Todo daba a entender que llevaba el peso del mundo sobre sus hombros.

Solo compartía con él una clase de las cinco que debía ver ese semestre; a veces me lo topaba en los pasillos cuando yo ya estaba saliendo de clases y me iba a mi auto. No cruzamos palabras todo un mes, evité verlo, total, solo era un estudiante que no encajaba en el grupo. Todos ahí tendríamos unos 18 o 19 años.

Una clase salimos tarde, él debía de recoger unos trabajos y como mi apellido estaba casi al final, me quedé en el salón junto con otras seis personas. Uno a uno él iba recogiendo hasta que llegó mi turno, abrió la carpeta y vio el trabajo. Eran solo unos dibujos pero me había esforzado en hacerlos porque no podía perder esa materia.

—Están bien hechos. —Dijo mientras regresaba a su lugar.

Él ya había recogido todo, sin embargo, yo no, y esperó hasta que yo saliera del salón para él hacer lo mismo. Conversamos casual, de camino a la salida de la facultad; Ryan se había ido a su casa ya que tenía que ir a ver a su madre al trabajo.

—Entonces, ¿te vas junto con tu novio? —pregunta al momento de pasar la puerta al estacionamiento.

Me río inevitablemente —¿Novio? 

—Sí, Carrigan.—Me mira esperando respuesta y no puedo más que reírme.

—Ryan y yo somos muy amigos. ¿Acaso eso piensan todos en el curso? 

Su mirada me lo confirmaba. Era gracioso que pensaran eso, sí nos comportábamos medio raro pero hasta ahí.

—Bueno, no soy quién para andar preguntando. Pero eso parecen ustedes, hasta podría apostar a ello.

Las semanas pasaron con demasiada rapidez para mi gusto, a veces Mason me acompañaba a mi auto y otras solo me iba con Ryan a algún lado por ahí. Conforme pasaban los días podía notar que Mason me observaba más de lo debido, incluso aprovechaba la ocasión cuando Ryan faltaba a clases para sentarse junto a mí dejando a sus amigos.

Conversábamos sobre las clases, los maestros, cualquier cosa normal, también solía ayudarme a estudiar, explicándome cosas que no entendía en clases o del libro.

Me sorprendía notar que le prestaba más atención a él, me daba cuenta que su semblante cambiaba cuando se hablaba de ciertos temas; también ansiaba estar de nuevo con él, conversar y eso. La primera vez que me sentí incómoda con él fue cuando me acorraló en el hall del edificio de aulas, lo tenía tan cerca que podía sentir su aliento rosar mi rostro. No había dicho nada, solo lo hizo y luego se fue.

Pronto pasamos a chatear hasta altas horas de la noche, sobre nuestros hobbies y cosas que nos gustaban pero no concordábamos, lo que a mí me gustaba, mis planes a futuro; era extraño, nunca fui tan comunicativa con los demás pero con él era distinto. 

Siempre sonreía cuando veía un mensaje de él en el celular, lo que todos en casa se daban cuenta, pero a pesar de ello no preguntaban. Como nunca les daba razones para sospechar, y siempre me reía en el celular por alguna imagen en mis redes sociales, así que no tenía que dar explicaciones.

El corazón se me aceleraba cada vez que lo veía de casualidad, o cuando me sonría a lo lejos, o cuando su mirada cruzaba con la mía...simplemente pasaba.

Ryan sí se daba cuenta y sí preguntaba, pero no le decía nada en concreto, él solo bromeaba de que él era mayor que yo entre otras y yo solo reía. 

Porque sí, era mayor por unos ocho años, y a pesar de eso no me importaba. 

Todo se repetía, los mensajes, las charlas, a veces me acompañaba al auto después de clases, se despedía de mí con un beso en la mejilla y se iba a pie. Me sentía realmente bien así.

Nuevo comienzo © [Historia corta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora