El comienzo del final

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Eran las 6 de la mañanita cuando me desperté con un chorro de agua, y no, no era porque las tuberías de mi casa estuvieran malogradas, era mi madre Sharon, la cual me levantaba siempre para prepárale el desayuno a ella y a mi padrastro llamado Raúl. Este lo único que hacía era vagar todo el día y gastar la plata de mi mama en alcohol. Así es, era un borracho inútil y para colmo mi mama le dejaba hacer lo que quisiera ya que, al fin y al cabo, solo se concentraba en su trabajo. Aun no entiendo porque se casó con él, quizás solo buscaba consuelo después de que mi padre falleciera en un accidente de tráfico cuando yo solo tenía 14 años. Aunque ya ha pasado un año, mi madre solo se concentra en su trabajo como una forma de escape de todo su dolor. Pareciera que yo ya ni siquiera le importo porque llega casi en la madrugada, mientras me quedo con ese hombre Raúl toda la tarde.

Luego de salir de mis pensamientos me di cuenta de que se me había hecho tarde para ir al colegio así que me cambié en un segundo, les dejé los desayunos en la mesa y salí cogiendo un paquete de galletas para comerlo en el camino. Cuando llegué al salón me encontré con mi mejor amigo Simón que, por suerte, nos había tocado juntos este año. Luego de hablar con Simón sobre los problemas en mi casa, la profesora nos dijo que nos sentáramos en nuestros asientos. Cuando la profesora estaba dándonos la típica charla de un nuevo año, de repente un chico apareció al lado de ella. Resulta que era un nuevo estudiante, el cual se llamaba Benicio, era muy guapo he interesante para mí, pero Simón, no paraba de decirme todos los defectos que tenía. Luego de eso, la profesora nos formo en parejas para hacer un trabajo. A lo lejos vi al chico nuevo, parecía que era sociable ya que estaba hablando con un grupito de chicas y chicos populares. Simón estaba durmiendo cuando de repente Benicio se acerco y me dijo para hacer pareja, estaba impactada pero no perdería la oportunidad de estar con un chico guapo así que acepte. Acabaron las clases y me despedí de Simón, pidiéndole disculpas por no hacer el trabajo juntos, para regresarme a casa, si es que así se podía llamar. No me imaginaba lo que me esperaba para este año.

Al día siguiente me levanté contenta para ir al colegio, ya que era el día en el cual iba a reunirme con Benicio en su casa, estaba algo nerviosa pero aun así tenia que ir. Pase por la casa de Simón para luego ir juntos. Durante el camino Simón no dejaba de insistir en que no debería acercarme al chico nuevo, que le traía mala espina. La verdad no sabia lo que le pasaba estaba algo paranoico. Tras una larga jornada de colegio, se acercó Benicio a mi asiento para llevarme a su casa. Me despedí de mi mejor amigo y junto con Benicio nos subimos al coche de su mamá. Una vez en su casa nos sentamos a almorzar, trabajamos un largo rato hasta que por fin logramos terminar la tarea. Cuando terminamos el trabajo, yo estaba dispuesta a irme, pero Benicio me convenció de quedarme un rato mas en su casa para ver una película de terror :o llamada "El aro 3". Luego de un montón de sustos, gritos y lagrimas de parte de ambos, por fin termino la tortura y nos quedamos conversando un buen rato hasta que se me di cuenta de que ya eran las 10 pm. No era tan tarde pero mi casa estaba lejos, por eso Benicio se ofreció a llevarme. Cuando llegamos, estaba por despedirme cuando me pidió que intercambiáramos nuestro número celular, era la primera vez que un chico me pedía mi número, bueno a parte de Simón. Después de darme un beso en el cachete se retiró dejándome en la fría acera.

Al entrar en mi casa me encontré con Raúl, otra vez borracho, ya ni me sorprendía, pero esta vez estaba fuera de control ya que había tirado varios jarrones y adornos de la casa. Lo peor fue cuando me vio, comenzó a jalarme y a gritarme. Cuando logré separarme de él, vi que me lanzo un florero, felizmente solo me cayo en la pierna produciéndome varias rajaduras. Nuevamente se me empezó a acercar tambaleándose así que corrí lo más rápido que pude hasta mi cuarto y me encerré. Me palpitaba la pierna, pero no había agua oxigenada. Me arme de valor y eche alcohol sobre mi herida, dios me ardió como si comiera toneladas de rocoto. No podía salir y comer algún sándwich ya que aun seguía Raúl haciendo de las suyas, así que me vende la pierna, me puse mi pijama y me eche a dormir, porque sabía que mama no iba a llegar en un buen rato y si lo hacía ni caso conmigo.

Al final del caminoWhere stories live. Discover now