Capítulo 11

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VAMPIROS SON VAMPIROS

FRANCISCO

Después del desayuno, subimos a la habitación. Nozomi se pone a sacudir las almohadas, como si tuvieran algo de polvo, pero creo que solo trata de matar el tiempo, de sentirse útil. No sé, tal vez su mayor miedo sea volver a la esclavitud.

Ella me mira de reojo, así que desvío la mirada lo antes posible. No quiero que me tema. Me acomodo en la silla de mi escritorio y reviso la información para mañana. Según parece, quieren que supervise las filas de las personas que van a donar su sangre, una donación que, obviamente, no es voluntaria.

Supongo que esto va a complicar las cosas con ella, pues tendré que actuar como un vampiro conforme a las normas. Se me ocurre que quizás ella ya sabe que somos diferentes.

—Nozomi— la llamo.

Se endereza y me mira atenta, como si estuviera lista para recibir una orden.

Es la primera vez que no sé cómo tratar a un humano, sobre todo con una niña que estuvo tres años encerrada y siendo tratada indebidamente, según habían hecho con mucho orgullo, fue lo que dijo el guardia que la vigilaba.

Me imaginaba todo lo que podía haber pasado en ese lugar, sus movimientos y su forma de hablar me decían que lo había pasado tan mal, por eso creo que le doy tiempo para conocerme mejor.

—¿Cladis te dijo algo sobre nosotros? — pregunto viendo esos ojos ámbar.

Nerviosa inclina el rostro y apenas puedo ver como asiente.

—Entonces puedes actuar como si no fuera un vampiro de aquí—.

Un silencio incómodo se hace en toda la habitación, ella no me mira y no dice nada hasta que segundos después empuña sus manos y por su rostro que ahora me miran seriamente asumo que estaba tomando coraje.

—Los vampiros son vampiros, no importa de dónde vengan, toman lo que quieren y listo— cierra los ojos, negándose una y otra vez.

Por la forma en que se estaba comportando, deduje que se sentía mal, porque entonces empieza a sostenerse la cabeza y a hacer una mueca como si le doliera, y no me doy cuenta de que se está desmayando, y lamentablemente no llego a tiempo, cae donde no hay alfombra, por lo que el golpe contra el piso le hace cerrar los ojos y abrirse un poco la cabeza.

Se me salen los colmillos por el olor de su sangre, con mi pulgar antes de levantarla, me embarro de un poco y lo llevo a las comisuras de mis labios, lamo probando, sorprendentemente hace que mis pupilas se dilaten pidiendo más, pero me contengo en seco cuando pienso en sus palabras.

"Los vampiros son vampiros", la levanto y llevo a la habitación, la acuesto y trato de no perder la calma, respiro y dejo la habitación para buscar a Fredom.

Doy tres toques en la puerta y al salir, sabe que algo no anda nada bien.

Frente a ella, Cladis y Fredom la revisan constantemente, uno a cada lado.

—Se hizo un golpe bastante fuerte, pero está sanando— dice él, separándose de ella para acercarse a mí.

—¿Sanando? — pregunto sin entender cómo lo hace.

—Ah ya— exclama Cladis, ambos la miramos —Creo que es porque en La Esclavitud dan un líquido muy extraño, y cuando castigan, esas heridas sanan al poco tiempo. Claro que en la mayoría ese efecto es rápido, y en otros lento—.

—¿Un líquido?— pregunta Fredom.

Para mí tenía sentido, pero no que Nozomi se haya descontrolado.

—¿Pueden explicarme por qué se puso así?— los miro a los dos, que parecen saber algo.

Se miran por un momento hasta que ella me mira.

—Creo que Nozomi es adicta—

Estoy cansado de estar sentado en una silla y esperar a que despierte. Miro a un lado el reloj, han pasado tres horas y siento que es una eternidad. Al lado se encuentra el líquido que tanto mencionó Fredom.

De recordar lo que dijo hace un par de horas me da un poco de coraje.

—Aparentemente le daban este líquido cada vez que le hacían daño, y por lo que pude averiguar, era todo el tiempo—

¿Qué clase de persona le hace eso a alguien?

"Los vampiros son vampiros"

Qué frustrante que sus palabras hayan causado tanto en mí.

La observo. Se está moviendo. Por suerte, su herida ya está cerrada. Si no lo estuviera, no creo que podría controlarme, no después de haber probado algo de su sangre.

Me levanto atento a sus movimientos. Ella me mira asustada.

—Te diste un buen golpe— le digo en broma, pero no lo entiende.

Se levanta para sentarse. Agarro el líquido que está en un vaso de aluminio con una de mis manos. Ella lo reconoce de inmediato y sus ojos bajan como si inspeccionara que estuviera completo.

—Tranquila, no te he hecho nada. Solo te puse en la cama, llamé a un experto y dijo que esto te haría muy bien.

Se lo entrego y, sin dudar, lo acerca a su boca y lo bebe como si fuera agua.

Mientras termina, quiero decir tanto. Si no digo algo, la situación seguirá siendo la misma.

—Nozomi, no olvido lo que dijiste hace unas horas—, no se me olvida que pude haber bebido de ella.

—Es verdad, soy un vampiro y lo seguiré siendo por siempre, pero el que haya nacido así no es mi culpa— La miro con una ceja levantada.

Ella ha dejado de beber y me mira atenta y nerviosa.

—Pero yo soy diferente a los de aquí, eso es totalmente cierto. Si me comparas con los demás, te darías cuenta, y creo que ya lo has hecho. El primer día que viniste aquí lo primero que hice fue ofrecerte mi ayuda. No pretendo que me des las gracias, solamente me gustaría que nos llevemos bien. Porque si seguimos así, sentiremos que este año eterno. Pero si damos de nuestra parte, podremos salir adelante, y bastante bien. Me gustaría terminar con esto en buenos términos—.

Sus ojos se ponen brillosos y, cerrándolos, un par de lágrimas se derraman.

—Es...es que...— apenas puede hablar.

Así que me acerco con la intención de darle un abrazo. Nunca los he dado, pero parece que lo necesita más que nunca. Cuando lo hago, su llanto se intensifica.

—Toda mi vida, la que recuerdo, siempre ha sido así y... —respira hondo— y que me digan esto es algo que no puedo creer, pero que también me llena de ilusiones—.

—Llénate de ilusiones— susurro —Estando aquí puedes ilusionarte con lo que quieras, hasta con lo más insignificante que pueda ser—.

Toda esa tarde hasta la noche siguió llorando. Sabía que lo hacía por esos tres años, y no me molestaba que se liberara conmigo.

Era algo nuevo y a la vez terrible que a cada rato preguntara si causar dolor era lo que mejor sabíamos hacer. Tan solo escuchar lo mal que la pasaba me hacía odiar mi propia existencia.

Y ya sé qué haremos mañana. Fredom supo dónde habían más de esos líquidos, así que iré a tomar unos para que los examinen.

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Dama de un vampiro ✓Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang