54: Los girasoles más bellos

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—Hola, Bianca. Iremos de compras, pa —le informó.

—Bueno. Cómprenme algo bonito. —Supuestamente esa había sido una broma, pero su tono de voz no lo acompañó. Observó cómo se metió al ascensor con Gael, y la compuerta los apartó de él. Jamás estaría tranquilo mientras ese tipo siguiera viviendo al otro lado de la calle. Jamás estaría tranquilo mientras ese tipo siguiera en la mente de ella.

—Está con Gael —le tranquilizó Bianca. Si tan solo supiera.

Mientras bajaban, Emma pidió un Uber desde el teléfono de Gael.

—Estoy incomunicada con Esme. Gillou la puso al tanto, pero quiero contarle lo que está pasando en ese momento —sonrió, mordiendo su labio inferior.

—¿También quieres contárselo a Gillou? —chisteó.

De enterarse, Gillou enloquecería y les gritaría cabreado con su bello acento, probablemente sus idiomas se enredarían, los mandaría a la mierda a su estilo.

—No, solo a Esme. —Emma no entendió, ni siquiera terminó de procesar la pregunta.

Gael suspiró.

—Bueno. Tendrás que esperar, Emmy, porque no tengo suficiente batería. Quizá después puedas convencerle a papá de que te devuelva tu celular, aunque, conociéndolo, de seguro lo lanzó al mar.

—Tienes que apoyarme en eso. Lo convenceré más rápido si tú estás a mi lado —lo miró.

—¿En qué momento no te he apoyado, Emmy? —la abrazó del cuello, de costado.

En ese momento, la compuerta se abrió, y atravesaron el vestíbulo.

—Hola, Archie —saludó Emma.

—Hola, hermosa reina —le contestó el otro con una sonrisa, detrás del mostrador.

El auto los estaba esperando frente a las puertas. Subieron de prisa, entonces, la conductora pisó el acelerador, dejándole lugar a un auto que venía directo a aparcar en ese espacio. Colin se bajó con un ramo de ocho girasoles que eran más intensos en su color bajo el brillo del sol de la tarde. Se metió a la torre en seguida, donde Archie no estaba porque acababa de irse al baño. Presionó el botón del ascensor y lo abrió. A continuación, subió y presionó el botón del último piso. Le sudaban las manos, no era agradable sentir que estaba humedeciendo el tallo de los girasoles más bonitos que había conseguido. Inhaló y exhaló, pero no había forma de normalizar los latidos de su corazón acelerado. Dio una larga exhalación, mirándose al espejo, quería ponerse a llorar. Le había mandado una señal por Instagram y, Dios mío, le había suplicado al cielo porque llegara hasta ella de alguna manera. De lo único que estaba seguro en ese momento era de que iba a terminar llorándole. No se creía capaz de mantener una charla con ella sin llorarle como un bebé. Pero en realidad todavía no sabía qué exactamente decirle.

«Regresé de Jamaica solamente para buscarte, ni siquiera sé para qué fui. No tenía sentido estar aquí sin ti, pero pronto me di cuenta que tampoco tenía sentido estar allá sin ti». Parecía un buen comienzo. Su día a día era practicar palabras que daría delante de algún público, pero sabía que no recordaría ni una sola palabra de lo que acababa de pensar.

Comenzó a temblar cuando el ascensor se detuvo.

—Sé buena conmigo —susurró en tono de súplica.

La compuerta se abrió.

Colin se llenó de aire y dio un paso dentro del silencio ático. Sintió escalofríos. Trató de recordar el aliento que le había dado Eugene, quien estaba segurísimo de que esa tarde Emma iba a escuchar a Colin para finalmente arreglar el desorden que provocó alguien más, pero Eugene no había tenido en cuenta un pequeño gran detalle, ninguno de los dos lo había tenido en cuenta en realidad.

El Novio De Emma© #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora