Capitulo único

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Isaac todavía podía recordar perfectamente el día en que conoció a Hyoga, aquel soleado día en Siberia cuando su maestro llegó con la noticia de que tendría un compañero de entrenamiento.

Cuando vio al rubio de ojos celestes, quedó flechado, aunque sólo eran niños y por ende no lo sabía.

Lo que si sabía, es que en el momento en que ese joven rubio le sonrió, presentándose de forma insegura, todo su ser le pidió una sola cosa.

Estar a su lado.

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Con el tiempo ambos se volvieron muy cercanos, siempre entrenando juntos y divirtiéndose.

El peli verde siempre estaba junto a él, entrenando, jugando, compitiendo, animandolo cuando su espiritu decaía...

Y ahora había descubierto algo más.

Odiaba verlo llorar.

Lo había visto llorar por su difunta madre y cuanto la extrañaba, también lo vio llorar de manera más silenciosa al recordar a sus amigos en Japón.

Y odiaba verlo así.

Odiaba ver que sus ojos celestes se cristalizaran, detestaba que esas lágrimas empaparan sus mejillas mientras intentaba contenerse sin éxito, aborrecia escuchar su voz rota..

No soportaba verlo llorar, por que cuando lo hacia, su corazón se rompía. Por eso siempre estaba ahí, esforzándose por sacarle una sonrisa.

Ya que esa sonrisa le alegraba el día entero.

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Con el tiempo su relación se volvió más cercana aún...mucho más de lo que debería haberse vuelto en primer lugar.

Ya no eran niños inocentes, habían crecido, sus cuerpos se habían desarrollado, habían madurado, eran adolescentes.

Y con la adolescencia llegan las hormonas por todos lados. Ser un aspirante a caballero no te salvaba de esa etapa.

Al principio sólo eran miradas, luego 'bromas", uno que otro coqueteo...más de un buen regaño por parte de Camus.. y bueno..

De alguna u otra forma, esas bromitas y coqueteos casuales se volvieron pronto en algo frecuente, que sepa athena como terminó con los dos en la cama.

Isaac no podía quejarse, Hyoga era muy lindo, y saber que le había decidió entregar esa preciada joya llamada virginidad a él...lo ponía muy feliz.

Claro, seguían siendo un par de adolescentes con nula experiencia, aunque no fue tan malo como se podía alguien imaginar.

Gracias al hecho de que Isaac siempre había sido bien preguntón...y no había perdido la oportunidad de preguntarle al "mejor amigo" de su maestro el como "lo hacían" dos hombres en alguna ocasión.

Y bueno, Milo le explicó con flor de detalles.

Sinceramente no olvidaría esta noche

- Hyoga...voy a entrar...

Murmuró el peliverde, quien se encontraba sobre el rubio, ambos algo sonrojados...bueno para que mentir, el oji celeste parecía tomate.

Pudo ver como su acompañante asentia con la cabeza, aún nervioso.

Con una sonrisa suave se agachó un poco y beso los labios del chico, de manera tranquilizadora

- Calma Hyoga...sabes que jamás te lastimaria...

Entre besos y murmullos afectivos, el mayor de los dos introdujo su miembro en el menor con suavidad, buscando hacer el menor daño posible mientras este se acostumbraba al intruso.

Cuando pudo moverse, fue en un vaivén lento y cariñoso, abrazado al rubio mientras llevaban aquel acto por el cual probablemente camus les pegaría la regañada de la vida.

Cuando ninguno de los dos pudo más, sus semillas se derramaron, el mayor en el interior del rubio, y este en el pecho de ambos.

Cayeron rendidos a la cama, abrazados todavía.

Isaac se tomó un momento para contemplar al rubio que ahora dormía plácidamente entre sus brazos, se veía tan lindo y frágil.

Y ahí se percató de la tercera cosa:

En verdad lo amaba.

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No habían pasado muchos años desde aquella noche, dos a lo mucho si su memoria no le fallaba.

Tras el incidente en el que perdió un ojo y fue dado por muerto, se había unido al ejército de poseidon como uno de sus siete generales marinos.

No había visto al rubio en un buen tiempo, y sinceramente esperaba que se mantuviera así.

Era un conflicto de emociones, decía odiar al chico por lo que sucedió, pero...no podía tragarse de todo sus palabras.

Y ahora, ahí estaba, el rubio con el que compartió tantos momentos, alegres y tristes, el cual decia odiar. Enfrente suyo, mirándole totalmente sorprendido como si hubiera visto un fantasma.

- I...Isaac? Eres...en verdad eres tú?!

Asintió con la cabeza, entendía la sorpresa del chico...se suponía que había muerto hace tiempo, pero ahí estaba..parado enfrente a él.

Iba a decir algo, pero cualquier cosa se borró de su mente al ver las lágrimas que corrian por las mejillas del chico rubio, quien había caído de rodillas atónito por la revelación.

"Odiaba verlo llorar"

No importaba cuanto intentará convenserce de que odiaba al rubio. Eso sólo era una maldita mentira.

Y lo comprobó cuando, antes de que se diera cuenta, se encontraba corriendo en dirección al menor, abrazandolo.

Abrazo que fue correspondido al instante.

- No puedo ...creer que estés vivo...crei..crei que habías...

Isaac nego con la cabeza, sonriendole, como solía hacerlo hace años.

- Hyoga...estoy aquí.. A tu lado...

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⏰ Última actualización: Feb 12, 2020 ⏰

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A tu lado - Isaac x Hyoga One shot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora