-Dile a mi madre que Louis no llevará uniforme. 

Me giré a mirarlo con sorpresa, viendo su calma y la tranquilidad en todos sus movimientos y palabras. 

-Señor su madre me mandó estrictamente que

-Dile a mi madre que Louis no llevará uniforme, porque yo no quiero, si tiene algún problema que venga a hablar conmigo. 

Ella me miró a desgana, sabiendo que había ganado esa batalla sin siquiera esforzarme un poco. 

Salió de la habitación dejándonos a los dos solos otra vez. Mi cuerpo entero me pedía que le agradeciera el acto, que le dijera que realmente no me quería poner eso y que me ayudara a conseguirlo. Pero sabía que estaba mal y que tenía que hacer lo que mi parte razonable me decía. 

-Señor- Dije con un hilo de voz bajando la cabeza- Yo… Es decir, puedo ponerme el uniforme, no hay problema, lo que pasa es que no me lo habían ofrecido hasta ahora y…

-Louis- Dijo rápidamente cortándome- No vas a llevarlo, no te preocupes. 

Asentí lentamente viendo como me ofrecía una taza de té, volcando el contenido del termo ahí y extendiendola hacia mí después con relajación. 

Bebí el contenido en silencio sintiendo lo mismo que cada vez que él me ofrecía beber, esa temperatura ardiente que me fascinaba y que derretía el hielo que se formaba dentro de mí por las noches. 

La puerta volvió a sonar, diferente a las otras veces, abriéndose sin esperar una confirmación por parte del dueño de la habitación. 

Harry se levantó rápidamente con el ceño fruncido cuando la mirada verde de su madre paró en mí con firmeza. 

-No has esperado mi orden para entrar. 

-Sal, vamos a hablar. 

Harry bufó y me rellenó la taza de té cerrando el termo después con pesadez. 

-Ahora vuelvo, ves pensando en algún equipo de fútbol masculino para ir a verlo. O femenino, no sé...

Asentí lentamente dibujando una pequeña sonrisa en mi boca justo cuando salió de la habitación con su madre, dejándome a mí ahí. Solo. Y lo más lamentable, no solo en la habitación, solo en mis pensamientos también. 

Se les oía chillar, debatir en algo que los dos tenían demasiado claro y que iban a defender sobre todo lo que dijera el otro. 

Anne chillaba más. Decía que era vergonzoso que alguien pudiera vestir como yo lo hacía y que sin más palabras me tendría que poner eso sí quería permanecer ahí. Harry le decía que era mi vida, mis reglas y que un simple trozo de tela no cambiarían la forma de trabajar. No bastó para convencerla. 

Por su boca solo salían insultos a mi persona, algunos tan fuertes que me llegaron a doler de verdad. Por mi cabeza solo cruzaba la idea de que mi tiempo en esa casa estaba más que contado, tal vez minutos, segundos si aquello iba tan extremo como sus palabras lo demostraban. 

No podía defenderme y realmente me llegaba a sorprender la cantidad de ideas que se podían aparecer por su cabeza sin haber hablado más de tres veces conmigo. Me tachó de infantil, huérfano, discapacitado, feo, pobre, inmaduro y se llegó a meter con mi familia en varias ocasiones en las que de verdad sentí las lágrimas acumularse en mis ojos. 

-Y por si no fuera poco- Dijo ella después de un gran discurso intentando hacerle creer a Harry lo mala persona que yo era- Los empleados dicen que es un maleducado y que les ha faltado el respeto en más de una ocasión. 

-¿Y no crees que será por algo? ¿Qué le han dicho? 

Ella se quedó callada. No pude escuchar una respuesta hasta varios segundos después. 

-Harry no me puedo creer que le estés defendiendo así. ¡A él! ¡Un muerto de hambre que conoces de una maldita semana! 

-¡Mamá vale ya! ¡No se va a poner eso y mucho menos se va a ir! Y no le molestes más. 

