Prólogo: Los cantares del aquelarre

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-¡Mmmmm! -era lo único que podía gritar mientras le tapaban la boca con la mano. Los ladrones babeaban y sacaban sus lenguas relamiéndose. "¿Máscaras con lenguas largas?" Pensó. También eran muy pequeños, como niños. "¿Enanos?" Otros dos llegaron y entre todos la subieron a la cama, le sujetaron las extremidades y empezaron a arrancarle el pijama.

  Intentó gritar con todas sus fuerzas. Sus ojos llorosos pero acostumbrados a la oscuridad ahora veían mejor. "Eso no son disfraces... pero es imposible". Realmente parecían monstruos de piel verde, con grandes orejas y narices, muy feos, incluso deformes y repugnantes. Olían a sangre y excrementos y definitivamente no eran humanos.

  Motoko empezó a ver doble y sus ojos empezaban a cerrarse. "Cálmate" -Pensó. "Estás hiperventilando. Y sólo te dejan respirar por la nariz. Lo primero es oxigenarse. Lo demás... Lo demás para después..." Intentó serenarse a pesar de estar casi desnuda y rodeada de monstruos.

  Entonces vio una alta figura oscura, encapuchada y envuelta por un manto negro; comenzó a golpearlos con precisión en la cabeza con el bate sin hacer ni un ruido. Los que no quedaron inconscientes huyeron. Sus ojos brillaron fríos en la oscuridad la miraron en silencio. Ni siquiera distinguía si era un rostro de hombre o mujer. Motoko sólo podía temblar. Entonces se desmayó.

* * *

  Despertó a la luz de una pequeña hoguera. Estaba en una cueva tapada con una manta y sentada apoyada contra la pared de fría roca. No reconocía sus extrañas ropas de estilo medieval. "¿Qué ha pasado? Aquello no era una pesadilla".

  No había nadie con ella, de modo que decidió escapar mientras pudiera. Vio una daga enfundada a su lado y la guardó mediante presión con su cinturón contra su costado. "Al menos es ropa cómoda". Salió a la luz del sol deslumbrada. "¿Ya es de día? ¿Cuánto he dormido? ¿Qué está pasando? ¿Donde estoy?"

  Estaba en lo alto de una colina y vió un pequeño pueblo cercano de aspecto medieval nórdico, tal vez vikingo. Entonces algo tapó el sol por un momento. Miró el cielo con la mano frente a su cara para no deslumbrarse y vio una gárgola de piedra volando como un pterodáctilo barroco. Se quedó boquiabierta y en shock.

* * *

  A Shinji lo apodaban "segunda espada" como una burla porque siempre quedaba por detrás de Tatsu en todo, sobre todo en esgrima japonesa. Tenían una relación tensa de semiamistad pero estaba seguro de que esa mañana había "bordado" el examen y lo había superado por fin: Nada impediría que estudiara ingeniería en la mejor facultad de ingenieros de todo Japón. Que Tatsu se quedara con la estúpida química.

  Se frotó las manos con anticipación pensando en lo que le esperaba a continuación.  Ya había descansado suficiente de estar tantas horas sentado, y lo que necesitaba ahora era ejercicio tras sentirse liberado de los estudios. Acarició su espada de madera. Adoraba el kendo, la esgrima japonesa era su deporte y pasatiempo favorito. Era bastante bueno, pero menos que Tatsu. Rechinó sus dientes pensando "Hasta ahora". Habían acordado un combate tras el examen ya que vivirían en ciudades diferentes en adelante, para zanjar de una vez por todas quién era el mejor.

-¡Quien gane la próxima vez será el mejor! -Le había gritado desafiante. -Por supuesto todos los anteriores encuentros no valen.
-Como quieras. -Le contestó Tatsu  dandole la espalda suspirando.

  Esa actitud prepotente sacaba de quicio a Shinji. "Esta vez me las pagarás todas juntas", pensó sosteniendo su arma. Entonces empezó a reir como un maníaco mientras la gente lo miraba abrazándose asustada.

  Comenzó a subir la larga escalera de la colina que llevaba al dojo donde practicaban. Ya había anochecido. "¿Dónde estará Motoko? No la vi durante el examen ni me ha contestado en todo el día. ¿Estará con gastroenteritis o algo así?" Y la imaginó vomitando en el váter en bragas. "¿A quién le podría gustar una tipa tan poco femenina como esa?"

  Se detuvo al ver algo extraño. Había un resplandor frente a él. Como un fino velo transparente de color azul eléctrico, ligeramente brillante, que deformaba sutilmente el paso de la luz.

-¿Qué es esto? -Se preguntó en voz alta.

  Lo tocó con un dedo pero no le hizo daño. Bloqueaba completamente las escaleras, abarcaba de árbol a árbol y parecía que podría atravesarlo.

-¿Es alguna clase de fenómeno atmosférico relacionado con campos magnéticos? Pero no puede ser, no hay ningún tipo de super electroimán cerca.

  Se le dibujó una sonrisa estúpida en la cara y lo atravesó impulsivamente para ver qué pasaba... Y dio un paso atrás. Tenía cara de poker. Volvió a entrar, y a salir...

-¡Venga ya, esto sólo pasa en la ciencia ficción! -Exclamó.

  Cuando volvió a entrar vio una vez más desde la cima de una colina una enorme extensión de bosque con pequeñas aldeas salpicando la orografía. Ni rastro de edificios o iluminación artificial... Pero por encima de todo, era de día.

-¡Esto es fantástico! ¡Debo ser el primero en el mundo en atravesar un portal de teletransporte! (O lo que sea eso) ¡chúpate esa Tatsu! -Volvió a reir a carcajadas. -Tengo que hacer fotos, grabar un video, demostrar... -se quedó en silencio y se asustó al mirar hacia atrás. El portal ya no estaba allí.

-Oh, mierda...

  Una figura encapuchada, alta y con una capa negra lo observaba escondido entre los árboles sobre una gruesa rama muy por encima de él.

Leveling Incarnation (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora