Lan Wangji abre el libro y todos hacen lo mismo. La clase empieza con la lectura de la información relevante del día y todos lo saben porque todos reciben el programa de clases el primer día y cada quien es responsable de llevar su agenda a la perfección. El único sonido que se escucha es el pasar de las páginas. Aunque son niños de nueve y diez años, nadie habla, ni se mueve, ni se ríe. Sus respiraciones se confunden con el murmullo de la brisa característica del salón. Los que pasan por allí no pueden creer que en ese momento se esté impartiendo una clase a los niños; ni siquiera Lan Qiren puede lograrlo con una audiencia de más edad.

Mientras uno de los niños lee para la clase, la mirada de Wangji se pasea por los puestos que ocupan sus alumnos. Yuan está sentado en el mismo lugar que él solía hacerlo. Fue su propia elección, según le contó Xichen. Sus ojos pasaron de inmediato al grupo de la izquierda, específicamente al segundo puesto de la primera columna. El niño sentado en ese espacio solo tiene en común con el antiguo ocupante la vestimenta blanca; el resto es, más bien, una secuencia de contradicciones.

El niño termina de leer y a Lan Wangji le toma unos segundos volver al presente. Cuando su cerebro hace conexión de nuevo, pasa la página y señala otro párrafo.

—Sizhui.

El nombre todavía es extraño para ambos, pero Yuan capta enseguida que es a él a quien Wangji llama y empieza a leer el párrafo en cuestión. Mientras tanto, Wangji aprovecha para sacar el guqin y colocarlo sobre el escritorio. Su tiempo está a punto de concluir y no quiere dar por terminada la clase sin tomar un momento para aplicar lo aprendido. Justo cuando Yuan lee la última frase del capítulo señalado, los dedos de Lan Wangji empiezan a moverse sobre las cuerdas del guqin y una suave melodía inunda el Lanshi, dejando a todos los niños atónitos. Es la primera vez que lo escuchan tocar y sus bocas no pueden cerrarse. Para ninguno de ellos es un secreto el talento para la música que poseen los Gemelos de Jade, pero a su corta edad no habían tenido el privilegio de ser testigos de ello.

Al terminar, Xichen está de pie en la entrada del Lanshi, con varios libros debajo del brazo. A Lan Wangji le quedan unos dos minutos para que termine formalmente su clase, pero en La Profundidad de las Nubes todos pecan de puntuales. Al verlo, asiente levemente y recoge su guqin junto con sus libros. Se pone de pie lentamente y los estudiantes hacen lo mismo para despedirlo con una reverencia. Xichen lo observa en silencio caminar hacia él y detenerse para saludarlo con la formalidad que conlleva saludar al líder de una secta. En ese momento, no es su hermano mayor quien hace su entrada al Lanshi, sino Zewu-Jun, el líder del clan Lan.

***

En el camino de regreso al Jingshi, la mente de Lan Wangji se pasea entre el resto de las tareas que tiene en agenda para el día y las lecciones que debe preparar para la próxima semana. Su temporada en casa está a punto de terminar, por lo cual siente la presión de completar el programa de clases a tiempo. Eso es parte de los términos acordados con Xichen cuando aceptó incorporarse al cuerpo de profesores del clan. Su regreso a La Profundidad de las Nubes no era equivalente al cese de sus viajes en solitario, por lo tanto, solo podía enseñarle a los discípulos la mitad del año.

Sus pensamientos se ven interrumpidos por un encuentro algo inusual. Lan Qiren también se detiene y lo mira con una mezcla de decepción y resignación que no ha abandonado su rostro desde la última vez que se encontraron frente a frente. Después de concluir el periodo de reclusión de Lan Wangji, las veces que tío y sobrino compartieron espacio se podían contar con los dedos de una mano y en todas ellas había otras personas, por lo cual ni siquiera tenían que mirarse. Ahora no les queda más remedio que reconocer la presencia del otro.

—Wangji.

Lan Wangji se inclina en silencio. Sus labios no tienen la intención de cambiar de posición. En su cabeza tampoco aparecen las palabras indicadas para dirigirse a su tío. No tiene nada que decirle porque en todo este tiempo no ha pensado en hablarle. Durante estos años, muchas cosas han quedado claras, entre ellas que Lan Qiren no va a cambiar su manera de pensar, y que Lan Wangji no es la persona ideal sobre la cual puede depositar la confianza de ser uno de los futuros líderes, no solo del clan sino del mundo de la cultivación.

Los libros de piedra lunar y turmalinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora