—¿Diferente? —inquirí yo, alzando una ceja.

   —Parecía que ibas desnuda, Maddie. Pero la cara de loca la bordaste. Me encantó; es lo mejor que he visto.

   Estaba muy emocionada. No sabía que le había gustado tanto.

   —Por eso estabas nerviosa el otro día, ¿verdad? Porque temías que no nos gustase o que nos defraudase a nosotros —dijo mientras señalaba a todo el comedor— y a tu familia.

   Asentí con la cabeza. La verdad, había resumido todas mis preocupaciones de los días anteriores al nacional.

   Iba a decir algo, pero no pude ya que el príncipe Eric se levantó de su asiento y todas nos lo quedamos mirando asombradas.

   —Chicas. Tengo algo que anunciar —dijo él tranquilamente. “¿Qué será?, me pregunté—. Ya he decidido quiénes formarán parte de la Élite. Las que no seáis nombradas deberán abandonar el palacio; no me odiéis, por favor. Todas sois unas chicas magníficas, pero solo puedo dejar a seis como la Élite.  

   De pronto, calló dejándonos en suspense. No me di cuenta de lo importante que era para mí quedarme hasta que llegó este momento. El príncipe Eric me gustaba (por no decir que lo amaba). No obstante, sabía que yo sería una de las que se marcharían a su casa hoy.

   —Elizabeth Taylor y Mía Lee.

   Tanto Elizabeth como Mía sonrieron contentas.

   —Andrea Town y Evelyn Adams.

   Ambas sonrieron contentas. Me alegraba mucho por Andrea; ella sería una gran princesa.

   —Melanie Grey y… —Todas las chicas cerramos los ojos a la espera de que dijese nuestro nombre. Ojala dijera mi nombre; lo deseaba con toda mi alma, pero sabía que no lo diría porque…— Madison Moon.

   ¡¿Qué?! ¿Yo, parte de la Élite? Qué sueño tan bonito. Entre esto y haber ganado los nacionales… Empecé a sonreír como una boba. ¡No me lo podía creer! Me sentía como en las nubes. Si por mí fuera, ahora mismo ejecutaría unas cuantas volteretas. ¡Dios, pero qué feliz estaba!

.   .   .

   La mañana la pasamos recogiendo direcciones, contando anécdotas, apuntando teléfonos, despidiéndonos entre lágrimas… Lo que más pena me dio fue despedirme de Jade, Georgina y Laura, con quienes había congeniado mucho durante estas dos últimas semanas. Las añoraría muchísimo cuando se fueran.

   Me dediqué a bailar la mayor parte de la tarde. Que los nacionales hubiesen terminado no significaba que no debía practicar. Al contrario, ahora que iba a participar en los nacionales debía esforzarme al máximo.

   Una vez duchada y cambiada, salí de la habitación y me dirigí hacia la Sala de las Mujeres. En cuanto entré, la mayoría dejó de hablar y se limitó a mirarme. Digo la mayoría porque salvo Andrea, que seguía leyendo algo, las demás se habían callado. “¿Tendré monos en la cara?”, me pregunté.

   —¿Pasa algo? —les pregunté. No había ni rastro de la reina, por lo que deduje que no bajaría ya.

   —Contigo no hablamos —dijo Evelyn con asco.

   —¿Y eso por qué? —quise saber.

   —Por tu culpa Jade no está aquí —respondió Elizabeth.

   —¿Qué tiene que ver Jade conmigo? —dije enfadándome poco a poco.

   —Si tú no estuvieses aquí, seguramente ella estaría aquí. Todas sabemos que algo le has tenido que hacer a Eric para que decida que tú, estúpida huérfana, te quedes como parte de la Élite. —La que lo dijo fue Mía, mirándome con desprecio.

Fan fic de la SelecciónWhere stories live. Discover now