—¿Cuándo se sabrán los resultados? —pregunté cuando de repente me golpeó la impaciencia.

—En principio suelen tardar un par de semanas —respondió algo serio, colocándose unas gafas de sol antes de arrancar.

—¿Crees que ha ido bien? —moví mi pierna derecha nervioso.

—No puedo asegurarte nada, de lo contrario te estaría perjudicando.

—Eso significa que no —suspiré, girándome para mirar por la ventanilla.

—No seas negativo, confía en mí.

—Me gustaría hacerlo, pero esto no está solo en tus manos —comenté dejándome llevar por la sinceridad que apretaba mi garganta—. Hay algo que me da mala espina, no confío en esa gente.

De repente un ambiente un tanto extraño nos envolvió.

—Llevo muchos años en este oficio y he visto de todo. Si hasta unos padres pueden traicionar a sus hijos y viceversa... —dijo agarrando fuertemente el volante—. Yo creo que ya no existen límites, pero sí puedo darte un consejo, ¿me permites?

—Claro —asentí con mi cabeza.

—No debes confiar en nadie nunca —centró su mirada en la carretera después de mirarme por unos segundos—. Puedes escuchar miles de opiniones, de todos los colores, y nutrirte de ello. Pero no permitas que te hagan cambiar de idea cuando no quieres hacerlo realmente, la gente es muy sucia y sabe cómo llevarte a su terreno.

Sabía aquello con certeza, a pesar de tener muchos años menos que él. En mi pasado había vivido tantos desengaños y desilusiones que confirmaba la teoría.

—Todos hemos cometido el error de confiar demasiado en alguien, supongo que solo nos queda aprender...

—Exactamente, no podemos borrar lo que ya está hecho, solo aprender.

Y con aquella reflexión y unas pocas más que surgieron de la nada cuando me di cuenta ya estábamos frente a mi apartamento. Le di las gracias por haberse encargado tanto de llevarme como de traerme y me bajé del coche tras su 'Seguimos en contacto'. No quería más contacto porque eso significaba que la pesadilla del juicio no había acabado, pero era la realidad y no podía hacer nada por cambiarlo.



Alice;

Jack me acompañó a casa de mi padre. Se había ofrecido a llevarme a Rutgers porque no me encontraba muy bien y decía que ni se me ocurriera coger la moto por si me pasaba algo, que podía ser peligroso. Terminé cediendo porque tenía razón, sobre todo teniendo en cuenta que me encontraba mareada y podía perder el control fácilmente.

—¿Estás mejor? —me preguntó una vez nos detuvimos en el portal.

Era curioso que se preocupara más por mí ahora que cuando estábamos juntos.

—Bueno... las pastillas que me he tomado han hecho un poco su efecto.

—Eso es un sí —esbozó una media sonrisa.

—Eso es un estoy drogada y no siento nada así que por el momento sí —rectifiqué.

—Está bien...

—Gracias por acompañarme —coloqué un mechón de pelo tras mi oreja—. Te estás portando muy bien conmigo y...

—Ya sabes que me importas mucho, Alice —me cortó.

—Y tú a mí, hemos vivido muchas cosas juntos.

—Y me encantaría que viviéramos muchas más —dio un paso al frente, acercándose a mí.

Hasta encontrarnos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora