye frente a ella torres de asalto,

levántale terraplenes, emplázale campamentos, instálale arietes frente a ella a su alrededor.

3 Toma luego una sartén de hierro y colócala como un muro de hierro entre ti y la ciudad. Y fija tu mirada en ella; quedará en estado de sitio: tú la sitiarás. Es una señal para la casa de Israel.

Una vez el juego de las casitas instalado, empiezan las amenazas y conjuros, repercutiendo en primer lugar sobre el pobre Ezequiel:

4 «Tú acuéstate del lado izquierdo y pon en él la culpa de la casa de Israel. Los días que estés acostado sobre él, cargarás con su culpa.

5 Yo te impongo en días los años de su culpa: trescientos noventa días; cargarás con la culpa de la casa de Israel.

6 Cuando los concluyas, te acostarás otra vez del lado derecho, y cargarás con la culpa de la casa de Judá durante cuarenta días. Yo te impongo un día por año.

7 Después fijarás tu mirada y tu brazo desnudo sobre el asedio de Jerusalén (La casita del ladrillo), y profetizarás contra ella.

8 Como te he atado con cuerdas, no podrás darte la vuelta de un lado a otro, hasta que no hayas cumplido los días de tu reclusión.

A continuación le limita la alimentación, reflejo de lo que le va a pasar a los de Jerusalén:

10 El alimento que comas estará racionado: veinte siclos por día; y lo comerás a hora fija.

11 También tendrás racionada el agua: beberás la sexta parte de un sextario a hora fija.

12 Comerás una torta de cebada, que hornearás ante ellos sobre excrementos humanos.»

13 Y añadió Yahvé: «Así comerán los israelitas su alimento

impuro en medio de las naciones donde yo voy a arrojarlos.

Aquí, sin embargo, Ezequiel ya empieza a protestar:

14 Yo dije entonces: «¡Ah, Señor Yahvé!, yo no estoy impuro. Desde mi infancia hasta el presente jamás he comido bestia muerta o despedazada, ni ha entrado en mi boca carne contaminada.»

Entonces Jehová reflexiona y ve que quizá se ha pasado:

15 Él me respondió: «Bien, en lugar de excrementos humanos te permito usar boñigas de buey, para que hagas sobre ellas tu pan.»

Después la hechicería sigue por otros derroteros:

Ez 5

1 «Tú, hijo de hombre, toma una espada afilada; úsala como navaja de barbero y pásatela por tu cabeza y tu barba. Toma luego una balanza y divide en partes lo que hayas cortado.

2 Prende fuego a un tercio en medio de la ciudad, (sobre el ladrillo)al cumplirse los días del asedio.

Toma otro tercio y ve cortándolo con la espada alrededor de la ciudad. El último tercio espárcelo al viento, que yo desenvainaré la espada contra ellos.

12 Un tercio de los tuyos (los de Jerusalén)morirá de peste o perecerá de hambre dentro de ti; otro tercio caerá a espada en torno a ti; y al otro tercio lo esparciré yo a todos los vientos, desenvainando personalmente la espada contra ellos.

Ahora viene una serie de maldiciones horribles sobre Jerusalén e Israel que no me atrevo a reproducir. Tampoco quiero alargar más el capítulo pues no estoy seguro de si aún permanecen allí los dos, maquinando cosas diabólicas. Solo voy a reproducir la visión del principio de su libro porque me parece que Ezequiel fumaba algo bastante potente:

Ez 1 4 Yo miré: un viento huracanado venía del norte; y vi una gran nube con fuego fulgurante y resplandeciente a su alrededor, y, en su interior, como el destello de un relámpago en medio del fuego.

5 En el centro se veía la figura de cuatro seres, cuyo aspecto era parecido al de una figura humana.

6 Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas.

7 Sus piernas eran rectas, y la planta de sus pies se parecía a una pezuña de buey. Relucían como el fulgor del bronce bruñido.

8 Bajo sus alas había unas manos humanas por los cuatro costados; los cuatro tenían sus propias caras y alas.

9 Sus alas se tocaban unas a otras; al andar no se volvían; cada uno marchaba de frente.

10 Sus caras tenían la forma de un rostro humano, y los cuatro tenían cara de león a la derecha, los cuatro tenían cara de toro a la izquierda, y los cuatro tenían cara de águila.

11 Sus alas estaban desplegadas hacia lo alto; dos alas se tocaban entre sí y otras dos les cubrían el cuerpo.

12 Cada uno marchaba de frente; iban donde el espíritu les hacía ir, y no se volvían en su marcha.

13 Entre los seres había como brasas incandescentes, con aspecto de antorchas, que se movían entre los seres; el fuego despedía un resplandor, y del fuego salían rayos.

14 Y los seres iban y venían como el aspecto del rayo.

15 Miré entonces a los seres: había una rueda en el suelo al lado de los seres, por los cuatro costados.

16 El aspecto de las ruedas y su estructura era como el destello del crisólito. Tenían las cuatro la misma forma y parecían dispuestas como si una rueda estuviese dentro de la otra.

17 En su marcha avanzaban en las cuatro direcciones; no se volvían en su

marcha.

18 Su circunferencia era enorme, imponente, y la circunferencia de las cuatro estaba llena de destellos todo alrededor.

19 Cuando los seres avanzaban, avanzaban las ruedas

junto a ellos, y cuando los seres se elevaban del suelo, se elevaban las ruedas.

20 Donde el espíritu les hacía ir, allí iban, y las ruedas se elevaban juntamente con ellos, porque el espíritu del ser estaba en las ruedas.

21 Cuando avanzaban ellos, avanzaban ellas; cuando ellos se paraban, se paraban ellas; y cuando ellos se elevaban del suelo, las ruedas se elevaban juntamente con ellos, porque el espíritu del ser estaba en las ruedas.

22 Sobre las cabezas del ser había una especie de bóveda como de cristal resplandeciente, extendida por encima de sus cabezas,

23 y bajo la bóveda sus alas estaban emparejadas una con otra; cada uno tenía dos que le cubrían el cuerpo.

Juzguen ustedes mismos.

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