Capítulo diez: El amor es agridulce + Extra.

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—Lo haré. Sin embargo, quiero que sepas, que si tú no estás, no me sirve de nada seguir con vida. —imaginándose cierto escenario, el agarre de Yang Min se tensó, y se volvió más fuerte.

La mirada de Hui Ying, y su rostro se suavizó ante esto.

—No te dejaré, y espero que tú tampoco lo hagas.—el mayor le soltó un golpe en la cabeza al rubio.—¡No esperes que perdone tus fechorías mostrándome una apariencia lamentable! ¡¿Tienes idea de cuánto me duele mi trasero?! ¡Incluso mi espalda! —reclamó, queriendo cambiar el tema de conversación tan delicado.

—¿Duele mucho? —mientras hablaba, Yang Min giró a Hui Ying, y lo acostó boca abajo suavemente, masajeando su espalda, bajando poco a poco.

Hui Ying no esperaba que su amante le masajeara en realidad, inmediatamente, un calor inexplicable invadió su pecho.

Después de varios minutos, la habitación quedó en silencio, Yang Min masajeaba con dedicación mientras Hui Ying jadeaba por la relajación que tenía su cuerpo.

Hui Ying era un emperador, y desde la partida de Yang Min trabajó sin descanso,  preocupando a sus padres y al personal del palacio. Hui Ying estaba muy estresado, y ni siquiera lo sabía. Su cuerpo parecía estar sin alma, ya que el niño de sus ojos se había marchado, y su corazón con él.

Media hora más tarde, Yang Min seguía masajeando sin parar, y Hui Ying ya se comenzaba a sentir culpable.

El menor nunca se quejó, ni dio signos de parar, pero al paso que iba, Hui Ying sentía que se quedaría sin manos.

—Está bien así, déjalo.

Adivinando sus pensamientos, Yang Min se negó.

—No te preocupes por mí, yo te ocasioné el dolor.

—¡Tonto! No todo es obra tuya, desde un principio, mi cuerpo no estaba en el mejor estado.

Lejos de relajar a Yang Min, y hacer que dejara de masajearlo, le provocó al menor un ataque de pánico.

—¡Gege! ¡¿Por qué?! ¡Debes entender, que mucha gente depende de ti, y tienes que cuidar de tu cuerpo para vivir muchos años a mi lado! —como si un recuerdo doloroso pasara por los ojos del príncipe, este los cerró con fuerza, mientras las comisuras de sus labios temblaban.

Lo verdadero importante de toda la frase, era la última parte.

Hui Ying estaba viendo al Yang Min de siempre, pero sentía algo muy diferente en él, y no sabía explicar qué era eso diferente.

Parecía que Yang Min tenía un recuerdo que le atormentaba, Hui Ying pensó en algunas posibilidades, tal como cuando lo engañó en el caballo, o fue herido por la flecha, que aunque no había sido grave, a la temprana edad de Yang Min había podido ser traumatizante, el corazón se Hui Ying y su instinto le decía que no, que no era eso.

—Yang'er, mírame, por favor. —el menor obedeció, mostrándole un casi imperceptible cambio de color en sus ojos, los cuales reflejaban sus complicadas emociones.—No lo aguantes, si quieres llorar, llora. —Yang Min estrechó a Hui Ying en sus brazos, ocultando su rostro en el cuello del mayor.

Hui Ying sintió la cálidez de las lágrimas del príncipe, cayendo y recorriendo su cuello, esas lágrimas eran como magna caliente fluyendo.

—Soy muy malo para saber lo qué sienten las personas, —dijo Hui Ying de forma pausada. —por eso quiero que me digas la razón por la que lloras, dime qué sientes, dime a qué le temes, dime qué puedo hacer. —murmuró, acariciando el cabello del menor, besando mechón por mechón suavemente.

El Sistema De Reencarnación PerpetuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora