Sargento de hierro.

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Lexa rió mientras apoyaba su cabeza en el hombro de Clarke, esta dejó un beso en su cabeza para continuar con su historia.

- Y Lexa, da muchísimo miedo, a pesar de llevar un instructor en tu espalda. Creo que el peor momento es cuando tienes que saltar, la indecisión de si realmente merece la pena. Pero una vez saltas... no cambiaría por nada esa sensación. Jo, Lex, es increíble, una auténtica pasada. Es una sensación tan indescriptible, de libertad, de sonreír, de gritar de felicidad. Todavía a día de hoy nos reímos recordándolo. A pesar de todo el miedo que supone repitiría sin dudarlo. Y esa sensación de aquel día con 18, de aquel paracaídas, y de aquella caída libre, es lo mejor que se me ocurre para intentar explicarte lo que me sucede contigo desde el principio.

- Pero Clarke, ya te he dicho que no te dejaría caer, lo de la apuesta ha sido una auténtica gilipollez.

- Olvídate de la apuesta Lexa, esto se trata de la caída. Es que yo necesito caer Lexa. Necesito quitarme todo el peso que llevo y dejarme caer, para no ser una persona a medias. Esto no se trata de la caída si no de saltar.

- Pero el paracaídas también puede fallar, Clarke.

- Puede. Pero según me dijo el instructor cada paracaídas lleva un sistema que hace imposible que esto suceda. Lo cual...- volvió a girarse para mirarla - ... seguramente tú no traigas incorporado.

Lexa alzó una ceja mientras clavaba su mirada en la suya. Clarke estalló en una carcajada que la actriz escuchó aliviada, ya que momentos antes creía que no iba a volver a escucharla.

- Sé que eres el mayor desastre emocional y el mayor reto sentimental para cualquier persona que quiera iniciar algo contigo. Pero contigo seguiría tirándome cada día incluso sin seguro, sin instructor y sin red de seguridad. No eres mi paracaídas, Lex, ni siquiera quiero que lo seas. Tú eres mi caída libre.

Lexa la abrazó aún más fuerte sintiendo su corazón golpear con furia sus costillas. Sabía que era la primera vez en su vida que se encontraba en las palabras de la persona que tenía enfrente. Por eso desde que la conocía el afán de proteger a Clarke era incluso más fuerte que sus propios deseos, que su propia forma de hacer las cosas y la razón de que se olvidara tan pronto de querer hacerle daño con aquella apuesta.

- Eres una jodida montaña rusa, Lexa Woods - la miró sonriéndole incluso con la mirada y Lexa se sintió derretir - pero jamás, nunca, en toda mi vida me había sentido tan viva como cuando tú me besas. Y no me gustaría perderme nada, no me gustaría echarlo a perder por no estar preparada.

- Clarke, somos solo tú y yo. Y aunque te vayas, sabes que nunca dejaré que te vayas, no mientras sigas queriendo saltar. Te tengo metida en mi piel, Griffin, tan dentro que duele.

- Será el mayor salto con paracaídas de la historia, Lex - se acercó a ella acariciando su nariz con la suya provocando la risa de la actriz.

- Y el más increíble de todos... no me equivocaba en que contigo había que saltar en caída libre - Lexa apoyó su frente contra la suya bajando la vista a sus labios - voy a echarte jodidamente de menos, Griffin. Ojalá fuera distinto, ojalá pudiera ayudarte sin desaparecer de tu vida, sin...

- Lexa...

- ...estar tan irremediablemente loca por ti, Clarke. Y si tú no lo estás aún, solo dime que existe una mínima posibilidad de que eso suceda, de que vas a volver y eso puede suceder.

Clarke se levanto sonriendo y observó como Lexa se quedaba totalmente perdida en aquel gesto. Joder Woods, es que estás completamente perdida, pensó poniéndose a la altura de la rubia.

- Lexa, no hay nada que desee más que dejarme caer. No lo olvides. De todo esto, eres mi caos favorito Lexa Woods.

Las lágrimas amenazaban con salir en cascada de sus ojos por lo que se limitó a besar dulcemente a Lexa en los labios, apretando fuertemente los párpados a la vez que se abrazaba a su cuello. Se separó lentamente, queriendo prolongar el contacto con la castaña hasta que todo pasara sin tener que vivir la distancia con ella. Se detuvo en el verde de Lexa y la tristeza que vió reflejada en ellos la hizo girarse y no alargar más el momento, pero la mano de Lexa la devolvió contra su boca, besándola de nuevo pero esta vez de forma salvaje, queriendo retener entre sus labios un sabor que ahora se le escapaba.

La mujer de verde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora