CAPÍTULO 8

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Enamorarse. Ningún estímulo es tan adictivo como dejarse cegar por alguien, ninguna droga es tan nociva como dejar entrar a alguien en tu mente.

Cuidado con quien creas recuerdos, porque nunca vas a poder salir de ahí, y los buenos recuerdos son un arma letal.

Sí, me enamore perdidamente, como nunca imaginé.

Las almas gemelas en el mundo esotérico se encuentran por destino, están unidas por hilos energéticos y nunca se equivocan.

Son dos personas que están destinadas a estar juntas, así sea por poco tiempo. Se cruzan en sus vidas muchas veces, aunque no se noten, siempre tienen una relación anterior, incluso en vidas pasadas.

Son esa conexión que llamamos " flechazos", me fleché con sus ojos , con su risa desinteresada, quedé atravesada de por vida con sus manos, mente y corazón.

Dicen que hacer el amor con tu alma gemela te deja en las nubes, nunca es igual dos veces, nunca se acelera más el ritmo cardíaco al sentir tanto a otro.

Estuvimos juntos desde el minuto cero hasta poco antes de los dos años, pero ese lapso fue suficiente para vivir una vida.

No todos sienten como uno lo hace, no todos son tan frágiles, ni mucho menos, se aferran tanto a un sentimiento que pierden la cabeza por completo.

Me tiré sin paracaídas y disfrute la aventura, la adrenalina de estar en caída libre pero apretando su mano.

Me quedó su perfume a madera, sus besos suaves y el brillo de su mirada auténtica al encontrarse con la mía.

La niña borderline juega a ser mujer, cree saber amar, pero no, la niña es insegura y lastima todo lo que toca, destruye su felicidad.

La línea era muy delgada, tenía el poder de hacerme sumamente feliz como de hacerme tan infeliz que quisiera morir y yo lo sabía, quería salir corriendo, quería quedarme, cuanto miedo desata el amor.

Testaruda y orgullosa, símil piedra la que se derrite ante una ráfaga tibia de soplido. Negadora, incapaz de aceptar que todo lo hermoso que sucedía se lo merecía y era real.

Estaca en sus raíces, con el inconsciente prendido y aunque oculto bajo capas de pensamiento racional, nunca desaparece.

En el inconsciente se planeaban sus pasos, sus jugadas estratégicas, nunca descansaba la batalla, seguían ahí , desquitándose con quien se pusiera en frente sus deseos ocultos, venganza.

Me traicioné a misma de nuevo.

Él era un alma libre, con el don de hacer brillar lo que tocaba, lo obligué a volar lejos, lo dejé emprender su aventura solo, no tenía que arreglar más mi jardín, era mi turno de enfrentar realmente de una vez por todas mis bichitos.

Regarme sola, y dar flores que sean frutos de mi propio esfuerzo.

Encontró su complemento, plantó su jazmín y procreó luz en su desendencia.

Y yo, cuando el termostato marcaba -1 y la estufa rebotaba contra los azulejos, entre medio de fragancia a remedio y quejidos, pensaba en él. Cuando el vaso estaba sobre la mesa, el cigarrillo en mis labios y el humo se colaba entre carcajadas amistosas, pensaba en él. Cuando caminaba por las veredas de mi soledad y cruzaba las calles ruidosas de mi ciudad, pensaba en él. Siempre pensaba en él, estaba en mi aunque sea contra mi voluntad.

Él no pensaba en mi, estaba enamorado de ella, amaba verla dormir. Y es que ella era calma, nada parecida a mi. Sabía que al otro día va a seguir ahí, era seguridad para vivir. Quizás era menos brava, una muñeca sin armas.

Yo en cambio, soy de las que nunca paran, impredecible puedo tener mil caras, mil cartas escondidas bajo mi manga.

Con el tiempo uno entiende que hay quienes nacen para amar las tempestades, las mujeres como yo, con las que nunca se sabe. Es difícil abrazar la tormenta cuando te gusta el cielo despejado, y es que yo soy estruendo y marea alta.

Con ella puede descansar tranquilo y abrazarla. Conmigo no se sabe si despertaras mañana.

