Capítulo 25. Now the fun part starts

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- Nat - la llama esa noche, en cuanto siente el peso de su cuerpo a su lado, en la cama.

- Dime - dice tapándose y girándose hacia ella.

- ¿Me abrazas? - pregunta pegando su cuerpo al de ella.

- Claro - responde envolviéndola con sus brazos.

- Te quiero - susurra.

- Y yo, pequeña - dice, dejándole un beso en la frente.

- Pero creo que yo te quiero diferente, Nat - confiesa, escondiéndose en su cuello.

- ¿Diferente?, ¿diferente cómo? - pregunta empezando a preocuparse.

- Ehm... esta noche... cuando estabas hablando con esa chica... - empieza a explicar sin encontrar las palabras exactas - la rubia esa tan guapa...

- ¿Con Esther? - dice cada vez más confusa - ¿Esther te parece guapa?

- Nat que yo... - incapaz de expresar lo que le pasa, levanta la cabeza y deja un beso suave en los labios de la morena, que le muestra una sonrisa - ... esto.

- Vale... - responde sin entender nada, por lo que Alba vuelve a besarla, esta vez más lentamente, masajeándole los labios con los suyos.

Cuando esta vez la rubia se retira, Natalia ya no puede despegar sus ojos de aquella boca, que ve acercarse de nuevo para besarla y, esta vez decide no contenerse, devolviéndole el beso mientras deja escapar un suspiro.

- Alba... - susurra mientras las manos de la rubia se enredan en su pelo, atrayéndola hacia ella - Alba... ¿estás segura?

- Segurísima - contesta casi sin despegar su boca de ella, mientras intenta alcanzar la camiseta que lleva puesta la otra, para quitársela - puedo... puedo parar si no lo tienes claro...

- No... - suplica, dejándose hacer, hasta que el último ápice de sentido común que le queda toma el control de la situación - Alba, no serán las hormonas...

La rubia se retira un momento y analiza la última frase, está claro que las hormonas tienen algo que ver, llevaba días en los que solo soñaba con sexo y tenía que darse duchas frías al levantarse, pero tenía más que claro que no era solo eso. Tras unos segundos en silencio, la valenciana se gira sobre sí misma y, Natalia se asusta por si aquello había hecho enfadar a la otra y la abraza intentando consolarla.

- Albi, Albi, por favor, no te enfades - suplica la morena - yo no quería... sí que quiero...

Sin decir nada, la rubia saca algo de su mesita de noche y se lo ofrece a la navarra, que lo mira confusa. Es el anillo, aquel anillo que ambas habían guardado durante años, el suyo era inquilino de su cartera desde que podía recordar.

- No son las hormonas, Nat, quiero una familia... contigo - explica la rubia - No sé por qué me ha costado tanto verlo... pero incluso cuando he estado con alguien... he deseado llegar a casa y tumbarme abrazada a ti hasta dormirme...

Una sonrisa enorme se forma en los labios de la morena que cree que puede explotar de emoción en cualquier momento.

- Pero si tú... si tú no quieres... - susurra Alba, ahora perdiendo un poco la voz.

- Sí quiero, sí quiero, Albi - contesta rápidamente - Tú eres todo lo que está bien en mi vida... eres lo único que ha estado bien siempre.

- ¿Entonces...? - pregunta la pequeña mirándola a los ojos, mientras le acaricia la mejilla suavemente con la mano.

Natalia no contesta, sólo se inclina despacio sobre ella y atrapa sus labios con delicadeza, rozándolos como si fuese a romperse. Prolongan la sesión de besos y caricias durante horas, disfrutando de poder, por primera vez, hacer aquello sin sentirse culpables por la existencia de terceras personas y sin miedo a que alguien pudiese sorprenderlas haciendo cosas que no debían. Sólo estaban ellas dos, ellas dos y su tiempo ilimitado para redescubrirse.

To And Fro | AlbaliaWhere stories live. Discover now