-Déjalo- lo corte mientras me sentaba en la cama para quitarme esos odiosos zapatos.
-No, no lo dejo... te mereces saber toda la verdad...
-Pues empieza de una maldita vez.
Asintió y sus ojos se distrajeron al verme quitar el pantalón para solo quedarme con su sudadera.
-Estamos en una sede secreta del FBI.
Eso era lo último que esperaba oír.
-¿cómo?
Emilio dudo antes de seguir hablando.
-Soy un agente encubierto de la DEA. Trabajo desmantelando rutas de tráfico drogas. Llevo años en esto, incluso antes de terminar el servicio militar.
Me quede perplejo analizando sus palabras.
-Entonces lo que me dijiste antes ¿era mentira?
-Todo lo que te dije sobre tu padre es verdad, él me sacó de las calles y me metió al ejército. Lo que él no sabía es que el gobierno me tenía fichado. Y mientras trabajaba con él, pasaba información clasificada al FBI. Estuvimos años tras la pista de Hernández, el tipo que te quería matar. Pero el operativo que armamos para capturarlo se fue a la mierda, su hijo terminó muerto a mano de mis hombres. Tu padre no tenía idea de eso porque fuimos nosotros los que armamos el encuentro en su nombre- Hizo una pausa y volvió a hablar más calmado- Sabíamos que Hernández iría por ti, debíamos advertirle a tu padre sin delatarnos a nosotros.
Sus ojos se encontraron con los míos.
Entonces lo supe.
-Fuiste tu...- Me sentí estupido por haber confiado en algún momento en este hombre- Tu me secuestraste...
Emilio se sentó en la cama junto a mi.
-Era la única manera de que tu padre te pusiera seguridad...
Me levante y lo encare con rabia.
-¡La única manera de meterte en mi casa! ¡Por eso lo hiciste!
Se callo, dándome la razón.
-Necesitaba trabajar desde adentro- admitió- Hacia un año que tú padre me tenía alejado de casi todo...
-¿Por qué?
-Por Miguel. Miguel sabía perfectamente quien era tu padre y lo que hacía, a él nunca le gustó eso. Tu padre tenía miedo que él pudiera hablar y quería matarlo... tuve que rogarle para que no lo hiciera. Miguel nunca supo que era un infiltrado.
Se levantó y vino hacia mi.
-Sabia que si tenía que confiarle la vida de su hijo a alguien, sería a mi.
Hizo un ademán de tomarme la mejilla pero lo aparte.
-Te dije que no me tocarás.
Me aparte y fui hasta la otra punta de la habitación.
-No mentía cuando dije que Kozel era el único que podía protegerte de Hernández...
-¡Trabajas para el FBI!- dije furioso- ¿Cómo es posible que no pudieras mantenerme a salvo?
Negó con la cabeza.
-Necesitábamos esperar hasta que Kozel acabara con Hernández, luego inicie los preparativos para sacarte de ahí. Con el FBI habrías tenido que cambiar de identidad, cambiar de vida. Iniciar desde cero. Y aun así nunca estarías a salvo del todo. Te habrían encontrado fácilmente...
-¡Pero nunca tuve esa opción! ¡Tu no podías decidir por mi! Para ti siempre fue tu maldito trabajo antes que todo...
-Joaquín...