Las mujeres como yo somos dinamita a carne fresca, corren en las venas tantos ritmos que va de un jazz a un tango, de una risa al llanto. Enamorada del drama y el teatro, explotando de sentimiento y dejando charcos nefastos de emociones desparramadas en una acuarela de pulsaciones.

Con los años comprendí que no era para mi. Yo que lo lloré hasta convertir mis gotas en libro, que lo pedí de regalo de cumpleaños y hasta pensé en hacer gualicho. Yo, que estando convencida de que el amor no se repite dos veces, quise atraparlo en mis sueños para que viviera en un eterno frasco de dulces y poder tenerlo cerca aún siendo ilusión. Yo, que aposté a que tanto amor era infinito y no perecía. Yo, siempre yo, sola yo, pude liberar mi león salvaje y verlo realmente : él no era para mi.

Para mi, que soy una bestia salvaje a la cual la alimenta el éxtasis de vivir de excesos, que amo demasiado y sin freno, para mi que soy un volcán a punto de hacer erupción todo el día. Para mi, que soy letal para corazones ordinarios, para vidas ordinarias, para caminos sin pasiones. La reina de lo inseguro, de lo improbable. Bomba casera, fuente de desesperación. Incontrolable.

Quise que lo fuera, intenté que se convirtiera, cómo me equivoqué.

Nada fue en vano, ahora se lo que es sano, soltar la cuerda no ha sido fácil, perder mi cuento de hadas y quitarle el disfraz de Príncipe, quitarme una corona que no quiero.

Hoy estoy segura de que ardo y cuánto amo mi fuego, ya no quiero apagarlo, mucho menos ser la correcta para los incorrectos. Hoy quiero quemarme, ya no dejarme abrazar por acuíferos que sólo me apagan el alma. Estoy tan viva, tan llena de esperanzas, con esta nueva piel, con tantas nuevas llamas.

Tantas noches llorando en vano por no saber soltar no impidieron que deje de quererlo y sentirlo especial.

Lloré una vez más, de empatía, él había tenido el valor de abrazar lo que yo rechacé, de cuidar sus dos alitas como el mayor tesoro y sentirse pleno a su manera.

El perdón llegó a mi vida, aprendí a escuchar sus actos, aprendí a perdonar, una vez más, muy tarde.

El ser humano es un ser que puede ser todo, menos lógico, necesita su piedra para encariñarse, pasar a la etapa de aferrarse, negar, desilusionarse, enojarse, decaer, aceptarlo y soltar. Aparece aquí la posibilidad de un aprendizaje, el único objeto de existir.

Cuántos tropiezos me pegué con mi roquita, pero era un pedazo de oro esperando que aprenda a esculpirlo.Somos artesanos de nuestro mañana, de nuestro hoy.

Entendí todo a destiempo, a desaliento, a rotura de esquemas.

Una borderline no razona nunca cuando suena la alarma, porque está sufriendo explosiones más ruidosas en su mente, se están reventando las venas. La gente normal no lo entiende, esa rebeldía crónica de ir al pozo de las víboras y meter la mano para poder usar el cerebro y enfriar el pecho a la tercera o cuarta vez.

Mi nido de víboras cambiaba de rostros pero no su esencia, estaba en un duelo pausado, que pretendía congelar e ignorar, pero me perseguía y yo lo perseguía, la danza de los deseos inconscientes, la pena de los resentidos, el alma de los que viven evadiendo.

La fascinación del horror, instinto humano, cuando miramos el abismo, el abismo esta mirando también dentro nuestro y quedamos atrapados.

Nuestros abismos van a donde vayamos a menos que nos esforcemos por extinguirlos, que lo dejemos en descubierto, porque hay abismos que desconocemos.

Los abismos se proyectan al afuera, en un marco de negación y represión, nuestra realidad se colorea gris, imposible, inhabitable.

Seremos lo que hagamos con lo que hicieron de nosotros, con lo que hicimos para subsanarlo.

Resignarse nos condena a una ruleta rusa de la misma película.

Esto solo significaba una cosa, despertar, estaba en una carrera contra el tiempo.

"Seguro que al rato estará volando, inventando otra esperanza para volver a vivir.Creo que nadie puede dar una respuesta, ni decir, qué puerta hay que tocar.Creo que a pesar de tanta melancolí­a, tanta pena y tanta herida, solo se trata de vivir."

BORDERLINEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora