Cap 12. NUEVA REALIDAD EN ASSAM

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Luz Maharaní levantó la cabeza y miró a su amigo, entre sus cabellos las gotas de sudor dejaban ver sus ojos de temor.

Ambos jóvenes caían en la realidad de estar atrapados en un matrimonio arreglado y sin amor dominados por la voluntad ajena de seres dispuestos a controlar sus vidas.

La madre de Diego cerró los ojos y apretó la cortina cuando él primer golpe se escuchó.

Mientras tanto tres suaves golpes en la puerta trajeron de vuelta a la joven Farash, la voz de una mujer la traía a su nueva vida.

— ¡¿Señora puedo pasar?! —Se escuchaba detrás de la puerta blanca.

—Adelante —respondió la chica sentándose rápidamente sobre la cama.

Rubí acomodó sin éxito su cabello enredado con la joyería que aún llevaba puesta, su maquillaje había manchado de negro sus mejillas y algunas flores del tocado yacían entre las blancas sábanas de seda.

—Buenos días presento mis respetos, señora —saludó una mujer regordeta y algo mayor agachando la cabeza— yo estaré a su servicio personal, espero que mi trabajo la complazca —agregó mirando a la muchacha con sus largos cabellos enredados en joyas.

—Yo soy Rubí —respondió mirando a la mujer— ¿Cuál es tu nombre?

—Soy Kaeme, ¿Quiere que le prepare el baño?

—¿El baño? —Preguntó distante.

—Las señoritas ya no tardan en bajar a desayunar y usted no puede llegar tarde —explicó Kaeme— permítame ayudarle a desenredar su cabello señora.

—No me diga señora es raro, dígame Rubí —pidió la joven dejando que Kaeme fuera quitando cada una de las cosas que tenía en lo largo de sus cabellos.

—No puedo hacerlo si alguien más escucha que le llamo por su nombre puedo ser castigada —respondió la mujer colocando un par de flores doradas alado de chica.

—Tal vez más tarde se nos ocurra algún punto medio ¿Le parece? —Contestó Rubí.

En una oficina dos agentes de la policía revisaban el lugar, el cadáver de un hombre yacía sentado con un cuchillo clavado en la entre pierna.

—¿Alguna pista? —Preguntó un policía.

—Encontramos un anillo sobre el charco de sangre —contestó el agente.

—Debe ser del occiso —aseguró el uniformado.

—Negativo, sus dedos son gordos y no encajan en el anillo —respondió otro de los agentes— seguramente es del asesino, revisaremos las cámaras de seguridad no toquen nada y asegúrate que los empleados mantengan la calma.

—Entendido —contestó el policía.

En la mansión Darshan la joven Rubí envuelta en una bata blanca se mantenía de pie frente a un armario repleto de ropa fina de mujer con otro tanto de zapatos de diferentes colores.

—Tiene que elegir uno señora —dijo Kaeme detrás de la chica quitándole la toalla de la cabeza.

—Pero no voy a ir a ninguna fiesta —contestó sin quitar la vista de los ganchos de ropa.

—Usted es la señora Darshan y tiene que lucir como tal —explicó la sirvienta.

—No puedo necesito mi ropa, mis cosas, eso no es mío —respondió asustada cerrando el armario.

—Tengo entendido que esta tarde uno de los chóferes irá a casa de sus padres por unas cosas que le enviará su madre —Mencionó Kaeme- por ahora no hay otra cosa para ponerse, todo eso es suyo.

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