La puerta se abrió y yo limpié mis ojos pasando la lengua por mis labios secos después. 

Harry caminó hacia mí en silencio poniéndose de pie justo en frente. 

-¿Ya… Ya lo has pensado? 

Levanté mi mirada hacia él con seriedad para desviarla al poco tiempo negando con la cabeza. 

-Louis eh… Si quieres… No sé, yo, no me gustaría que estuvieras, ya sabes… 

-Estoy bien. 

-No, no lo estás y no hay problema. Yo te doy permiso si necesitas irte hoy más pronto, no hay problema de verdad… 

Tragué el nudo de mi garganta y me senté mejor en la silla mirando a mi alrededor para intentar concentrarme. 

Él había vivido ahí por años, seguramente habría dormido en esa habitación todo el tiempo y conocía todas las ventajas e inconvenientes de estar ahí. Él lo sabía. Sabía perfectamente que yo había escuchado todo y sabía que necesitaba irme de ahí ya mismo. 

-Está todo bien, no se preocupe. 

Mi orgullo era grande, muy muy grande, y me obligó a quedarme en esa casa las horas que cumplía mi contrato. Lo pasé mal, tuve que ir al baño varias veces en las que pensaba que realmente me derrumbaría como nunca lo había hecho. 

Esa mujer me había humillado y yo no podía hacer nada para defenderme. Necesitaba ese trabajo y el dinero que me proporcionaba. Ahora entendí la importancia que le dió Tina a caerle bien a Harry, él sería el único que podía ayudarme a estar ahí.

Corrí por las calles como nunca, el aire impactando en cada poro de mi piel y las lágrimas deslizándose ya sin freno hasta que me paré delante del callejón. 

Moví varias telas y lo vi sentado en un pequeño cartón, tapado hasta el cuello con una manta y un gordo abrigo negro que seguramente acababa de robar y que no dejaba ver mucho de su cara. 

Sus ojos oscuros impactaron en mí en un acto rápido y se levantó separando un poco la manta para mirarme mejor, con su sonrisa hermosa de siempre. 

-Hey Lou, ¿Cómo fue el…? Oh mierda estás llorando. 

Me arrodillé a su lado y sus brazos envolvieron mi cuerpo en un abrazo cálido y necesitado que no dudé en corresponder. 

-¿Te han despedido? 

Negué con la cabeza y me separé limpiando mis lágrimas con el puño de mi camisa. 

Le conté todo. De principio a fin sin omitir ni un detalle. Toda la conversación que tuvieron, mis sentimientos en cada momento y contando las cosas que me habían dolido más. Él me entendió, me abrazó y me aconsejó como solo él sabía hacer. 

-No permitas que te vuelvan a tratar así, ¿me escuchas? A la mierda el dinero, olvídalo. Nadie tiene que pasar por eso y tú no vas a ser menos. 

Le hice caso. La señora Styles no volvió a hablarme, ni siquiera mirarme, no sabía si era porque le daba vergüenza, asco o la pura irrelevancia que provocaba mi presencia en su persona. Si lo hicieron mis compañeros, día tras día y sin parar ni un segundo. Tina me ayudaba, pero no era suficiente. 

Todo cambió un poco con mi primer sueldo. Lo primero que hice fue comprar una camisa azul que, según Zayn, contrastaba con mis ojos a la perfección. 

Pude jurar que me miraron diferente el día que la estrené. Incluso Harry lo hizo, al parecer le gustó, eso le quitaría un poco de los problemas que yo provocaba. 

En cuanto a él se trataba, solo podía decir que cada vez entendía un poco más a qué se debía mi trabajo. Simplemente estar con él. Hablar, hacerle caso y cumplir todas sus órdenes.

Me hizo falta algo más de un mes para darme cuenta de que yo era la única persona que había conseguido sacarle una carcajada a Harry en esa casa. 

Eso no pasó desapercibido por Anne. 

Una orden || Larry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora