Capítulo 5

8.7K 873 52
                                    


UNA ESCLAVA SONRIENTE Y UN SIRVIENTE FRÍO

NOZOMI

Un tenue rayo de sol se filtra por la ventana. Siento un gran alivio al ver que ya es de día. No he podido dormir en toda la noche. Mi subconsciente me hacía creer que seguía en La Esclavitud. Y solo ha pasado un día.

Siento un movimiento a mi lado. Se está levantando. Lo escucho bostezar mientras se rasca la cabeza. Tengo mucho miedo de recibir algún castigo o al menos un regaño por lo de anoche, pero no dice nada y se levanta al baño cerrando la puerta.

Me gustaría cerrar los ojos porque no he podido descansar nada, pero sé que no puedo hacerlo. Miro el reloj cerca de la cama: son las seis de la mañana. Se levanta temprano. Miro hacia la cortina, viendo la poca luz que entra. Tendré que acostumbrarme a esto.

Escucho la regadera y supongo que tomaré eso como un descanso. Así que me acomodo utilizando su almohada. Cierro los ojos y minutos después la regadera se apaga. Dejo la almohada en su lugar y me pongo de pie. No sé cómo actuar, pero supongo que lo más racional es estar de pie. Acomodo mi blusa y las mangas de los brazos. Escucho que abre la puerta y no me atrevo a mirarlo.

―Buen día― dice, y levanto la mirada para ver su espalda descubierta mientras abre el armario.

―Buenos días― respondo en voz baja.

―¿Cómo amaneciste?― pregunta mientras veo que elige una camisa negra formal. ―Anoche tuve la impresión de que tenías pesadillas.

―Sí...― digo sin muchas ganas de entablar una conversación.

―¿Y de qué constan esas pesadillas?― voltea abrochándose la camisa.

Niego. ―Cuestiones de La Esclavitud―. No quiero decir cosas innecesarias. Se sienta en la cama colocándose un pantalón de vestir.

―Por hoy no hay ducha, no tengo suficiente ropa, pero si necesitas el sanitario por favor úsalo sin necesidad de pedir permiso―.

Asiento sin que pueda verme y me dirijo al baño cerrando la puerta, dejando solo una pequeña abertura para ver cómo se pone los calcetines. Es demasiado elegante.

Estando en el comedor, en la misma mesa que ayer, noto que los platos de comida son diferentes. Es evidente que así debe ser. En el plato del príncipe hay huevos, tocino y un trozo de carne. Hacía tanto tiempo que no veía algo así. Todo luce genial y, aunque no es mi comida, me siento muy feliz. Mi sonrisa se apaga al ver al amigo de mi amo sentarse de mal humor.

Como en silencio mientras ellos discuten temas que no logro entender y tampoco es como si me importara.

―En serio, deberías de ir a Zona...― le dice su amigo.

Siento la mirada de alguien. Con temor, miro hacia arriba para saber si era el vampiro que tengo enfrente, pero no. Me doy cuenta de que es la chica que tiene a su lado. Ante su mirada, reacciono nerviosa y vuelvo mi vista a mi panqueque y fruta.

Pasan minutos desde que sentí su mirada. Ahora no sé si comprobar si sigue viéndome o seguir como si tuviera algo importante en mi plato. Sin embargo, algo a mi lado llama mi atención. Mi amo habla con un sirviente. Este asiente fríamente a lo que le dice y, cuando levanto la mirada, me mira de soslayo y hace una reverencia para luego irse.

Al frente puedo ver que la chica ha desaparecido. Con la vista, busco rastros de ella detrás de su dueño, pero lo único que consigo es llamar su atención.

―¿Quién es? ―su pregunta me hace dudar. Según pensaba, ya me había visto y probablemente sabía algo de mí, ya que los dos se ven cercanos.

Él no le da tanta importancia. ―Una persona ¿no? ―.

Dama de un vampiro ✓Where stories live. Discover now