003| A Ryan no se le para

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- ¿No vas a entrar? – tocan mi hombro y dejo de mirarme las mangas de mi playera. La burbuja negra de ansiedad que me envolvía se esfuma de pronto. Un tipo con cara de estúpido me está viendo.

Me había quedado como idiota frente a la puerta en medio de un episodio de psicosis interna. Parpadeo un par de veces y ahora sí lo miro. Peinado elegante, pero no se ve forzado, como si así lo tuviera naturalmente. Me sonríe curioso, como si tratara de ver a través de mi alma o algo así.

- Eh...Si – contesto a su pregunta intentando salir de trance. Me acomodo mejor para meter la llave en la cerradura.

- Soy Ryan – me sonríe – Y sí, soy hombre.

Trato de regañarme a mí mismo por siempre irme de viaje astral, pero me detuve al procesar su "soy hombre", es decir, ya lo sé, te ves como un hombre. Digo, ¿qué clase de presentación es esa? Sin darme cuenta, empiezo a reírme. Quiero recalcar que no sé tener amigos, de hecho, tengo unos nervios de quedar como tonto frente a este tal Ryan, pero parece que será fácil. Luce como esas personas que, si no tienes tema de conversación, ellos sí la tienen.

- Si, noté que eras chico cuando vi tus bolas, Ryan – le guiño el ojo mientras sigo riendo.

No quería decir eso...

- Soy Gerard. Estudiaré arquitectura – esto sí. Odio ser así, deja de ser impulsivo.

- Agh, arrepiéntete – hace una mueca de asco.

- ¿Es muy difícil? – él asiente, pero me mira como diciendo: "¿No sabes a lo que te has metido?" - ¿tú qué estudias o qué?

- Arquitectura – comienza a reírse – parece que compartiremos clases. Eso espero, sería genial – sonríe abiertamente.

Entramos a la enorme casa, platicamos fugazmente sobre cómo apesta la arquitectura del campus (aunque yo la verdad no tengo idea de lo que estoy diciendo) y sobre los talleres que metimos. Típica conversación de cuando no hay confianza aún. De esas conversaciones llenas de respeto y sin maldiciones. Recuerdo que Joshua y yo no hablábamos, sólo sabíamos lo que queríamos decir con tan solo mirarnos. Las únicas y pocas palabras que nos decíamos eran: "hermano", "pásame eso".

Ryan se sienta en la barra de la cocina. Toma una manzana y yo me propongo a buscar botellas de alcohol en los estantes de manera cautelosa, de puro instinto lo hago, ni siquiera me gusta tomar tanto.

- Tengo disfunción eréctil – confiesa de pronto, justo después de darle un mordisco a su manzana.

Me quedo quieto, a mitad de una búsqueda de alcohol y escondiendo mi rostro de vergüenza con una de las puertas de madera del estante de arriba. Por favor, quiero vodka. ¿Qué se supone que le pasa a este chico? Mantenemos una conversación incómoda y de "apenas te estoy conociendo" ¿y ahora me sale con conversaciones acerca de su pene? Me siento asustado e incómodo.

De pronto, mi mirada se desvía a la comida de las alacenas, wow... qué rico, ¿eso es mantequilla de maní? ¡wow! ¡Mira, Luckycharms! Me gusta ese cereal, no, solo los bombones. Un vaso de vidrio que...

Y ya que me quedé en silencio mucho tiempo, decido hablar.

- Ah... ¿sí? - aprovecho que no me ve la cara, no quiero que me vea cómo estoy completamente confundido.

- Si, hermano. La otra vez estaba intentando tener sexo con Tiffany..., una chica de arquitectura también, luego la vas a conocer – hace paréntesis sobre la chica y después continúa – bueno, entonces estaba intentando excitarme para que se parara mini Ryan y... no. Me la mamaba y me la mamaba y era super incómodo, le tuve que decir que ella y su belleza me ponían nervioso.

Psicólogo Frank [Frerard] Y [Ryden] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora