Capítulo 4

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Nos dirigimos primero hacia las máquinas y para practicar las técnicas de pelea, defensa personal, judo,karate, y así estuvimos las dos primeras semanas de mi entrenamiento por así decirlo, tenía los músculos de todo el cuerpo adormecidos pero con muchas fuerzas, me tiraba en aquel gimnasio prácticamente todo el día, comía alimentos con una cantidad de proteína increíble para desarrollar mi masa muscular, mucha leche y carbohidratos. Me sentía fuerte como Gladiator pero, esto ya se hacia un poco aburrido la verdad. Un día cuando mi maestro y yo (el cabrón todabía no me quiso decir su nombre) nos dirigíamos hacia el gimnasio me susurró:

-Ten cuidado..-lo dejó en el aire y cuando fui a mirarle no estaba, había desaparecido.

-¿Hola?-Me acojone viva estando allí sola sin nadie, sin saber donde estaban mis compañeros. Intenté mantener la calma como en clase de yoga y ir sigilosamente hacia mi gimnasio. Al entrar me encontré a Edu atado en una silla con la boca tapada para que no pudiera hablar, hacía gestos con la cabeza para que no entrase pero yo le hice caso omiso y fui corriendo hacía el para desatarlo. De repente sentí un fuerte golpe en el costado y caí al suelo formando un estruendo enorme.

-Hola preciosa, ¿todabía no sabes defenderte o que?

-¿Quién eres?

-Una persona.

-Ojjj eso ya me lo imaginaba imbécil.-Me levanté de un salto del suelo (no me esperaba poder hacer aquello solo con estas dos semanas cagadas la verdad, esta gente me ha echado algo en las comidas) y le metí un puñetazo en la nariz, y ya esta ole yo otra nariz fracturada, después el me cogió por los pelos haciendo un daño terrible en la cabeza.-Aaargg.-Y le dí una patada en los huevos con todas mis ganas haciendo que se pusiera de rodillas.

-Hija de puta, guarra, tus muertos.-Aprobeché ese momento de su dolor para darle un rodillazo en la cara y cuando callo al suelo rendido una patada en las costillas y rompiéndole alguna supongo yo. Me acerque a Edu rápidamente desatándole y con esas cuerdas atando al otro en la misma silla.

De repente las paredes se abrieron y una manada de aplausos nos envolvió, ¿esto era un espectáculo?.La puerta del gimnasio se abrió dejando entrar a mi maestro que se dirigía hacia mi muy orgulloso y sonriente.

-A sido, increíble Noelia, es un placer darte clases.-Edu estaba en esos momentos estaba agarrándome de las manos asustado, al igual que yo.

-No..Noelia ¿qué es esto?-me susurró Edu

-No lose Edu, espera.-Mi maestro me abrazó y me cogió la mano y beso mi mejilla, sin saber por que mi corazón se aceleró y no era por miedo, él lo noto y me guiñó un ojo.

-Ah y soy Pedro.-¡Por fín!

-¡Por fín lo has soltado hijo?

-¿Cómo que hijo?.- se abalanzó hacia mi pillándome desprevenida y me dio un guantazo.

-¿A ti que te pasa?-Le chille en toda su cara.-¿Para qué me pegas?

-Soy tu maestro, que sepas mi nombre no significa que tengas esa clase de confianzas conmigo ¿está claro?.-lo dijo muy malhumorado, eso de hijo le había sentado muy mal pero no se porque si no era nada del otro mundo.- Vete con esa mujer que está en la entrada y síguela, yo me tengo que quedar con Edu para entrenarlo en las máquinas. ¿De acuerdo?.-Asentí mirándole desafiante a los ojos y me giré encaminándome para encontrarme con aquella mujer tan siniestra de pelo negro con unos ojos dorados muy ¿extraños?

La mujer no habló para nada, solo me guiaba diciendo gira hacia la izquierda, derecha, o simplemente todo recto, iba muy estirada, parecía que no respiraba ni parpadeaba, su belleza era extremadamente imposible, lucía una piel tan clara que fácilmente podría ver sus huesos, pero en cambio ni una venta se le veía, ¡ni si quiera en los párpados! Llevaba un poco de colorete negro.. y trajeada de colores muy oscuros. Se paró de golpe delante de una puerta inmensa y susurró algo que no alcanzé escuchar y los portones se abrieron haciendo un ruido estremecedor, ¿desde hace cuanto no le hechan aceite a estas puertas? Nos abrimos paso por un agradable jardín, lleno de colores distintos y de flores preciosas, los pájaros canturreaban melodías que nunca había escuchado y ¿leones? bebían agua en la fuente. Me fijé mejor, no eran pájaros eran cuervos y esa música tan alegre se convertió en un canto melancólico y triste, unas nubes empezaron a tapar ese cielo tan azul dejándolo totalmente cubierto y con tormentas atroces.

-No tengas miedo, nuestro señor esta cabreado.

-¿Por qué?

-No lo se.

Hay acabó nuestra pequeña combersación, la verdad que todo esto daba bastante miedo, la los árboles se les empezaron a caer las hojas dejándolos desnudos y un viento helado me izo titiritar, mientras  mi acompañante ni se inmutó de aquello.

-Ya hemos llegado.-Un puente delante nuestra atravesaba un río infectado de cocodrilos y justo después otras dos inmensas puertas se abrían, dejando paso a....

OleadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora