Capítulo 5: Sucesos Extraños. Parte I

Comenzar desde el principio
                                    

- Esto se parece al líquido del que está hecho mi clon. - posterior a la declarativa, olió la sustancia, solo para sentir un fuerte aroma que lo hizo querer vomitar - Dios, huele a carne podrida.

- Genial, nuestra única pista es esa brea con olor a muerto, como sea, hay que irnos antes de que las chicas vuelvan. - Leo se fue adelantando hacia el campamento, quería dormir.

- Vengan por este lado, creo saber dónde puede estar su escondite. - Adler fue en dirección contrario al hijo de Hefesto, seguido de sus compañeros y amigos.

- Por supuesto, el alemán sabe cazar y rastrear presas. - León bufó, y con desgana también se fue detrás de sus colegas. Él sabía el origen étnico de su compañero, pero era divertido hacerlo enojar fingiendo lo contrario.

Todos siguieron ciegamente a su compañero, parecía saber bien a dónde iba; de vez en cuando se ponía de cuclillas, examinaba el terreno y proseguía sin decir nada. Tras varios minutos  caminando los cinco semidioses llegaron hasta un lago con aguas muy profundas, era un espacio apacible y sumamente bello. El descendiente de Helios tenía un mal presentimiento respecto al lugar, sabía que algo pasaba ahí, pero no podía decirlo con seguridad, heredó la habilidad de su padre para verlo todo, pero a una escala mucho más reducida y en momentos aleatorios. Hideo y Erick organizaron a sus compañeros para ir a buscar algún sitio de interés, algo que pudiera decirles dónde se escondía la mente detrás de los ataques. Leo y Erick fueron hacia la izquierda, Kat y Adler tomaron la derecha y Armin se quedó examinando el lugar por donde llegaron, no había nada que hacer ahí mas que resguardar el camino de regreso; la calma fue tal que Armin quedó dormido luego de sentarse bajo la sombra de un árbol.


Adler Pichler y Hideo Hayashi caminaron rápidamente por su lado, no tenían mucho en común con qué volver ameno su trayecto, ambos eran callados y el estímulo para hablar era casi inexistente, sin embargo los dos se sentían conformes con el compañero que estaba a su lado.

- ¿No te dejaban salir mucho de casa, o sí? - Adler era dominante, con una fuerte presencia y liderazgo innato, siempre tenía que caminar al frente.

- Ah, no, mi madre jamás me dejó salir del Olimpo, nunca he entendido su necesidad de protegerme tanto, en ocasiones es abrumador, ¿sabes? Puede verlo todo a través de los olivos, me tenía vigilado todo el tiempo. - Entre la charla, el muchacho asiático miraba sus alrededores, nada más que árboles y ese cuerpo de agua tan prominente.

- Entiendo cómo es eso, mi padre es el sol, y no hay nadie que vea más que el sol. Yo también tengo esa habilidad, pero no sé manejarla, sería muy útil ahora, ¿no?

Nada inusual hubo en el terreno, o no a la vista, Kat se dio cuenta de que estaba ocurriendo lo mismo que en su batalla contra el monstruo sumerio, las tierras cambiaban para formar un laberinto que los encerrara lejos de los demás. Adler siempre tuvo razón, quien estuviera detrás de todo eso, debía estar cerca de esas aguas y no quería revelarse ante los semidioses, al menos, no por el momento. Volver por donde llegaron era inútil, si todo iba a ser como su combate previo, era necesario derrotar a un enemigo, que seguramente sería muy poderoso. Los dos varones se prepararon mentalmente para luchar, pero nada pasó, lo que fue todavía más extraño.

Como no hubo hostilidad contra ellos, siguieron caminando en la dirección que iban, a fin de cuentas era lo mismo caminar de un lado o de otro, los atraparon dentro del bucle y, sin muchas más opciones, caminar era lo mejor. 

Los frutos de su esfuerzo llegaron luego de horas de andar a pie, encontraron un enorme agujero en el suelo con una circunferencia perfectamente marcada, de ninguna manera podía ser natural. Creyeron por fin haber encontrado el escondite de su enemigo, Pichler lanzó una esfera luminosa hacia la abertura; la luz fue engullida por la oscuridad conforme iba bajando, hasta que no hubo otra cosa mas que el negro absoluto del agujero, entrar por ahí no era posible, al menos no sin alguna escalera o cuerda tan larga como para bajar. 

