Aspros se separó de ella sin dejar de mirarla. Viendo que ella todavía no se había repuesto del beso, sonrió. —Adelante, está abierto. —Sofía le miró horrorizada. Si su hermana descubría lo que había pasado seguro que no le dejaba marcharse.
—Sofía, debemos par... —Sísifo miró el rostro enrojecido de Sofía y la sonrisa triunfante de Aspros. —¡Aspros! ¡¿Qué has hecho?! — Aspros abrió un portal dimensional y antes de entrar en ella y desaparecer —Me estaba despidiendo de la damita. — Riéndose desapareció, dejando a Sofía sola con Sísifo.
«Maldito Aspros, me las pagarás» Apreté los puños, no me sentía capaz de enfrentar la mirada reprobatoria de Sísifo. —Termina de recoger tus cosas, salimos ya. Te espero abajo. —No me atreví a levantar la mirada hasta que oí la puerta cerrarse a sus espaldas.
Me senté en la cama y empecé a lamentarme de lo que había sucedido. «Deja de ser una hipócrita, sabes que te ha gustado que Aspros volviese a besarte» Mi corazón todavía estaba desbocado por aquel beso y a la vez sentí una puntada de dolor en el pecho al recordar la cara de Sísifo al entrar en la habitación. «Deja de lamentarte, sabes que él ama a otra. Porque iba a importarle que estuvieses besando a otro hombre».
Recogí mi maleta y con resignación salí de la habitación dispuesta a afrontar un viaje muy largo en compañía de un hombre al que no conocía de nada.
***
Hacía unos días que habíamos dejado atrás el Palacete Benelli. Durante ese tiempo, Sísifo y yo no habíamos cruzado palabra. A veces le pillaba observándome. Me había negado a coger uno de los carruajes que me ofreció mi hermana. Ya que en cuanto dejásemos los caminos para llegar a casa sería imposible avanzar con él.
Suspiré resignada. —Sísifo, me gustaría parar en el siguiente pueblo, estoy cansada y harta de oler a caballo. — Me miró fijamente y asintió.
Estaba anocheciendo cuando al fin vimos las luces de unas lámparas de aceite alumbrar un pequeño pueblo. Dejamos nuestros caballos amarrados en la valla de lo que parecía una posada.
Sísifo se acercó a la barra de aquel antro, si es que podía llamarse de otra forma y se dirigió al hombre que estaba tras ésta—Buenas noches, estamos buscando alojamiento para esta noche.
—Amigo, te has equivocado de sitio. Este es un lugar decente, si quiere pasar una noche con su amiguita tendrá que buscarse otro lugar.— Sísifo resopló, no quería problemas, pero si iban a aparecer, pues adelante. — Escúchenme, está dama y yo buscamos un lugar donde descansar. Quiero que se disculpe con la dama por haberla insultado o sino tendré que tomar represalias.— El hombre empezó a reírse a carcajadas hasta que el aire empezó a faltarle. Aquel tipo bien parecido le había alzado con una sola mano del cuello y no dudaría en rompérselo. —Estiró el brazo para agarrar un cuchillo que tenía escondido en la barra y se lo clavó en un costado al joven. Sísifo al sentir el pinchazo hizo una mueca de dolor, pero no soltó al tipo. —Última oportunidad.— Sísifo apretó con más fuerza el cuello del hombre hasta que éste crujió. El hombre lanzó alaridos de dolor y escupió sangre por la boca. —¡Lo siento! Señora.... Lo s-siento.— Sísifo soltó al tipo que cayó al suelo como un saco de patatas.
—Hey, amigo. Si necesitan alojamiento yo puedo ayudarles. — Un hombre de mediana edad, delgado con el pelo cano les sonrió. Sísifo lo miró unos instantes y con algo de recelo, asintió.
El hombre dijo llamarse Antonio. Tenía una pequeña granja a las afueras del pueblo donde vivía con su esposa y sus cuatro perros. Sísifo y yo cogimos los caballos y seguimos a aquel hombre.
Una señora de mediana edad, con el pelo canoso recogido en un moño nos sonrió al vernos llegar. —Bienvenidos seáis forasteros. — La mujer nos sonreía cálidamente mientras nos indicaba que nos sentasemos y ponía unos platos de sopa caliente delante nuestro. En cuanto olí la comida, mi estómago empezó a gruñir. Sísifo me miró divertido y me incliné sobre mi plato para que no viese que me había puesto colorada.
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Más allá del tiempo [Saint Seiya: TLC] [FINALIZADO] #FL2020
Fanfiction50 años después de la Guerra Santa... Los caballeros de oro del S. XVIII han resucitado, desconocen el motivo, pero no pararan en su empeño de defender y proteger a la humanidad tal y como Atenea siempre ha deseado. Sofía intentará por todos los med...
Capítulo 4: El Viaje
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