—Yo también te amo... — Mangel tomó la iniciativa besándolo: dejando a Lolito totalmente sorprendido pero correspondiendo de una manera tan salvaje que Mangel intento separarse, cerrando los ojos y quejándose un poco, terminando por golpearlo pero Lolito ni siquiera se inmutaba.
Al separarse dejo sin aliento al omega, con un sonrojo fuertemente marcado en sus mejillas, la boca abierta y la saliva derramada.
—Nosotros... Queremos... Tenerte, Mangel... —Se inclino quedando a pocos centímetros de sus labios — Hasta que... la muerte... Nos separe —no pudo reaccionar, no pudo hacer nada o incluso decirle algo al respecto de sus palabras, tan sólo sintió como ambas manos se habían colocado en el cuello de su camisa separándolas y por consecuencia había desgarrado sus ropas.
—Lolito... — el mencionado volteó a verlo, volviendo a besarlo tan feroz que se animo a morderlo, sacándole un poco de sangre, hiriendo su labio inferior— Lolito...
—Me lo debes Mangel...
—No... Quería hablar
—Habla entonces — Mencionó sin dejar de atacar su cuerpo, dejándole fuertes mordidas a su hombro y pecho incluso alrededor de uno de sus pezones.
—Yo... Pensé que Rubius... — gritó por el dolor que sintió al momento de las mordidas, dejando las lagrimas mancharan sus mejillas—... estaría a mi lado pero sólo quiso que me separara de ti... porque quería algo seguro si las cosas con Vegetta no se daban, quería un cuerpo para desaojar su calor... Me lo contó arrepentido... — Lolito se separó y miró a Mangel a los ojos
—¿Quieres que lo mate?
—No... — lo abrazo cerrando los ojos mientras las lagrimas las limpiaba con la ropa del Alfa — quiero que los tres me tomen — sorprendido se separo del Omega que sonreía, separo sus piernas mientras sus traviesas manos toqueteaban su cuerpo, sin duda alguna nadie sería perfecto para él más que Mangel —... y le dejen claro a todos que te pertenezco, Lolito...
No dijo más, no se lo permitió ya que lo había tomado tan bruscamente, azotando su cabeza en la cama. Mangel sintió que se ahogaba pero aun así no dijo nada, simplemente miro a otro lado respirando lo que sus pulmones necesitaban y que segundos atrás se lo habían prohibido.
Aun cuando las manos de Lolito ya no lo obligaban a estar en esa poción termino por no moverse mientras sentían nuevamente esas fuertes manos desgarrando sus ropas, ahora dejando un gran agujero en sus pantalones, dejando fragmentos de tela que no cubrían lo que realmente quería el Alfa.
—Lolito
—Calla... — separó sus nalgas y hundió sin pensarlo sus labios sonriendo al sentir la humedad de su recto, ya estaba auto lubricándose para su intromisión — Aun no te daba permiso de lubricarte, yo quería hacerlo Mangel— como "castigo" abrió la boca y sin pensarlo mordió una de sus nalgas dejando no solo una mordida sangrienta sino también después de unos segundos el tono morado y verde de un moretón se hizo presente alrededor de esta. Nuevamente el sonido del dulce grito de Mangel llego a sus oídos. Besando la zona herida por sus dientes, con tal de calmarlo.
Nuevamente cambio la posición, dejándolo ahora boca arriba mirando fascinado esos ojitos rojos por las lagrimas, sus mejillas manchadas y húmedas por el rastro de las mismas pero su sonrojo fuertemente marcado le indico que pese al dolor y lo brusco que se estaba portando, aun así le estaba gustando.
Bajando su mano mientras comenzaba a masturbarlo, sus dientes volvían a marcar su cuerpo, su abdomen y parte de su cuello, todas esas mordidas con las mismas características, una herida sangrienta con un feo moretón alrededor.
Separándose un poco más, abriéndole las piernas mientras sus labios besaban sus muslos y nuevamente una mordida cerca de su miembro.
—¡Lolito! — gritó— esa acción le había dolido tanto que el grito se había convertido en llanto, pero era difícil creerle ya que su pene aun seguía erecto —Lolito... no... — se puso nervioso, incluso se asusto al ser rodeado por la boca del Alfa, temía que terminara por morderlo.