Como descender no estaba a su alcance, juntos tomaron la decisión de buscar el camino de vuelta o a la bestia que seguramente vendría por ellos en cualquier momento, aunque antes de irse, el austriaco marcó el lugar de su descubrimiento con una esfera de luz en lo alto de la abertura, así podrían regresar con los demás tan pronto como pudieran encontrarse con ellos de vuelta en la entrada. No avanzaron más de diez pasos lejos de ese extraño lugar cuando el ojo izquierdo de Adler vio dos apéndices delgados y largos, originados en su descubrimiento, iban en dirección a ellos con tal velocidad que ni siquiera pudo avisar a su compañero, en un instante fueron engullidos por la oscuridad, y nadie iría a ayudarlos.


Cayeron por tanto tiempo que dudaron llegar al fondo, si es que había uno; pronto sus pensamientos tomaron forma, ambos cuerpos azotaron con fuerza contra el suelo, la nuca de Kat sangraba y Adler tenía la ceja cortada, además de un corte pronunciado en su pómulo derecho. Estuvieron mareados por minutos, uno de ellos incluso vomitó nada más ponerse de pie, ¿por qué seguían con vida? Una caída desde tal distancia debería haberlos matado, no eran dioses, sus cuerpos eran mortales, más resistentes que el de un humano, pero aún mortales. Sabían que estaban con vida por que quien los cazaba así lo quiso, era un ser terrible, su deseo era torturarlos y y darles fin con mano propia, pues de no ser así, ¿qué sentido tenía mantenerlos vivos siendo presas tan fáciles de matar?

Cuando sus mentes volvieron a estar en orden, Pichler cauterizó las heridas sangrantes con su siempre útil habilidad para aumentar el calor de su cuerpo o cualquier cosa que toque, en un tiempo los daños se iban a curar lo suficiente para que ya no representaran un problema. Juntos discutieron su siguiente movimiento, era una decisión importante para su supervivencia, por lo que al cabo de un rato acordaron ir a buscar al depredador, todo estaba sumido en tal penumbra, que quedarse sentado esperando solo le permitiría a la criatura cazarlos sin problema, una presa que no se mueve es más fácil de matar.

Adler se apoyó de sus dones para iluminar su sendero, era una cueva, bastante húmeda y aterradora, el único sonido que los acompañaba era un goteo perpetuo que se escuchaba lejos de su ubicación, era un ambiente de alto estrés, una mente fría sería útil en momentos de esta naturaleza. Todos los senderos se enredaban, a tal punto de volver imposible de atravesar sin perderse, estos semidioses llegaron a callejones sin salida, socavones aún más profundos y caminos bloqueados por derrumbes. Tras horas de caminar, los muchachos estaban agotados, sedientos y con un alto estrés, la esperanza de que sus compañeros los buscaran era lo que mantenía en pie a ambos; más adelante en su camino encontraron la fuente del goteo, un pequeño cuerpo de agua que instantáneamente ambos fueron a consumir para saciar su necesidad de agua.

Tuvieron un momento de júbilo y paz al encontrar agua potable, pero fue algo fugaz, pasajero, lo que seguía era enfrentar a la criatura que habitaba la cueva, Cipactli, o al menos una versión más pequeña del monstruo azteca; se escabulló por la zonas sin luz, gruñendo con sus múltiples fauces mientras aguardaba un movimiento de los que invadieron su territorio. Kat y Adler se quedaron estáticos, estaban desarmados frente a algo que los superaba en fuerza y conocimiento del entorno, Hideo se concentró para manifestar dos espadas en sus manos sin alarmar al monstruo, pero al ver las armas se abalanzó sobre el griego de rasgos orientales, apenas y fue capaz de esquivar las grandes fauces de la boca central, pero no tuvo la misma suerte con los colmillos de su brazo, que rasgaron la carne de su pierna.

Era una nueva batalla por su vida, pero a diferencia de la anterior, no tenían el apoyo de sus amigos. Estaban solos, encerrados con una criatura superior a ellos, pelear por sus vidas era la única opción en ese momento.


Crónicas Divinas: Rosas y Dioses.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora