Capítulo 34: Cambios

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–Josephine, tienes que moderar tu comportamiento, ya no tienes veintidós años. Tienes treinta y dos. –dijo Flora de brazos cruzados y con una pequeña sonrisa.

–Tendré el cuerpo de una treintañera, el alma de una veinteañera y la mente de un niño pequeño. –respondió Jo con una sonrisa orgullosa.

–No te sientas orgullosa de eso, Jo.

Pasamos el resto de la noche poniéndonos al día de todo lo que nos habíamos perdido, hablamos sobre nuestros trabajos y de cómo nos iba. Hace unas semanas unos periodistas nos volvieron a entrevistar al reconocernos como los chicos que sobrevivieron en la isla, Greg nos dio a cada uno una revista que él había diseñado.

–¡Noche de pijamas! –gritó Josephine emocionada.

–No, Jo. Nos vamos a casa.

–Vamos, Arc. Quiero quedarme a dormir con Roma y Blake, será como los viejos tiempos. –Jo se quejó mientras se cruzaba de brazos.

–Parece que tenga de novia a una niña pequeña. -Arcadia suspiró y nos miró. -Si os parece bien nos quedaremos.

–Os podéis quedar, no es ninguna molestia. –sonreí.

–Para ti no. –oí que susurró Roma a mi lado.

–¡Genial!

Josephine agarró a Blake y a Roma de los brazos y los arrastró con ella hacia la habitación de invitados. Los demás vimos con una sonrisa lo que acababa de pasar, me despedí de Flora y Greg ya que ellos tenían que madrugar mañana, pero prometimos volver a quedar para vernos.

ROMA

Josephine nos despertó a Alizee y a mí a las siete de la mañana, y era sábado. Fuimos a mi despacho que era donde tenía todos mis libros, mi ordenador y algunas cosas más, al parecer quería contarnos algo.

–Como bien sabéis, Arcadia y yo llevamos mucho tiempo juntas.

–Veinte años para ser exactos. –respondí algo somnolienta.

–¿Y qué ocurre con eso, Jo? –preguntó Alizee.

–Pues quiero pedirle matrimonio. Parecemos uno, vivimos en la misma casa, cuidamos de Cereal las dos juntas y más cosas. Salvo que no tenemos anillo.

–Me parece genial que quieras pedirle matrimonio, Jo. ¿Pero para qué nos necesitas?

–He pensado en proponerle de una forma épica, nada de una mesa a la luz de la luna, no, eso ya es muy cliché. –dijo con una sonrisa. –Por eso necesito un avión, y para ello os necesito a vosotras dos.

–Ah, ni se te ocurra. No podemos ir a nuestro superior y pedirle un avión militar para ti. –me negué y Jo me miró con pena, comenzando a llorar. –No hagas eso.

–Bueno, podríamos intentarlo, ¿no? –comentó Alizee mirando a Jo y luego a mí.

Cuando Blake y Violeta se despertaron nos despedimos de ellos argumentando que teníamos que hacer algunas cosas, le dijimos que avisaran a Arcadia ya que ella seguía durmiendo. Tomamos el tren hacia la ciudad de al lado y en quince minutos llegamos a la estación.

Josephine nos había dicho que allí estaba la mejor tienda de anillos de compromiso de la ciudad, anduvimos por las calles buscando la tienda hasta que gracias a las indicaciones de una señora la encontramos.

La tienda era bastante amplia, tenía tres mostradores de cristal donde había anillos de todos los tipos, formas y colores. Fuimos mirando para ver si algún anillo le gustaba a nuestra amiga, estuvimos un buen rato y siendo aconsejadas por la dependienta.

–¿Qué te parece este? –preguntó la dependienta mostrándonos un nuevo anillo.

Era un anillo de oro con tres pequeños diamantes incrustados en él, era fino por lo que le vendría a Arcadia muy bien. Josephine lo estuvo mirando un buen rato hasta que sonrió, le pidió a la chica que se lo envolviera y Alizee sonrió feliz.

–Me encanta. ¿Cuánto cuesta?

–Dos mil quinientos euros.

La cara de Josephine se empalideció mientras que Alizee y yo nos miramos serias. La dependienta simplemente sonreía mientras colocaba el anillo en su cajita y luego aceptaba la tarjeta de crédito de nuestra amiga.

Al salir de la tienda Jo comenzó a quejarse de lo caro que era el anillo pero que al menos valía la pena si era para Arcadia. Fuimos a un parque a sentarnos en un banco y Josephine sacó el anillo para verlo una vez más.

Entonces todo sucedió muy rápido.

Josephine estornudó soltando el anillo, este cayó al suelo y cuando Jo fue a recogerlo, una paloma lo cogió con el pico y se marchó volando.

Esta situación era demasiado surrealista, Alizee me miró intentando que dijera algo pero estaba demasiado en shock como para responder. Josephine se dio la vuelta y nos miró con el rostro pálido, y con la boca entreabierta.

Como si estuviera en un trance, miró la cajita del anillo vacía y luego por donde se había ido la paloma con el anillo.

–¡NOO! –gritó Josephine en medio del parque llamando la atención de todos los transeúntes.

¿Estamos perdidos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora