Capítulo 4

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Playlist de Dama de un vampiro Numero 10 (When You Cry - Jurrivh)

AGUA CON PRESIÓN

Mis pasos resuenan en la quietud del segundo piso mientras avanzamos por los pasillos. Cada vampiro que encontramos inclina la cabeza en un gesto de reverencia hacia él, lo que parece irritarlo aún más. Yo, por mi parte, tengo que luchar contra las miradas lascivas que me lanzan.

Al entrar en la habitación, me quita el collar de tela y se dirige a una pequeña mesa donde comienza a desabrocharse la corbata, dejándola caer sobre la superficie. Noto que su mirada se dirige al escritorio, cubierto de papeles. Es posible que tenga trabajo pendiente, ya que antes de que su amigo se marchara, mencionaron que debía terminar de escribir la nueva normativa de convivencia.

―Date la vuelta ―ordena.

Levanto la blusa y él examina las heridas de mi espalda. Me pide que me la quite y lo hago sin rechistar. Me venda con unas telas que me proporcionan un alivio inmediato. Bajo la mirada y un pedazo de mi piel muerta yace en el suelo. Me duele tanto verlo.

El vampiro se agacha, lo recoge con un trozo de tela sobrante y lo arroja al cesto de basura.

―¿Qué hacías para merecer esto? ―me pregunta mientras me devuelve la blusa.

Parpadeo varias veces y comprendo por su pregunta y su mirada atenta que se refiere a las heridas y su causa. Mi respuesta es simple.

―A las de nuestra sección nos tratan así.

Parece que para mí tiene sentido, pero no para él.

―No lo había notado ―dice mientras se dirige a un mueble y saca una sábana. Me la extiende sobre el sofá― Duerme aquí.

Su mirada se dirige detrás de mí y me giro ligeramente para ver una jaula con pabellones a los lados y un colchón en el fondo, que parece bastante cómodo. Sin embargo, sus órdenes son claras, debo dormir en el sofá.

Recorro la habitación con la mirada una vez más. El miedo me invade.

Me acurruco bajo la sábana, esperando alguna orden, un azote o cualquier cosa del vampiro, pero solo el silencio reina en la habitación. Se concentra en su trabajo en el escritorio, como si mi presencia aquí fuera irrelevante. Pienso que podría tardar horas, lo cual me complace. La luz se apaga, dejando solo su lámpara encendida, permitiéndome cerrar los ojos y descansar por primera vez en días.

De repente, abro los ojos con impaciencia, sintiendo una agonía que hace que mi pecho suba y baje con dificultad. Lo que veo frente a mí me impide cualquier posibilidad de calma, la manguera negra de La Esclavitud, apuntando directamente hacia mí. Aunque no sale agua todavía, sé que pronto lo hará. Detrás de la manguera está Efraín, con una mirada seria y sed de hacerme daño.

―¿Crees que te librarás tan fácil de mí? ―dice con voz áspera.

Estoy desnuda, completamente vulnerable. Esta noche voy a sufrir, y no lo quiero. Susurro una y otra vez que se detenga, que no me haga esto, pero mis súplicas son en vano. El agua comienza a salir de la manguera, golpeando mi pecho con fuerza abrasadora.

―Sabes las reglas, mientras más te quejes, esto no se detiene―, me advierte con una mirada cruel.

Me silencio de inmediato. Sus ojos se vuelven rojizos y sus colmillos emergen por las heridas que se han vuelto a abrir.

Las fuerzas me abandonan y caigo de rodillas. Siento cómo algunos trozos de piel se desprenden de mi cuerpo, mientras la sangre se va por el desagüe. El agua, por suerte, se detiene. Efraín da un paso al frente, se acerca a mí y me toma del cabello.

Dama de un vampiro ✓Where stories live. Discover now