Capítulo 17

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COPA DE SANGRE 

FRANCISCO

Sé que es hora de levantarme, pero un deseo de permanecer a su lado me retiene en la cama. Con movimientos lentos y silenciosos, salgo de las sábanas, teniendo cuidado de no despertarla.

Lo primero que hago es salir a mirar la jaula y pensar en lo que hay dentro de Nozomi como para actuar con frialdad, lo que nunca creí que haría un humano.

Por muy bueno que yo sea, el sentimiento de miedo nunca desaparece y es la primera vez que uno de ellos me hace sentir mal.

Salgo de la habitación de la manera más silenciosa, la miro por última vez, está bastante dormida, tan dormida que no me había escuchado llamarla por su nombre, así que prefiero darle su espacio hoy.

Camino hasta la habitación de Fredom y lo veo salir con Cladis, ambos parecían agitados y cuando me miran se sorprenden y supongo que es porque no me ven con Nozomi, pero ninguno de los dos dice algo como ¡Hey! ¿Y Nozomi?  en lugar de eso, Fredom me invita al comedor.

Pasan los minutos y Oliver me entrega mi comida, no tengo hambre y honestamente prefiero algo de beber, así que se lo devuelvo y lo acerco para decirle que me traiga sangre y que le lleve esto a Nozomi.

Enojado como siempre, hace lo que le digo.

La vez que le tuve que castigar fue difícil para mí, no quería, pero los vampiros nos miraban y como un príncipe y líder de la mansión debo dar el ejemplo, le hice una herida en la frente, pero que por suerte oculta bajo su flequillo blanco. No sabe cuanto lo siento, pero sería peligroso que supiera quienes somos en realidad.

—Vero— habla Fredom, observo a la vampira muy sonriente y toma asiento a la par de mí, en el asiento de Nozomi.

Egoístamente nadie pregunta por ella y empiezan a hablar como si nada.

—¿En dónde dormiste esta vez? —

Verónica no vive aquí.

—Con Yuen— responde tomando jugo de naranja.

—¿Es de fiar?— pregunta Fredom.

Ella se encoge de hombros sin tener idea, y está claro que no se puede confiar en nadie. Aun así, se vuelve para ver al vampiro que le dio un lugar para dormir.

Con el rabillo del ojo veo que Oliver regresa con el plato de comida y me parece extraño.

Y creo que no fui el único en notarlo, porque Cladis le murmura algo a Fredom, para luego irse hacia la cocina.

—¿Qué le sucede a Nozomi? —

Lo volteo a ver y me quedo serio —Está algo cansada, tuvo pesadillas— un esclavo me trae lo que pedí y Fredom me observa interesado.

—¿De nuevo? —

Asiento.

—¿No que ya no tenía pesadillas?— susurra preocupado.

Verónica por fin voltea a vernos, dejando de lado a Yuen y parecía que no había escuchado bien.

—¿Quién tiene pesadillas?—

—Nozomi— murmuro y tomo dos sorbos de mi vaso, claro que no eran del todo pesadillas, era yo por quien ahora se encuentra así.

Es entonces que Vero dice —Es normal que las pesadillas vuelvan, créeme que es difícil superar lo que se vive en la esclavitud—.

Nos quedamos los tres en silencio, no solo porque nos pueden oír, sino porque también recordamos los tiempos difíciles.

CLADIS

Me adentro a la cocina, observo a Oliver colocar un plato de comida en la mesa, y una punzada de curiosidad me impulsa a actuar. Lo tomo de la camisa, los cocineros, ayudantes y esclavas se detienen en su labor, sorprendidos por mi arrebato, pero rápidamente retoman sus tareas como si nada hubiera pasado.Oliver, con una mezcla de confusión y enojo en su rostro, me mira y pregunta —¿Qué mierda te sucede?—. Su voz contiene una contenida frustración, como si estuviera a punto de estallar.

Retrocedo instintivamente, soltandolo. No sé qué me impulsó a actuar de esa manera. Me disculpo por mi comportamiento impulsivo y le pregunto con timidez —¿Eso era para Nozomi?—. Ambos miramos el plato de comida, y él asiente con la cabeza.

—¿Se siente mal?—, aparece Melisa, preocupada.

—No lo sé, ni siquiera me abrió la puerta—, responde Oliver con un tono de exasperación, quitando las arrugas de su camiseta.

La inquietud se apodera ambas. Subimos las escaleras en silencio, nuestros pasos resuenan en los pasillos. Llegamos a la puerta de la habitación de Nozomi y la llamamos, pero no obtenemos respuesta. Oliver nos mira con una expresión de "Te lo dije", confirmando mis peores presentimientos.

Decidida, giro la perilla.

—¿Estará bien si entramos así? — pregunta Melisa, asustada viendo a todos lados, —el principe se molestará...

Sin hacer caso omiso, entramos a la habitación. Nozomi se encuentra en la cama, con una mirada cansada y somnolienta. Nos acercamos con cautela, sin saber cómo reaccionar.

—¿Estás bien?—, pregunto con voz suave, tratando de transmitir calma. Me siento en el borde de la cama, buscando establecer una conexión con ella.

Oliver y Melisa se quedan de pie detrás de mí, observando la habitación con atención. Es oscura y espaciosa, contrastando con la decoración minimalista del resto de la mansión.

Nozomi asiente con la cabeza, pero su expresión sigue siendo distante. —¿Entonces por qué no bajas a comer?—, le pregunto con amabilidad.

—Puedo traerte la comida si no quieres bajar—, ofrece Melisa con un tono de solicitud.

Ella niega con la cabeza y dirige su mirada hacia ella, luego hacia mi y le hago un gesto negativo, Melisa no está enterada de que nuestros amos son parte de una rebelión. De repente, comprendo lo que ella necesita. La sustancia que la mantiene con vida. Su agotamiento podría estar relacionado con su falta.

—Podrías traer una copa?—, le pido a Oliver. Él no parece entusiasmado con la idea, pero Melisa se ofrece de inmediato, urgida en salir de este lugar.

Me dirijo hacia la oficina, buscando el recipiente que contiene el líquido. Muevo un libro para acceder a él y lo tomo entre mis manos. —¿Para qué?—, pregunta Nozomi con curiosidad.

Oliver regresa y menciona que Melisa desea que Nozomi se encuentre mejor. Comienzo a servir el líquido en la copa. No tiene ningún olor perceptible, pero sé que ella lo necesita.

—No recuerdo haber tomado esto—, le digo a Nozomi. La verdad es que nunca tuve la oportunidad de probarlo durante mi tiempo en la Esclavitud. Pasé pocos días antes de ser comprada por Fredom.

Nozomi se acomoda mejor en la cama mientras le entrego la copa.

En un abrir y cerrar de ojos, me parece ver que el líquido se transforma en sangre. ¿Cómo puedo estar segura? El color es más intenso, más espeso. Parpadeo de nuevo y la visión vuelve a la normalidad.

Observo cómo bebe el líquido con avidez. Estoy segura de que no fui la única que vio la copa de sangre. Pero, a pesar de lo extraño de la situación, siempre he tenido la tendencia a ver cosas fuera de lo común.

No tengo idea de por qué.

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Dama de un vampiro ✓Where stories live. Discover now