El temblor de su cuerpo no paso desapercibido por el Alfa que sonrió de medio lado mientras mordía suavemente la punta, tenia limite, y no sería capaz de lastimarlo de tal manera pero le encantaba que estuviese nervioso por pensar lo que podría hacer.
Al separarse un poco del cuerpo de Mangel pudo admirar perfectamente todas las marcas dolorosas de su cuerpo, en como el color verde y morado al igual que el rojo se mezclaba tan perfectamente por su tono de piel, era una completa belleza que no dejaría escapar nuevamente.
Pasando su dedo por las heridas mientras miraba la expresión del más chico, aun le dolía pero no decía nada acerca de que se detuviera. Inclinándose para besar sus heridas, cerrando los ojos y apaciguando el dolor que le había causado.
Escucho una pequeña risilla por parte de su herido Mangel cosa que hizo levantar la mirada para saber qué era lo que le hacía gracia, al ver que sus ojos oscuros se encontraban con los suyos provoco un fuerte sonrojo.
—Es gracioso... que me castigas y luego haces eso — acarició el cabello largo de Lolito desatando la coleta baja que tenia dejando que sus mechones estuvieran desordenados en su rostro ocultando la vergüenza que sentía en esos momentos.
Con delicadeza lo acerco su rostro para besarle mientras sentía el leve empujón de Lolito a su cuerpo que lo obligaba a recostarse de nuevo. Sintiendo las manos traviesas del alfa mientras acariciaba sus piernas al mismo tiempo que las abría, frotando su falo en la entrada de Mangel. De repente un tremendo coraje ante la idea que le había dicho Rubius acerca del picadero y en cómo había tomado a su niña en ese lugar.
Lo volteó nuevamente colocándolo en cuatro patas mientras que con una de sus manos tomaba sus caderas y con la otra sus cabellos, haciendo su cabeza hacia atrás desacomodando un poco la bandana que tenía en su frente. Besos apasionados devoraron los labios del omega mientras su trasero recibía las palmadas fuertes de las caderas de Lolito, era brusco y tenía la ligera corazonada del porque pero aun así no lo detuvo, sabía que intentaba borrar todo rastro, que lo quería todo para él y eso en cierto modo le gusto aunque prefería una manera menos dolorosa en que tomara lo que le pertenecía.
—Mío... —tomó su mano derecha haciéndola para atrás, escuchando un leve crujido por el movimiento brusco — Mío — Lo levanto lo suficiente como para hacerlo que se hincara en la cama mientras la mano que no sostenía fuertemente su muñeca se colocara en la boca del omega, metiendo un par de dedos en la misma, sintiendo como Mangel jugueteaba con su lengua, humedeciendo los tres dedos que tenia dentro— Mío — Mangel sintió la respiración del alfa tan cerca de la zona en donde se suponía que el amor de su vida debería marcarlo, pero tan sólo recibió el dolor en su otro hombro a causa de la mordida, al final se había arrepentido o bien había recobrado la conciencia.
Ya no soportaba más dolor, así que cayó una vez Lolito lo soltó de los brazos, nuevamente le dio la vuelta a su cuerpo y continuo con las estocadas. El omega gritó de manera casi desesperada, arqueando su espalda y echando su cabeza hacia atrás, sus lentes de milagro no se había caído y tan sólo los tenía un poco desaliñados, un poco más arriba de donde debería estar, su cabello era un completo desastre, sin contar claro la herida de su labio, el sudor y la saliva que salía de su boca.
Su abdomen se encontraba ahora manchado de su propio orgasmo mientras su cuerpo se movía de manera floja ante los movimiento de Lolito.
Al sentirse que estaba a punto de correrse, salió del omega y dejo que su semilla se mezclara con la de Mangel en la piel marcada del mismo, termino exhausto, dejándose caer encima de su pareja sin importar si se manchaba de los fluidos derivados de la excitación.
Mangel, aun con el dolor de su cuerpo, de sus brazos marcados por las mordidas de Lolito, tuvo la fuerza suficiente como para abrazar al mayor, sonriendo con pereza, en esos momentos quería cerrar los ojos pero también quería dejar las cosas claras, que tenía consciencia de lo brusco que podría ser y él en verdad no le importaba.
—Lo siento... —habló el alfa una vez se percato del estado del cuerpo de Mangel.
—Te amo Lolito— declaro, una respuesta corta y precisa que le decía que no importaba lo brusco que era, él siempre lo había aceptado como era.